Una mujer, entre las apuestas a la secretaría general de los obispos
La marcha de Argüello abre el proceso para elegir al número dos del Episcopado
«Se busca joven obispo auxiliar, o titular de una diócesis pequeña, cercana y bien comunicada con Madrid para cargo de alta responsabilidad y visibilidad pública». Desde que la semana pasada se anunció el nombramiento de Luis Argüello como arzobispo de Valladolid, este cartel bien podría recibirle en la cristalera de la sede de la Conferencia Episcopal. Argüello ya ha anunciado su intención de dejar anticipadamente la secretaría general del Episcopado.
Quedan ahora cinco meses por delante que dan para mucho en el juego de candidatos y especulaciones para un cargo que, en la práctica, es el número dos del Episcopado, ya que es miembro de todos los órganos de decisión y el responsable directo de la ‘fontanería’ de la Conferencia. Incluso llega a tener más visibilidad pública que el presidente, al asumir las funciones de portavoz.
El sustituto natural de Argüello sería un obispo, pero tampoco extrañaría que un sacerdote ocupe el cargo, con la particularidad de que tendría voz, pero no voto. Sin embargo, nada impide, según los estatutos, que la secretaría general recaiga en un laico o incluso una mujer. Una decisión que iría en consonancia con las recientes conclusiones del Sínodo que hablan de una mayor «corresponsabilidad de los fieles laicos» y dar un mayor reconocimiento al «papel de la mujer en la Iglesia».
Existen precedentes. Beata Gilles es la secretaria general del episcopado alemán. Así, uno de los nombres que suenan para sustituir a Argüello es el de Raquel Pérez Sanjuán, la religiosa teresiana que dirige desde hace dos años la Comisión para la Educación y Cultura de la Conferencia.
Si finalmente los obispos no imitan a sus colegas alemanes, los candidatos que responden a la descripción que encabeza el artículo son pocos. El auxiliar de Toledo, Francisco Díaz Magán, es uno de los que reúnen las condiciones. Pero su candidatura es débil porque no goza de un fuerte respaldo del sector mayoritario de la Plenaria. Otra posibilidad es que la secretaría la ocupe alguno de los auxiliares de Barcelona –el AVE acorta distancias– o Madrid –el cardenal Osoro lleva un tiempo promoviendo, con escaso éxito, a José Cobo–. Pero al tratarse de un obispo sumaría un voto en la Permanente y la Ejecutiva, lo que podría deshacer el frágil equilibrio de fuerzas en la velada disputa que mantienen los cardenales Omella y Oros. Quedaría la opción de un sacerdote y, el mejor situado es el actual número dos de Argüello, el vicesecretario general, Carlos López Segovia.
En todo caso, la posibilidad para la sorpresa quedará abierta hasta el último momento. Habrá que esperar a noviembre cuando se pronuncie la Asamblea Plenaria. Será entonces cuando quede desvelado si el nuevo rostro de la Conferencia Episcopal tiene rasgos femeninos.