ABC (Andalucía)

¡Más madera!

- IGNACIO MARCOGARDO­QUI

EL último boletín del Tesoro asegura que el tipo de interés medio que pagamos por la deuda que acumulamos se sitúa en el 1,5%, lo cual es el reflejo de la laxitud sin límites de la política monetaria implantada por el BCE. Pero, poco a poco, las tornas se están dando la vuelta. La presidenta de la Airef dijo ayer que si el bono español sigue en el 3%, el aumento de los intereses hasta 2025 sería de 12.000 millones. El cálculo es aterrador, además de optimista. Es optimista, porque la inflación mete una presión tremenda sobre la política monetaria y acrecienta la necesidad de responder a ella con tipos superiores. Y la inflación no va a cejar en muchos meses, por más que los gobiernos se empeñen en restarle virulencia. Y es aterrador, porque no tenemos los presupuest­os con la suficiente agilidad para enfrentars­e a un coste tan tremendo que, además, se ‘volatiliza’, es decir, no sirve para absorber gasto social. Es un dinero que pagamos y se evapora por los intrincado­s vericuetos de los mercados financiero­s.

Lo de la inflación es terrible. No se pregunte cuándo van a bajar los precios, pregúntese qué tiene que suceder para que bajen y ya verá cómo se le enfrían los ánimos. ¿Cuándo se terminará la guerra de Ucrania? ¿Cuánto tiempo pasará después hasta que se normalicen los suministro­s, cuánto hasta que descienda su precio? ¿Qué debe pasar para que las alzas de todos los productos no energético­s que padecemos bajen y su nivel se normalice? ¿Asumirán las empresas toda la pérdida de márgenes sufrida? ¿Estarán dispuestos los sindicatos a dejarse jirones de capacidad de compra en la negociació­n salarial?

No sé si acertará la Airef en sus cálculos pesimistas, pero es seguro que necesitare­mos seguir emitiendo deuda. Para dos cosas. Para financiar la nueva que asumiremos, obligados por los nuevos déficits en los que incurrirem­os y para reponer la deuda que vence y que no tenemos la mínima capacidad de devolver. No es poca cantidad. El mismo boletín asegura que el plazo medio de la deuda en vigor se sitúa ligerament­e por encima de los ocho años –un plazo mucho más largo que el de que hace unos años–, pero, aún y así, divida 1,45 billones entre esos ocho y obtendrá la cifra que debemos devolver y tendremos que refinancia­r al no poder hacerlo. ¡Ah, que no vamos a devolver nada de eso! Ya, pues dígalo bajito, no vaya a ser que se enteren quienes nos prestan y cambien de opinión.

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