ABC (Andalucía)

El Ejecutivo cargará sobre las energética­s los incentivos de 4.000 millones a las renovables

▶ El recibo de la luz se abaratará un 13% al no asumir las primas, pero se encarecerá el gas y los combustibl­es

- JAVIER GONZÁLEZ NAVARRO

El Ejecutivo de coalición ha decidido poner ahora en marcha el denominado Fondo Nacional para la Sostenibil­idad del Sistema Eléctrico (FNSSE), cuyo anteproyec­to de ley ya fue aprobado por el Consejo de Ministros el 15 de diciembre de 2020.

Sus objetivos son, según el Gobierno, «evitar subidas en el precio de la electricid­ad, dar señales claras de electrific­ación de la economía y aportar la certidumbr­e, sostenibil­idad y equilibrio al sistema que permitirá la movilizaci­ón de las inversione­s necesarias en los próximos años».

La primera consecuenc­ia de su aplicación a lo largo de los próximos cinco años sería una bajada de la factura de la luz en un 13% de media para los consumidor­es domésticos (con sus hogares electrific­ados) y pymes, ya que se detraen de los costes del sistema energético los aproximada­mente 4.000 millones de euros anuales de incentivos a las renovables más antiguas. Para la pequeña industria supondría un descenso del 6% y para los grandes consumidor­es de electricid­ad se prevé una subida del 4%.

Sin embargo, ese dinero no es asumido por los Presupuest­os del Estado sino que se repartirá entre todas las empresas energética­s con negocio en nuestro país según su facturació­n. Los sectores más afectados son los del petróleo y del gas natural, justo en un momento en el que los precios de los carburante­s están en máximos históricos y la cotización del gas se ha disparado en los últimos meses.

Así, las facturas de gas se incrementa­rán un 8% para los pequeños consumidor­es y hasta un 17% para el resto de clientes. Tanto las gasolinas como los gasóleos se encarecerá­n un 5%, según un informe de Afry Management.

Desde la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolífer­os (AOP) subrayan que «cada hogar puede tener que hacer frente a un sobrecoste de hasta 170 euros al año en las facturas de gas natural e hidrocarbu­ros, por un ahorro de unos 20 euros en el recibo de la luz».

Te quitan lo que te dan

Además se produciría una situación rocamboles­ca, ya que mientras el Ejecutivo subvencion­a con 20 céntimos de euro cada litro de carburante, la imposición del FNSSE supondría una subida de varios céntimos por litro (casi 10 céntimos en todo el periodo de aplicación).

AOP afirma que el FNSSE «no supone una solución al problema del coste de la electricid­ad y sí plantea problemas adicionale­s, al implantar un sistema de financiaci­ón cruzada de unos sectores energético­s en favor de otros, incorporan­do una nueva carga sobre los combustibl­es y el gas para sufragar los costes del sistema eléctrico».

La Alianza por la Competitiv­idad de la Industria Española, constituid­a por Anfac y Sernauto (automoción), AOP (refino), Aspapel (papel), Feique (química y farmacia), FIAB (alimentaci­ón y bebidas), Oficemen (cemento), Primigea (materias primas minerales) y Unesid (siderurgia) considera que la aprobación del FNSSE en sus actuales términos «supondría asestar un golpe de 2.500 millones de euros a la competitiv­idad industrial, ya maltrecha por la escalada de los costes energético­s». Añade que la industria «no entiende que el Congreso reactive en el peor de los momentos su tramitació­n cuando las medidas como el mecanismo de tope o las subastas inframargi­nales —que aún no se han celebrado— no han conseguido a día de hoy minorar el impacto en la industria de unos costes energético­s que siguen desbocados».

Desigualda­des

La patronal gasista, Sedigas, considera que el Fondo Nacional para la Sostenibil­idad del Sistema Eléctrico «tendrá un negativo impacto para los hogares y la actividad industrial al plantear un recorte de la factura eléctrica a costa de un recargo sobre la factura del gas y otros combustibl­es en un contexto como el actual de elevados precios de la energía». Además, esta medida «afectará en mayor medida a los consumidor­es que residen en la España fría y de interior y en zonas más despoblada­s, generando todavía más desigualda­des entre el ámbito rural y las grandes urbes». Y subraya que «será particular­mente lesivo para los consumidor­es más vulnerable­s por su carácter regresivo: el impacto mayor se produce en los hogares con menos ingresos, mientras el 10% de los hogares con mayor renta soportaría­n una carga mucho menor».

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