ABC (Andalucía)

El extremismo no vende

La mayoría de los españoles no han olvidado los trapicheos de Sánchez con los separatist­as o los indultos a quienes dieron un golpe de Estado

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

¿ Terremoto, huracán, tsunami? Las elecciones andaluzas del pasado domingo han dejado la escena política como un drama de Shakespear­e, llena de cadáveres, y lo más curioso es que el único supervivie­nte es el más tranquilo y afable. Lo que indica las ganas de calma en lo público. El primero en caer fue Ciudadanos, condenado desde que confundió el centro que presumía ser con la aspiración a reemplazar al Partido Popular, o al PSOE en el Gobierno, anteponien­do la ambición de sus líderes a su divisa liberal. Lo ha pagado con su desaparici­ón en Andalucía y puede que en toda España.

Le sigue el PSOE, que pierde su granero de votos, su antigua heredad y cortijo, con el humillante añadido de que parte de sus seguidores han dado su apoyo a los populares. Pierde también lo que queda a su izquierda, más peleada que nunca entre sí, lo que finalmente la condena a la esterilida­d. Y pierde, curiosamen­te, Vox, que pese a avanzar un par de escaños, queda lejísimos del PP, acabando con sus sueños de controlar su gobierno bajo la amenaza de no permitirle, precisamen­te, gobernar. Todos tendrán que hacer examen de conciencia y propósito de enmienda si no quieren quedarse a vivir en la cuneta. El partido de Abascal sobre todo: si intenta vengarse del gobierno de Moreno boicoteánd­olo, lo pagaría caro en las próximas elecciones. El extremismo de cualquier bando no vende hoy en España.

He dejado para el final el gran derrotado de la jornada elecoral del 19-J, el causante del último tifón, que no tiene nombre de mujer, como acostumbra­n, sino de hombre: Pedro Sánchez. Él ya ha tenido buen cuidado de no figurar en primera línea en el naufragio de su partido, de advertir que lo de Andalucía nada tiene que ver con el resto de España y de anunciar un paquete de medidas ‘anticrisis’, parecidas quizás a las de Rodríguez Zapatero tras el batacazo de 2008. ¿Recuerdan las rotondas? Pero estoy seguro de que la mayoría de los españoles no han olvidado sus trapicheos con los independen­tistas, los indultos a quienes dieron un golpe de Estado y, sobre todo, que los asesinos de ETA van regresando a sus pueblos sin acabar de cumplir sus condenas y sin mostrar arrepentim­iento por sus crímenes. Él asegura que acabará la legislatur­a. Si no lo logra es precisamen­te por ese amargo recuerdo de muchos españoles, incluidos bastantes de izquierdas que ya han caído en la cuenta que sanchismo rima con abismo. Aunque no me extrañaría verle luego en un cargo de mucho relumbrón y poco trabajo en Bruselas o la ONU, con un sueldazo. A estas alturas y teniendo en cuenta su estropicio, a los españoles, con tal de que esté lejos, nos bastaría.

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