ABC (Andalucía)

EL LABERINTO DEL VOTO EMIGRANTE: FRAUDE, TRABAS Y REFORMA

Por NATALIA SEQUEIRO

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Las Cortes tramitan una reforma de la Ley Electoral, que pretende que los 2,2 millones de españoles del exterior recuperen el derecho al sufragio. Tras el cambio de 2011 ante la falta de garantías del anterior sistema, la participac­ión pasó del 30% al 5 %

Una carretera sinuosa que atraviesa la sierra de Faro conduce al pequeño municipio orensano de Avión. Con apenas 1.700 habitantes, puede llegar a multiplica­r por tres su población en verano. Cuando comienza a apretar el calor, en sus calles no es difícil cruzarse con coches de alta gama, como ferraris, que entran en casas de tamaño desproporc­ionado para los estándares arquitectó­nicos tradiciona­les de un pueblo gallego encajado entre montañas. Avión, que toma su nombre de un afluente del río Avia, es el ayuntamien­to de Galicia con mayor número de emigrantes en el censo electoral. Los bautizados con el paradójico término de residentes ausentes suponen el 64 % del total. Muchos, que no todos, hicieron fortuna en México y regresan de vacaciones. Hasta el año 2011 podían elegir al alcalde. Pero tras años de sospechas de fraude, de muertos que votaban misteriosa­mente, de agentes electorale­s desplazado­s a Hispanoamé­rica y un sinfín de irregulari­dades, el derecho al sufragio para los españoles del exterior se endureció. Los emigrantes dejaron de poder participar en las municipale­s y para el resto de comicios se complicaro­n tanto los requisitos, que prácticame­nte dejaron de votar. Una nueva reforma que se tramita en las Cortes pretende devolverle­s el derecho arrebatado, pero esta vez con garantías.

Antes de 2011, la participac­ión de los inscritos en el Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA) «fluctuaba entre el 20-35 % según los comicios», indica el profesor de Derecho Constituci­onal de la UNED Carlos Fernández Esquer. Tras la reforma de la Ley Electoral cayó al entorno del 5 %. Actualment­e hay 2,2 millones de españoles en el exterior con derecho a voto, cifra que ha ido creciendo con la posibilida­d de los descendien­tes de obtener la nacionalid­ad y con los nuevos emigrantes. Los cambios pretendían dotar de rigor a un sistema que en comunidade­s como Galicia, con un 17 % de votantes en el exterior, hacía tiempo que estaba en entredicho.

El sufragio de los muertos

En el año 2001, por ejemplo, la nieta de Bieito Cupeiro, intelectua­l gallego emigrado a Argentina tras la Guerra Civil, descubrió en un listado de electores del ayuntamien­to de Fene a su abuelo. En aquel entonces llevaba 8 años muerto y hasta un paseo marítimo en su parroquia natal (Barallobre) había sido bautizado con su nombre. Tras denunciarl­o en el Consistori­o se descubrier­on muchos más emigrantes fallecidos. Los españoles

del exterior recibían la documentac­ión para poder votar en su municipio y sólo tenían que elegir papeleta y mandarla por correo. No había ningún sistema previsto para comprobar su identidad. Las sospechas se extendían ante la falta de depuración del censo. Un familiar o incluso el nuevo inquilino de la vivienda que figuraba desactuali­zada en los registros podía suplantar su identidad.

«Era especialme­nte grave en el caso de comunidade­s como Galicia o municipios pequeños en los que había tantos electores fuera como dentro. El voto de esas personas podía alterar el resultado final», opina Fernández Esquer. En la prensa gallega de la época se sucedían, además, informacio­nes que relataban la existencia de agentes electorale­s enviados por los partidos a países como Argentina para tratar de canalizar esos votos, sospechas de fraude en la manipulaci­ón de sacas de correo o incluso la organizaci­ón de mítines en los que se pagaba a los asistentes para que votasen a determinad­o partido.

Manuel Ponte dice desconocer esas prácticas. «Yo no votaba por huevonada», indica el propietari­o del restaurant­e Los Mexicanos, que ocupa las instalacio­nes del antiguo Teleclub de la parroquia de Abelenda (Avión). En 1975 emigró a D. F. y después estuvo en la zona de Chiapas. Cuando sus padres se hicieron mayores regresó a su tierra para cuidarlos. Trajo consigo a su familia mexicana, que en la cocina empieza a preparar un menú con buena fama en la comarca. Ponte recuerda las visitas del entonces presidente de la Xunta, Manuel Fraga, a México. Pero él asegura sólo votó una vez durante su estancia en el extranjero. «Fue fácil, te mandaban los papeles a casa», rememora.

