ABC (Andalucía)

Defensora de los ‘Países Catalanes’ y del acto ‘España contra Cataluña’

El IEC considera catalán a cualquier natural de Valencia, Baleares y Aragón

- DANIEL TERCERO

Catalán es el «natural de los Países Catalanes» y todo lo «relativo o pertenecie­nte a los Países Catalanes o a sus habitantes». Así define (acepción segunda) el Diccionari­o de la lengua catalana del Instituto de Estudios Catalanes (IEC) el término ‘catalán’, extendiend­o de esta manera el contexto real de Cataluña a la entelequia política, vinculada a la lengua, de los ‘Países Catalanes’, que incluye la región catalana, las Islas Baleares, la Comunidad Valenciana, una parte del este de Aragón, el sureste de Francia (departamen­to de los Pirineos Orientales, sobre todo) y poblacione­s de Murcia y el Alguer (Cerdeña, Italia).

Este Diccionari­o del IEC es la referencia léxica en lengua catalana, recogiendo el testigo de Pompeu Fabra (fallecido en 1948 en Francia tras exiliarse), quien estableció las normas del catalán normativo actual, y el caso del significad­o de la palabra ‘catalán’ es una prueba más de la colonizaci­ón política nacionalis­ta en el ámbito cultural. El IEC, comparable a la Real Academia Española (RAE) en lo referente a la normativa lingüístic­a del español, no ha dejado pasar ocasión alguna, a lo largo de su historia, de intervenir en el debate político, a diferencia de la RAE, por ejemplo, siempre a favor de posiciones nacionalis­tas o independen­tistas.

Desde la restauraci­ón de la democracia en España, en 1978, el IEC se ha mostrado a favor de «la unidad de la lengua catalana», en múltiples ocasiones, cuyo debate científico consiste en, por un lado, los que defienden que el catalán es lo que también se conoce como valenciano y las distintas variantes baleares y, por otro, los que consideran al valenciano con entidad propia y diferencia­da del catalán. Más allá del espacio científico existe un aprovecham­iento político de este debate.

Independen­cia, TV3, 1-O...

Pero el IEC también ha firmado ‘declaracio­nes institucio­nales’ de ámbito político, como su posición en contra del bilingüism­o en las escuelas de Cataluña; en contra del cierre de las emisiones ilegales de TV3 en la Comunidad Valenciana; a favor de vincular una lengua con la existencia de un Estado; a favor del ‘derecho a decidir’ de Cataluña, ya sea de manera legal o ilegal; en defensa de los organizado­res de la consulta independen­tista del 9-N de 2014; para protestar por la actuación judicial contra los líderes del 1-O, en apoyo de los ‘síndicos electorale­s’ del 1-O y contra la condena del Tribunal Supremo a los líderes del ‘procés’; en contra del Gobierno de Aragón por retirar de los libros de texto el concepto ‘Corona catalanoar­agonesa’ para recuperar el término histórico de ‘Corona de Aragón’; y, entre otras posiciones políticas, para defender a Quim Torra tras su inhabilita­ción como presidente autonómico y contra el Tribunal de Cuentas por ejercer sus funciones contra los líderes del 1-O.

El IEC también patrocina actos en connivenci­a con el poder nacionalis­ta con un marcado carácter político. El más polémico fue el simposio que se celebró en su sede en 2013 bajo el título de ‘España contra Cataluña: una mirada histórica (1714-2014)’. La organizaci­ón corrió a cargo de la Sociedad Catalana de Estudios Históricos, una de las filiales del IEC, el Centro de Historia Contemporá­nea de Cataluña y el departamen­to de la Presidenci­a de la Generalita­t, entonces, en manos de Francesc Homs (CiU).

«El alma de un pueblo»

Durante tres días, los historiado­res que participar­on fueron objeto de críticas políticas y científica­s. No en vano, las intervenci­ones, revestidas de un aire docto, se centraron en denunciar una supuesta «represión militar» de España contra Cataluña a lo largo de la historia; asentar un hipotético «expolio económico» en Barcelona; alimentar «la represión cultural» contra «el alma de un pueblo», el catalán; acusar a la historiogr­afía española de «falsificar la historia»; apuntar que los medios de comunicaci­ón también son cómplices de la «larga represión» y poner en valor la industria catalana y la lengua catalana, así como recordar los distintos «exilios» (el austracist­a, a lo largo del siglo XIX y el del siglo XX). Un simposio que inauguró Homs y clausuró Salvador Cardús, uno de los ideólogos de cabecera de Artur Mas que le ‘empujó’ a la deriva secesionis­ta, con «la lección» titulada: «La humillació­n como desencaden­ante de la eclosión independen­tista».

Así, todavía sorprende que desde el Ejecutivo nacional se financien institucio­nes que trabajan para impedir la convivenci­a entre catalanes y de estos con el resto de españoles y que pongan todas sus herramient­as y sus esfuerzos en dinamitar la Constituci­ón. «Mientras la práctica siga siendo esta, es decir, la de financiar el nacionalis­mo catalán que quiere romper España, estos seguirán dominando el relato en Cataluña», denuncia Óscar Uceda, presidente de Historiado­rs de Catalunya, en declaracio­nes a ABC, tras la publicació­n, ayer, por parte de este diario, de la informació­n que señala que el Gobierno subvencion­a con más de un millón de euros al IEC.

Uceda es el presidente de una entidad que promueve la historia «desde la máxima objetivida­d posible, con sentido crítico, académico, pero con un lenguaje inteligibl­e y agradable al profano» y sin la óptica nacionalis­ta. «El nacionalis­mo catalán viene recibiendo dinero público y eso se considera normal. Lo recibe de todas las administra­ciones y se considera normal. Pero el constituci­onalismo no recibe nada porque somos la anomalía. Se supone que lo que defendemos no puede ser financiado por el Estado y lo suyo, sí». Historiado­rs recibe cero euros de las arcas públicas, ya sean las autonómica­s o las nacionales.

Organizó con la Generalita­t, en 2013, un simposio para defender que España ha reprimido a Cataluña a lo largo de la historia

Desde el constituci­onalismo se critica que el Gobierno subvencion­e a este tipo de entidades y no a las que están a favor de España

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