Pedro Sánchez, frente a su ‘momento Zapatero’
El mecanismo anunciado por el BCE para apaciguar los mercados de deuda reaviva el fantasma de la intervención de las economías en problemas «Siempre es preferible hacer reformas a que te las hagan», avisan los expertos
« N«Es natural que los mercados vigilen a España e Italia, hemos acumulado una deuda gigantesta», explica Toni Roldán
o había nada preparado. Se reunió de urgencia a todos los secretarios de estado del Gobierno y en cuestión de unas horas se decidieron las medidas». Así recuerda un ex alto cargo del Gobierno Zapatero el proceso que alumbró el que a día de hoy aún se tiene por el mayor recorte de la democracia. Sucedió un 12 de mayo de 2010 y doce años después la enumeración de las medidas todavía impresiona: recorte del 5% del sueldo de los funcionarios –del 10% en el caso de los altos cargos del Gobierno– y congelación salarial para 2011, congelación de todas las pensiones salvo las mínimas y las no contributivas, supresión del régimen especial para la jubilación anticipada, endurecimiento del periodo de cotización necesario para acceder a una pensión, reducción de la inversión pública en más de 6.000 millones de euros, recorte de las transferencias a comunidades autónomas y ayuntamientos, supresión del cheque-bebé de 1.200 euros a las familias...
El Gobierno ‘más social’ de la democracia, como así se autodefinía, se vio obligado a abordar el recorte social más drástico ante la presión de las autoridades europeas, el FMI y hasta el Gobierno de Barack Obama, que exigían enviar una señal de austeridad a los mercados ante los constantes ataques a la deuda española y el riesgo cierto de que estos le obligaran a declarar una suspensión de pagos, que habría sido letal para el euro.
Nada volvió a ser igual. La llamada troika se instaló en España y durante años las autoridades españolas tuvieron que acreditar regularmente, ante los célebres ‘hombres de negro’, el cumplimiento de los ajustes y las reformas que se le impusieron desde fuera.
Hace solo unos días la escalada de las primas de riesgo de Italia y España, ante las dudas del mercado en torno a la estrategia de retirada de estímulos monetarios y de subida de tipos del BCE, hizo rememorar los días oscuros de la crisis financiera. La prueba es que el BCE decidió convocar una reunión extraordinaria para dejar claro que hará lo necesario, para evitar que el mercado vuelva a discriminar entre economías ‘fuertes’ y economías ‘débiles –entre las que estaría España – dentro de la Europa del euro.
El mensaje vino acompañado de un anuncio: la creación de un nuevo ‘mecanismo antifragmentación’ cuyo fin será atajar cualquier riesgo de que los mercados se ceben con los títulos de deuda de las economías más vulnerables del euro, básicamente Italia y España, por este orden.
El ‘mecanismo antifragmentación’ viene a ser una especie de versión actualizada y más suave del programa OMT, el instrumento jurídico que sostuvo los rescates a las economías del euro en la gran crisis financiera, y que iba acompañado de una exigente condicionalidad para los países. «La gran pregunta ahora es si ese instrumento (que el BCE está en vías de definir) va a tener condicionalidad o no. Si Lagarde decide dotarlo de condicionalidad, y yo no veo ninguna posibilidad de que no la tenga, nos podemos ir preparando para otro ‘momento Zapatero’», asegura el economista y eurodiputado de Ciudadanos Luis Garicano.
«Estamos a tiempo de hacer cosas, no creo que estemos en una situación como la de 2010», señala Raymond Torres, director de Coyuntura Económica de Funcas y uno de los expertos que forma parte del Consejo Asesor de Nadia Calviño. «Pero hay que empezar con el proceso de consolidación fiscal en 2023. Si no se toman medidas para reducir el déficit y la deuda ahora se acabarán haciendo de manera forzada, y se harán peor. Es mejor hacer reformas a que te las hagan».
Una opinión compartida por el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad CEU–San Pablo y profesor en IE University, Rafael Pampillón, quien cree que «no solo es necesaria la senda de consolidación fiscal, sino que la reducción de déficit es una condición para recibir los nuevos fondos europeos». Este experto cifra en unos 20.000 millones de euros, el montante a reducir y avisa contra «el riesgo de estancamiento» a partir de otoño. Además, como Garicano, también cree que el ignoto ‘mecanismo antifragmentación’ viene con condicionalidad.
En lo que los analistas consultados sí coinciden es que la ventana de oportunidad, de que dispone el Gobierno, para convencer a los mercados de su compromiso con la consolidación de las cuentas públicas cada vez es más estrecha. Como ya publicó ABC la opinión general es que si el Gobierno no formula un plan creíble de consolidación fiscal, antes de que el BCE active la subida de los tipos de interés, los mercados podrían empezar a reaccionar contra España y las tensiones sobre los títulos de deuda emitidos por el Tesoro podrían regresar. La agencia Fitch ya advirtió, en su última revisión del rating de España, de que el retraso en formular un plan de consolidación fiscal podría forzar una degradación de la calificación de los títulos emitidos por España.
«Es natural que los mercados vigilen a España e Italia porque hemos acumulado una deuda gigantesca por la respuesta al Covid y también por la inacción política de los sucesivos gobiernos», señala Toni Roldán, director del Centro de Políticas Económicas de Esade. «Hemos desaprovechado un
periodo extraordinario de crecimiento para abordar las reformas que requería España. Ahora el dinero va a dejar de ser gratis y la política fiscal se tendrá que adaptar a este nuevo contexto y orientarse hacia la consolidación fiscal. El coste de no hacerlo ahora es que se elevará el coste de hacerlo en el futuro», concluye.
Pampillón, que acaba de publicar un libro con el elocuente título de ‘Cuando los votantes pierden la paciencia’, constata que «la gente percibe que se vuelve cada vez más pobre»; a pesar de todos los parches aprobados por Sánchez y augura «un otoño bastante caliente».