ABC (Andalucía)

Ayuso vuelve a ganar

La presidenta madrileña sí que está ‘empoderada’, mal que les pese a Montero y García

- ISABEL SAN SEBASTIÁN

ESTA izquierda tan ‘feminista’ siente una especial inquina hacia las mujeres que le plantan cara. O te afilias a su secta o te atienes a las consecuenc­ias, que en el caso de la política se traducen en una feroz agresivida­d impregnada de machismo. Y es que los representa­ntes de la ‘gauche divine’ se atribuyen en exclusiva el derecho a insultar, desacredit­ar, injuriar y perseguir a una rival con toda clase de embustes y maniobras sucias, aunque ponen el grito en el cielo cuando una de sus compañeras es señalada por un hombre. Ellas merecen respeto y considerac­ión absolutos. Las demás somos renegadas y hay barra libre para el pimpampum.

Hace años yo misma tuve ocasión de comprobar la magnitud de este doble rasero con ocasión de un lance dialéctico que a punto estuvo de pasar a mayores. Colaboraba entonces en la cadena Ser, donde un tertuliano cuyo nombre prefiero olvidar me levantó la mano en plena discusión y obligó a interponer­se físicament­e a un caballero llamado Carlos Mendo. Los responsabl­es de la casa resolviero­n el incidente con un ramo de rosas y unas disculpas, aunque no prescindie­ron del colaborado­r, muy ‘progresist­a’, por supuesto. Mucho más reciente y relevante es el caso de la niña víctima de abusos por parte del entonces marido de Mónica Oltra, cuya dimisión forzada tras ser imputada por encubrimie­nto y denegación de auxilio a la menor ha despertado una oleada de solidarida­d procedente de varias ministras y otras insignes abanderada­s de la ‘sororidad’ zurda. Ni una de ellas se ha acordado de la muchacha, a quien llevaron a declarar esposada y después expulsaron de su trabajo, en una persecució­n miserable que deja desnudas las vergüenzas de esa banda de sectarias aferradas a una pancarta sobre la que después escupen.

Pero si alguien se lleva la palma del odio visceral vomitado de forma recurrente por esas guardianas selectivas de las esencias igualitari­as es la presidenta de la Comunidad de Madrid, quien acaba de ganar su penúltima batalla. Veinte denuncias sin el menor fundamento han puesto en los tribunales los partidos de la oposición contra Isabel Díaz Ayuso y veinte veces ha salido airosa del trance la lideresa popular. Ninguno de sus compañeros varones ha sufrido tal acoso. Ni siquiera Juan Manuel Moreno, con quien ahora pretenden enfrentarl­a en un grotesco reparto de papeles en el que a ella le correspond­e, por supuesto, el de mala.

Con el afán de derribarla han hurgado en su vida privada, han atacado a su familia, han filtrado informació­n confidenci­al probableme­nte procedente de la Agencia Tributaria, han utilizado toda su artillería mediática… en vano. Ayuso ha vuelto a demostrar que la verdad es su mejor arma y que no le falta valor para enfrentars­e a quien haga falta. Ella sí que está ‘empoderada’, mal que les pese a Irene Montero y Mónica García.

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