A golpe de efecto
La medida estrella adoptada por el Gobierno, la rebaja al 5% del IVA que grava la electricidad, es una medida cosmética, que arruinará las arcas del Estado y, en todo caso, será insuficiente para arreglar el problema de los precios de la energía. ¿Le parece un juicio sesgado? Pues sepa que no es mío, es de la vicepresidenta tercera. ¿Cuándo lo dijo? Hace quince días en el Senado.
¿Qué ha sucedido para que lo que era insuficiente se convierta en necesario? La respuesta es sencilla: las elecciones andaluzas. La decisión no es mala, supongo, aunque sus efectos sean limitados. Lo que no tiene un pase es que sea toda una vicepresidenta y, precisamente, la encargada de la energía, quien opine así. Se reafirmó el jueves cuando añadió que «las medidas fiscales no arreglarán el problema». Correcto, la pregunta entonces es: ¿quién, cómo y cuándo lo arreglará?
Está claro que la mayor parte de las soluciones no están en sus manos, aunque quizás hubiese sido de ayuda una posición más cabal en el tema del Sahara occidental. Si hay un momento inadecuado para enfadarse con Argelia, es este.
Así que las subvenciones a los precios no han funcionado; el tortuoso mecanismo elaborado para topar el precio del gas ha resultado un fiasco y ahora la vicepresident nos dice que las medidas fiscales no van a arreglar nada. Más que un plan es un reconocimiento de impotencia.
Tenemos otro problema añadido. El Gobierno reduce todo a esparcir dinero y resulta que las arcas públicas están exhaustas y, a pesar de ello, vamos a tener que ampliar nuestro gasto militar, actualizar las pensiones, cubrir las promesas de nuevas ayudas realizadas ayer y pagar el extracoste del servicio de la deuda que va a exigir la inevitable subida de tipos de interés. La situación afecta a todos los países de la UE, pero las ‘hormigas’ tienen bien surtidos los anaqueles donde apilan los dineros mientras que, las ‘cigarras’ los tenemos más vacíos que los supermercados de Nicolás Maduro.
Lo malo es la incapacidad para resolver el problema, que no es nada sencillo. Pero, lo peor es esa angustiosa sensación de improvisación, de carencia de iniciativa de moverse empujados por las olas de una coyuntura adversa. Seguro que conoce el adagio marino que dice: ‘No hay viento favorable para quien no sabe donde va’. Pues eso, al Gobierno le falta criterio y le sobra indefinición. ¿Dónde vamos así?, ni idea. A buen puerto, seguro que no.