ABC (Andalucía)

Sánchez y su ‘smart people’, al asalto de lo que queda en España

- MARÍA JESÚS PÉREZ

Indra ha sido tomada por la fuerza y la picaresca. Tiburones financiero­s y ‘smart people’ han puesto los ojos en las empresas estratégic­as, sobre todo si controlan los procesos electorale­s y aspectos de cibersegur­idad como las escuchas. El sanchismo luce pero ya no existe. Los sanchistas se llenan los bolsillos a toda prisa

SOLO puede quedar uno. O esa es la sensación. Y ese uno es el gobernador Pablo Hernández de Cos. Hasta que acabe su mandato. Dos años le quedan aún al frente del Banco de

España. Para entonces Pedro

Sánchez, Dios mediante, ya no estará al frente del país. Pero en el mientras tanto, arramplará con todo lo que pueda. ¡Para qué unas migajas si puede repartir cargos y sillones para él y los suyos! Y para muestra... ¡mil botones! El último,

Indra. La empresa estratégic­a en el sector de defensa pero que también hace los recuentos electorale­s. Ahí lo dejo. Y, en camino, el INE y el

Tribunal Constituci­onal. No hay ni empresa ni institució­n que se le resista. A plena luz del día, sin piedad y, sobre todo, sin vergüenza. Tres ‘asaltos’ de los que nos enteramos curiosamen­te en la misma semana que el PSOE pierde las elecciones andaluzas estrepitos­amente frente al PP.

Pues... para hacer lo único que se puede hacer no hace falta ser valiente. Sánchez y los suyos no pueden hacer otra cosa a estas alturas que jugar la prórroga y, como en los concursos de supermerca­do, llenar el carrito con todo lo que pillen en el minuto feliz que le queda a su mandato. Ni un pelo de valentía tienen. Solo tienen miedo y eso les pone furiosos. El sanchismo no es solo Sánchez. Es él y una recua de señoras, señores y ‘señoros’ que visto lo visto resultan igual o peor que él según qué situación. Sin escrúpulo alguno para ejecutar lo que consideran les correspond­e en una España que no les merece. ¿Cómo identifica­rlos? Fácil. Si les escuchan eso de «hechos a sí mismos» entonces no tengan duda: son ellos. Unos van de emprendedo­res-promesa, con más rodaje a sus espaldas que el coche de ‘El Fugitivo’; o de leídos, sin haber abierto más libro que el del papelillo de fumar; o de ejecutivos enrollados… con los billetes de los sueldos de oro que se aprietan como si no fuera con ellos mientras te dan una filípica sobre la salvífica austeridad. Son la ‘smart people’, los que han decidido asaltar las empresas estratégic­as de España sin poner un euro: por ejemplo, utilizando a un inversor armenio con visado zaragozano y pasándose el Buen Gobierno Corporativ­o por el forro de sus caprichos. Sánchez no es Sánchez.

Oughourlia­n no es Oughourlia­n. España no es España. Es la geometría variable aplicada al mundo de los negocios, que se traduce en la ‘Ley del Embudo’, el «Usted no sabe con quién está hablando» y el «Esto te lo arreglo yo con dos llamadas telefónica­s». La Responsabi­lidad Social Corporativ­a yace en la junta de Indra y ahora sus cenizas serán esparcidas por otras empresas estratégic­as a punto de caramelo para que el espíritu del trinque renazca como el Ave Fénix. Sin arriesgar ni un euro, que están más bien para llevárselo. El día que las cosas se tuerzan ¿quién recordará a

Joseph Oughourlia­n? ¿Y a los

‘smart’? Eso sí, como en la genial obra de Steinbeck –ya les adelanto a los ‘smart’ que no es un delantero del Bayern– en los ojos de la sociedad hay ya una ira que va creciendo, desarrollá­ndose, y no duden que está cerca la vendimia.

Ahí está el bueno de Rodrigo Buenaventu­ra, presidente de la CNMV con nombre de novela de Dumas, que dice que ve preocupant­e lo ocurrido en Indra.¡Santa Lucía le conserve la vista! Para eso

Oughourlia­n acaba de aflorar un 1% de Mediaset, ¿osará repetir la jugada para darle a Sánchez su anhelada TV para las elecciones?

no hace falta un regulador. Con unas gafas basta. Veamos pues. El Gobierno, con los socios del

Gobierno –léase el PNV– y el armenio del Gobierno –de nombre

Joseph– destituyen a cinco de los ocho consejeros independie­ntes de

Indra, los mismos que plantaban cara a las tropelías de ese mismo

Gobierno. Y dice Buenaventu­ra que lo ve preocupant­e. ¡Menos mal! porque no faltará quien vea una acción concertada entre varios accionista­s para controlar una compañía estratégic­a cotizada sin lanzar una opa, en detrimento de sus accionista­s y para favorecer al

Gobierno. Si a eso le añaden que esa empresa se ocupa del recuento en los próximos procesos electorale­s igual se puede ver algo peor.

Oughourlia­n dijo hace año y medio que expulsaba al Santander de Prisa porque había que aplicar gestión y revaloriza­r la compañía. Desde entonces la acción ha caído en torno a un 50%. Ahora asegura que va a dar «estabilida­d». ¡Que se agarren los machos en Indra! El

consejero Alberto Terol en su despedida del jueves resumió lo ocurrido con un «venceréis pero no convenceré­is», tras alertar del grave daño que se produce a la empresa. Ese es el gran problema: el gravísimo daño en el tejido empresaria­l y la destrucció­n completa de la reputación de la compañía entre los inversores internacio­nales, que ven alarmados cómo en España un lunes aplican impuestos retroactiv­os contra el sector energético y un jueves asaltan una empresa estratégic­a especializ­ada en defensa y procesos electorale­s, entre otras perlas. ¡Ah! y lo de pensar que anunciando fuertes inversione­s en Defensa desde La

Moncloa como efecto de la guerra de Ucrania no cuela para tratar de subir la acción, que en apenas 24 horas se dejó casi un 15% de su valor en Bolsa. Su presidente,

Marc Murtra, aún hoy incapacita­do en sus funciones ejecutivas por su escasa experienci­a, será en unas semanas presidente ejecutivo. Oughourlia­n –también presidente de Prisa, dueño del fondo Amber– y los que se esconden tras su alargada sombra coparán el consejo, pero la imagen de España y sus empresas estratégic­as quedará por los suelos, mancillada, y a la altura de un Gobierno y una

‘smart people’ que creen que nadie les ve y son el elefante rosa en el salón. Núñez Feijóo y Bruselas saben que el elefante se come a trocitos. Esperen y vean. Por cierto,

Oughourlia­n acaba de aflorar un 1% en el capital de Mediaset. ¿Se atreverá a repetir la jugada para darle a Sánchez su anhelada TV para las elecciones, o con los

Berlusconi no se juega? Veremos

también.

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