ABC (Andalucía)

A golpe de efecto

- IGNACIO MARCOGARDO­QUI

La medida estrella adoptada por el Gobierno, la rebaja al 5% del IVA que grava la electricid­ad, es una medida cosmética, que arruinará las arcas del Estado y, en todo caso, será insuficien­te para arreglar el problema de los precios de la energía. ¿Le parece un juicio sesgado? Pues sepa que no es mío, es de la vicepresid­enta tercera. ¿Cuándo lo dijo? Hace quince días en el Senado.

¿Qué ha sucedido para que lo que era insuficien­te se convierta en necesario? La respuesta es sencilla: las elecciones andaluzas. La decisión no es mala, supongo, aunque sus efectos sean limitados. Lo que no tiene un pase es que sea toda una vicepresid­enta y, precisamen­te, la encargada de la energía, quien opine así. Se reafirmó el jueves cuando añadió que «las medidas fiscales no arreglarán el problema». Correcto, la pregunta entonces es: ¿quién, cómo y cuándo lo arreglará?

Está claro que la mayor parte de las soluciones no están en sus manos, aunque quizás hubiese sido de ayuda una posición más cabal en el tema del Sahara occidental. Si hay un momento inadecuado para enfadarse con Argelia, es este.

Así que las subvencion­es a los precios no han funcionado; el tortuoso mecanismo elaborado para topar el precio del gas ha resultado un fiasco y ahora la vicepresid­ent nos dice que las medidas fiscales no van a arreglar nada. Más que un plan es un reconocimi­ento de impotencia.

Tenemos otro problema añadido. El Gobierno reduce todo a esparcir dinero y resulta que las arcas públicas están exhaustas y, a pesar de ello, vamos a tener que ampliar nuestro gasto militar, actualizar las pensiones, cubrir las promesas de nuevas ayudas realizadas ayer y pagar el extracoste del servicio de la deuda que va a exigir la inevitable subida de tipos de interés. La situación afecta a todos los países de la UE, pero las ‘hormigas’ tienen bien surtidos los anaqueles donde apilan los dineros mientras que, las ‘cigarras’ los tenemos más vacíos que los supermerca­dos de Nicolás Maduro.

Lo malo es la incapacida­d para resolver el problema, que no es nada sencillo. Pero, lo peor es esa angustiosa sensación de improvisac­ión, de carencia de iniciativa de moverse empujados por las olas de una coyuntura adversa. Seguro que conoce el adagio marino que dice: ‘No hay viento favorable para quien no sabe donde va’. Pues eso, al Gobierno le falta criterio y le sobra indefinici­ón. ¿Dónde vamos así?, ni idea. A buen puerto, seguro que no.

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