Sánchez y su ‘smart people’, al asalto de lo que queda en España
Indra ha sido tomada por la fuerza y la picaresca. Tiburones financieros y ‘smart people’ han puesto los ojos en las empresas estratégicas, sobre todo si controlan los procesos electorales y aspectos de ciberseguridad como las escuchas. El sanchismo luce pero ya no existe. Los sanchistas se llenan los bolsillos a toda prisa
SOLO puede quedar uno. O esa es la sensación. Y ese uno es el gobernador Pablo Hernández de Cos. Hasta que acabe su mandato. Dos años le quedan aún al frente del Banco de
España. Para entonces Pedro
Sánchez, Dios mediante, ya no estará al frente del país. Pero en el mientras tanto, arramplará con todo lo que pueda. ¡Para qué unas migajas si puede repartir cargos y sillones para él y los suyos! Y para muestra... ¡mil botones! El último,
Indra. La empresa estratégica en el sector de defensa pero que también hace los recuentos electorales. Ahí lo dejo. Y, en camino, el INE y el
Tribunal Constitucional. No hay ni empresa ni institución que se le resista. A plena luz del día, sin piedad y, sobre todo, sin vergüenza. Tres ‘asaltos’ de los que nos enteramos curiosamente en la misma semana que el PSOE pierde las elecciones andaluzas estrepitosamente frente al PP.
Pues... para hacer lo único que se puede hacer no hace falta ser valiente. Sánchez y los suyos no pueden hacer otra cosa a estas alturas que jugar la prórroga y, como en los concursos de supermercado, llenar el carrito con todo lo que pillen en el minuto feliz que le queda a su mandato. Ni un pelo de valentía tienen. Solo tienen miedo y eso les pone furiosos. El sanchismo no es solo Sánchez. Es él y una recua de señoras, señores y ‘señoros’ que visto lo visto resultan igual o peor que él según qué situación. Sin escrúpulo alguno para ejecutar lo que consideran les corresponde en una España que no les merece. ¿Cómo identificarlos? Fácil. Si les escuchan eso de «hechos a sí mismos» entonces no tengan duda: son ellos. Unos van de emprendedores-promesa, con más rodaje a sus espaldas que el coche de ‘El Fugitivo’; o de leídos, sin haber abierto más libro que el del papelillo de fumar; o de ejecutivos enrollados… con los billetes de los sueldos de oro que se aprietan como si no fuera con ellos mientras te dan una filípica sobre la salvífica austeridad. Son la ‘smart people’, los que han decidido asaltar las empresas estratégicas de España sin poner un euro: por ejemplo, utilizando a un inversor armenio con visado zaragozano y pasándose el Buen Gobierno Corporativo por el forro de sus caprichos. Sánchez no es Sánchez.
Oughourlian no es Oughourlian. España no es España. Es la geometría variable aplicada al mundo de los negocios, que se traduce en la ‘Ley del Embudo’, el «Usted no sabe con quién está hablando» y el «Esto te lo arreglo yo con dos llamadas telefónicas». La Responsabilidad Social Corporativa yace en la junta de Indra y ahora sus cenizas serán esparcidas por otras empresas estratégicas a punto de caramelo para que el espíritu del trinque renazca como el Ave Fénix. Sin arriesgar ni un euro, que están más bien para llevárselo. El día que las cosas se tuerzan ¿quién recordará a
Joseph Oughourlian? ¿Y a los
‘smart’? Eso sí, como en la genial obra de Steinbeck –ya les adelanto a los ‘smart’ que no es un delantero del Bayern– en los ojos de la sociedad hay ya una ira que va creciendo, desarrollándose, y no duden que está cerca la vendimia.
Ahí está el bueno de Rodrigo Buenaventura, presidente de la CNMV con nombre de novela de Dumas, que dice que ve preocupante lo ocurrido en Indra.¡Santa Lucía le conserve la vista! Para eso
Oughourlian acaba de aflorar un 1% de Mediaset, ¿osará repetir la jugada para darle a Sánchez su anhelada TV para las elecciones?
no hace falta un regulador. Con unas gafas basta. Veamos pues. El Gobierno, con los socios del
Gobierno –léase el PNV– y el armenio del Gobierno –de nombre
Joseph– destituyen a cinco de los ocho consejeros independientes de
Indra, los mismos que plantaban cara a las tropelías de ese mismo
Gobierno. Y dice Buenaventura que lo ve preocupante. ¡Menos mal! porque no faltará quien vea una acción concertada entre varios accionistas para controlar una compañía estratégica cotizada sin lanzar una opa, en detrimento de sus accionistas y para favorecer al
Gobierno. Si a eso le añaden que esa empresa se ocupa del recuento en los próximos procesos electorales igual se puede ver algo peor.
Oughourlian dijo hace año y medio que expulsaba al Santander de Prisa porque había que aplicar gestión y revalorizar la compañía. Desde entonces la acción ha caído en torno a un 50%. Ahora asegura que va a dar «estabilidad». ¡Que se agarren los machos en Indra! El
consejero Alberto Terol en su despedida del jueves resumió lo ocurrido con un «venceréis pero no convenceréis», tras alertar del grave daño que se produce a la empresa. Ese es el gran problema: el gravísimo daño en el tejido empresarial y la destrucción completa de la reputación de la compañía entre los inversores internacionales, que ven alarmados cómo en España un lunes aplican impuestos retroactivos contra el sector energético y un jueves asaltan una empresa estratégica especializada en defensa y procesos electorales, entre otras perlas. ¡Ah! y lo de pensar que anunciando fuertes inversiones en Defensa desde La
Moncloa como efecto de la guerra de Ucrania no cuela para tratar de subir la acción, que en apenas 24 horas se dejó casi un 15% de su valor en Bolsa. Su presidente,
Marc Murtra, aún hoy incapacitado en sus funciones ejecutivas por su escasa experiencia, será en unas semanas presidente ejecutivo. Oughourlian –también presidente de Prisa, dueño del fondo Amber– y los que se esconden tras su alargada sombra coparán el consejo, pero la imagen de España y sus empresas estratégicas quedará por los suelos, mancillada, y a la altura de un Gobierno y una
‘smart people’ que creen que nadie les ve y son el elefante rosa en el salón. Núñez Feijóo y Bruselas saben que el elefante se come a trocitos. Esperen y vean. Por cierto,
Oughourlian acaba de aflorar un 1% en el capital de Mediaset. ¿Se atreverá a repetir la jugada para darle a Sánchez su anhelada TV para las elecciones, o con los
Berlusconi no se juega? Veremos
también.