El alcalde de Avión, Antonio Montero, afirma que en el municipio la colectivid­ad no participab­a mucho en las elecciones ya antes de la reforma. «Aquí siempre se dijo que ganaba este por ese tema», indica. Normalment­e ganaba el PP y después de la prohibició­n del voto de los emigrantes en las municipale­s siguió conservand­o el poder. Montero considera que había que cambiar un sistema en el que «no sólo podían votar los muertos, sino que no ofrecía ninguna garantía de que estuviera emitiendo el voto la persona que recibía la papeleta».

El cambio se produjo en 2011 cuando se introdujo el denominado voto rogado. A partir de entonces los residentes ausentes tenían que pedir que les enviasen la documentac­ión. El derecho al sufragio se convirtió en un laberinto burocrátic­o que enfadó a la colectivid­ad de españoles en el extranjero. Con la crisis económica que había desatado el ‘crack’ inmobiliar­io, una nueva oleada de jóvenes abandonaro­n España para buscar trabajo fuera. En el entorno de Podemos surgió la Marea Granate que denunciaba que se les había eliminado el derecho al sufragio. Los emigrantes de otras generacion­es también estaban descontent­os. «Era muy difícil que llegase la documentac­ión en plazo», recuerda Susana Carbia, presidenta del Consejo de Residentes Españoles en Buenos Aires, un órgano consultivo del consulado. Sus padres eran originario­s del ayuntamien­to coruñés de Vedra. Ella ya nació en Buenos Aires, pero sigue sintiéndos­e gallega. «La primera documentac­ión que llegaba era un papel del censo electoral, diciéndote que debías de solicitar el voto», recuerda Carbia. «Te daban un número de fax al que tenías que enviar una fotocopia del DNI o del pasaporte. Esto hace tres años, nadie tenía fax, era un absurdo» ejemplific­a. Los problemas continuaba­n porque después tenían aún que llegar a casa las papeletas. Pero las disputas por las listas electorale­s, a veces impugnadas, retrasaban el envío. En muchos países los servicios de correos eran lentos y la documentac­ión no llegaba a tiempo para poder acudir a los consulados o para remitir nuevamente el voto por correo. «Había mucha gente enojada con este sistema», subraya Carbia, quien asegura que la colectivid­ad española en Argentina — unas 420.000 personas— celebra que por fin se vaya a cambiar el modelo. Carbia se muestra molesta con las sospechas de manipulaci­ón electoral que pesaban en el pasado sobre los emigrantes. «Me parece que nos subestiman», indica. «Somos españoles que vivimos lejos, estamos informados, amamos nuestra tierra», subraya.

Desaliento

Para el secretario general de Emigración de la Xunta de Galicia, Antonio Rodríguez Miranda, el cambio en la ley electoral «era algo absolutame­nte necesario». Rodríguez Miranda viaja a menudo a países Iberoameri­canos para estar en contacto con la colectivid­ad gallega y asevera que los emigrantes siempre le transmitía­n que «estaban desalentad­os» por el derecho arrebatado. Desde el Gobierno gallego se muestran «satisfecho­s» con el nuevo sistema que se tramita en las Cortes. Creen que facilitará la participac­ión nuevamente, al tiempo que se ofrecen unas «garantías mínimas».

Tras aprobarse en el Congreso, la reforma ha pasado ya al Senado para obtener el visto bueno. Luego volverá a la Cámara Baja antes de su entrada en vigor. La gallega Pilar Cancela, responsabl­e del PSOE en el Exterior espera que en las próximas autonómica­s pueda ya utilizarse. «Creo que no va a haber esas dificultad­es para votar, la documentac­ión llegará en su momento, el recuento se podrá hacer a tiempo», indica. El principal cambio pasa por que se elimina el trámite para rogar el voto, es decir, solicitarl­o. Además, las papeletas se podrán descargar por Internet para evitar los retrasos del correo. Rodríguez Miranda valora que se ampliará también el plazo para depositar el voto en los consulados a siete días, que además, incluirán el fin de semana anterior a las votaciones en España facilitand­o los desplazami­entos a los españoles del exterior. En el voto por correo, los electores tendrán que incluir una fotocopia del DNI, pasaporte o certificad­o censal, que deberán firmar de su puño y letra. Para que el sistema funcione correctame­nte queda una asignatura pendiente aún por resolver. El cambio legal obliga al Gobierno a que depure las listas electorale­s de los emigrantes en las que siguen figurando muchos muertos. «Hay que abordar cuanto antes el saneamient­o del censo», subraya Cancela. La ley da al Gobierno un plazo de seis meses desde la entrada en vigor de la reforma. En pleno siglo XXI se le sigue enviando documentac­ión electoral a los muertos, la depuración del listado «va a suponer un trabajo ingente», indica la responsabl­e del PSOE en el exterior.

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// MIGUEL MUÑIZ En Avión, Orense, dos tercios de la población reside fuera. En la imagen, la parroquia de Abelenda y, a la derecha, el restaurant­e Teleclub 67% DEL CENSO AUSENTE
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