Ganar Wimbledon con 40 años
Serena Williams, dueña de 23 Grand Slam, vuelve después de un año sin jugar con el plan de alcanzar a Margaret Court
Además del pie izquierdo de Rafa Nadal, sus inyecciones de radiofrecuencia y de la ausencia del príncipe de la hierba Roger Federer, Wimbledon enseña un aliciente superior a partir del próximo lunes 27: regresa Serena Williams. Es la vuelta insospechada y anunciada hace una semana de una de las mayores leyendas del tenis, la segunda jugadora que posee más títulos de Grand Slam, 23. Uno más que Nadal, el mejor de los chicos, uno menos que la propietaria del récord en categoría femenina, la australiana Margaret Court (24) que gobernó el tenis en los 60 y 70. Serena Williams, la niña adiestrada desde bebé por su padre obsesivo que ha sido inspiración para la película ‘El método Williams’ con Will Smith, ya tiene 40 años y lleva doce meses sin jugar, desde que se lesionó en junio de 2021 en su escenario fetiche de Wimbledon. Como tantos otros deportistas que han traspasado la barrera de los 40, la norteamericana se niega a claudicar por la edad y busca una nueva pieza en Wimbledon que la iguale a Court. Ayer volvió al tenis en un partido de dobles en un torneo de preparación en hierba, Eastbourne.
Hace doce meses la fotografía de Serena Williams retorcida de dolor en la hierba del All England Tennis Club fue el preludio de lo que se sobreentendió como retirada. Llorando, lisiada y sin consuelo posible se marchó de la pista central en su partido de estreno ante la bielorrusa Aliaksandra Sasnovich. Desde ese día fue imprescindible acudir al comodín de las redes sociales para tener noticias de ella: modelo de su propia marca de joyería, invitada a desfiles de moda, en casa con su hija, en la presentación de la película de Will Smith, de cena con el piloto Lewis Hamilton, emprendedora como accionista en un consorcio para comprar el Chelsea, con el pase vip en el Gran Premio de Miami de Fórmula 1...
Un caso de longevidad
Casi nada de tenis en su catálogo de postales. En el recuerdo su vida de madre y el complicado parto en 2017 en el que sufrió dos embolias, durante y después del nacimiento de su pequeña, y los éxitos que consiguió con la raqueta que ahora se niega a colgar: siete Open de Australia, siete Wimbledon, seis Open de Estados Unidos y tres Roland Garros en una trayectoria sin igual que la impulsó seis temporadas y 319 semanas al número uno del tenis.
Su caso de longevidad enlaza con otros casos aislados en la historia del deporte, como Nadal, el atleta Carl
Lewis, el nadador Michael Phelps o la ciclista Jennie Longo. Desde su primer título de Grand Slam (1999, Roland Garros) al último (2016, Wimbledon) pasaron dieciocho años. Aún más perdurable es su estadística como tenista de élite. En 1998 ya era la número 17 en el ranking de la WTA.
Un año sin comparecer por los círculos tenísticos la han desplazado hacia el puesto 1.204 de la clasificación mundial, el casillero vacío a la izquierda de 2022 en la web de la WTA en contraste con las cifras que, a la derecha, ilustran su vida deportiva: 73 torneos individuales, 855 partidos ganados frente a los 152 perdidos y 90 millones de euros amasados solo en premios.
Junto a cinco británicas de palmarés discreto, la dirección de Wimbledon añadió a su lista de invitados a la célebre Serena. La pequeña de las hermanas Williams jugará su edición número 21 en Londres, después de haber conquistado el trofeo en 2002, 2003, 2009, 2010, 2012, 2015 y 2016 y de haber perdido las finales de 2018 y 2019.
Sin su preparador estrella (Patrick Mouratoglou), sin ritmo en la alta competición, sin referencias en la hierba salvo este torneo de Eastbourne y a tres meses de cumplir los 41 años, las perspectivas no pueden anunciarse triunfales para la estadounidense.
A sus compañeras les ha impactado el anuncio. «Nos sorprendió a todas», dijo la española Paula Badosa. «Alguien debería detener un poco a Iga (Swiatek)», dijo su pareja de dobles, Ons Jabeur. La polaca Swiatek encadena este curso 35 victorias y seis títulos. «Por supuesto que no quiero jugar contra ella», enfatizó Badosa, cautelosa ante el poder de semejante estrella.