ABC (Andalucía)

El guirigay monclovita

El Gobierno es la banda de la sopa: cada uno toca por su cuenta y ninguno sabe tocar solo

- ALBERTO GARCÍA REYES

DICE Galeano que el poder es como un violín: se toma con la izquierda y se toca con la derecha. A Paco de Lucía le dieron una paliza porque, refiriéndo­se a la guitarra, claro, dijo que la izquierda piensa y la derecha ejecuta. Al final el poder es música. Es necesario un buen compositor y una orquesta que sepa tocar su partitura. Pero por algún extraño suceso que nunca hemos sometido a refutación, aquí tendemos a pensar que la izquierda es compositor­a y la derecha es intérprete, aunque todas las comunidade­s que han celebrado elecciones durante el sanchismo le han entregado su pentagrama al PP. El ruido de La Moncloa, donde cada uno toca su instrument­o a su bola, mejor dicho, toca sin saber tocar, ha cansado nuestros tímpanos. España necesita un poco de silencio ante la recesión que se aproxima como una nube de granizo. Nos conformamo­s con que todos toquen a la vez. No es necesario que nos emocionen. Basta con que no nos molesten.

El guirigay monclovita no lo reordena ni Clement Mathieu, aquel entrañable profesor de ‘Los chicos del coro’. Ayer presentaro­n un paquete de medidas anticrisis que hace honor a la expresión: un verdadero paquete. Mucho ruido y pocas nueces. El caos bicéfalo que nos gobierna no tenía un mínimo acuerdo horas antes del anuncio y a estas alturas es difícil discernir si prima la anarquía o la bronca. O las dos cosas. El país se desangra por las gárgolas de La Moncloa porque el Gobierno bifronte se cose a puñaladas. Y en su aventura destructiv­a, que ya tiene en temblique a las principale­s institucio­nes del Estado, el último paso es el más cáustico. Indra. El control del voto. Poner el Ejecutivo desde el Ejecutivo. El sanchismo está quemando todas las partituras de la democracia.

La agonía de este Gobierno será neroniana. Caeremos todos con él. Pero hasta la derrota final aún nos quedan muchos capítulos de rubor. El más inminente es el de la OTAN, con Unidas Podemos liderando el frente contra la cumbre de la Alianza Atlántica. Por la mañana son ministros y por la tarde insurgente­s antisistem­a. Padecen un claro trastorno de la personalid­ad que nos arrastrará al acabóse. Porque la estupidez en sí misma no es peligrosa, pero combinada con el poder es letal. La España verecunda tendrá que aguantar la mirada externa tapándose la cara con la sábana. Nuestros más altos representa­ntes están dando pábulo a la leyenda del exotismo hispano, a la visión indigenist­a del ‘homo antecessor’ de Atapuerca, a la españolada. Ya sólo nos queda tirar de la excusa más maniquea de nuestra historia: «Qué arte, estas cosas sólo pasan aquí». O ponernos a tocar el violín en el Titanic.

El guirigay monclovita es la banda de la sopa. «Qué músicos serán esos / que tan malamente tocan», cantaba el Pali detrás de sus ingentes gafas de culo de botella, desde las que seguro que se veía un horizonte mejor que el de hoy. Con el paquete anticrisis que nos han metido y el ataque de bipolarida­d con la cumbre de la OTAN, me acuerdo de una frase que siempre me soltaba un viejo amigo noctívago cuando perdía los papeles: «‘A tomar por saco todo’, dijo David y tiró el arpa».

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