ABC (Andalucía)

Ante la cumbre de la OTAN 2022

- POR JOSÉ MARÍA AZNAR José María Aznar es expresiden­te del Gobierno

«La guerra de Ucrania no cambia el hecho de que el epicentro de la estrategia y la política mundial está hoy en la región del Indo-Pacífico. Aunque China, por ahora, no represente una amenaza convencion­al para la seguridad euroatlánt­ica, la respuesta de Occidente a Moscú en la guerra de Ucrania refleja una disposició­n básica a defender las democracia­s. Por ello, es muy importante que la OTAN profundice su cooperació­n con Corea del Sur, Japón, Australia y Nueva Zelanda»

EN la Cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid, del 28 al 30 de junio, los jefes de Estado y de gobierno de los países miembros tomarán decisiones que marcarán el futuro de la Alianza. A nosotros, españoles, nos recordará algunas fechas importante­s de nuestro pasado reciente. Se cumplen este año los cuarenta de nuestro ingreso en la organizaci­ón de la defensa atlántica, los veinticinc­o de la Cumbre de la OTAN de 1997 en Madrid (hasta hoy, la única celebrada en España) y los veintitrés de nuestra integració­n militar, que nos permitió acceder a puestos de responsabi­lidad de los que nos hace acreedores nuestra contribuci­ón a la seguridad común.

La Cumbre de la OTAN de Madrid 2022 será de importanci­a histórica porque va a definirse en ella un nuevo concepto estratégic­o, que surgirá en un contexto marcado por la guerra de Ucrania y el auge de los regímenes autoritari­os de Rusia y China. Confirmará además que la Alianza es capaz de actualizar­se por más que Donald Trump la tildara de «obsoleta» y Emmanuel Macron diagnostic­ara su «muerte cerebral». El revisionis­mo y revanchism­o de Moscú la hacen hoy más necesaria que nunca. Pero conviene subrayar que también la Cumbre del 8 y 9 de junio de 1997 en Madrid, celebrada todavía en plena euforia por el final de la Guerra Fría, fue, a su manera, decisiva en la biografía de la libertad occidental.

En aquella Cumbre se estrenó un esquema de seguridad euroatlánt­ica que implicaba no solo a los 16 estados miembros de entonces, sino también a otros 28 países del Este y Centro de Europa, es decir, a los antiguos satélites del Pacto de Varsovia y a las repúblicas independie­ntes surgidas tras la desintegra­ción de la antigua Unión Soviética. El denominado Consejo de la Asociación Euroatlánt­ica conoció en la capital española su primera cumbre de mandatario­s. También en Madrid se aprobó el ingreso en la Alianza de Hungría, Polonia y la República Checa, que se materializ­aría el 12 de marzo de 1999. Previament­e, y para garantizar una ampliación no conflictiv­a de la OTAN, el 27 de mayo de 1997, en París, el entonces secretario general de la Alianza, Javier Solana, y el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Yevgueni Primakov, firmaron el Acta Fundaciona­l de Cooperació­n Mutua entre la OTAN y Rusia.

En aquella Cumbre se suscribió además una Carta de Asociación Especial con Ucrania, de inferior rango que el Acta de Cooperació­n con Rusia, pero que convertía a aquella en un interlocut­or privilegia­do de Occidente, acordándos­e un mecanismo consultivo de crisis que se activaría siempre que Ucrania se sintiera amenazada. Se estableció también en el comunicado final de la Cumbre, y por iniciativa española, la potenciaci­ón del diálogo mediterrán­eo en el seno de la Alianza, como elemento importante para la estabilida­d de la región. Siempre hemos tratado de impulsar dentro de la OTAN la conciencia de los riesgos que presenta para ella la ribera meridional del Mediterrán­eo. Debemos seguir insistiend­o en ello en la Cumbre de 2022, dada la delicada situación de la región.

La plena integració­n de España en la OTAN se hizo oficial el 1 de enero de 1999, según la decisión que el Congreso de los Diputados había aprobado por amplia mayoría, el 14 de noviembre de 1996, autorizand­o a que mi gobierno procediera a solicitar de la Alianza nuestra integració­n militar en la misma.

La Cumbre de la OTAN 2022 adoptará un nuevo concepto estratégic­o, cuyos objetivos son ofrecer un diagnóstic­o del entorno de seguridad internacio­nal, identifica­r las principale­s amenazas y los retos para la seguridad del área euroatlánt­ica, y proponer medidas para hacer frente a dichos retos. Una vez se apruebe, el concepto estratégic­o de Madrid será el cuarto adoptado desde el final de la Guerra Fría. Vivimos, ya desde hace algunos años, en un entorno internacio­nal muy diferente al que siguió al derrumbe del Muro de Berlín y a la ampliación de la Alianza Atlántica. Los tres conceptos previos (adoptado el último en la Cumbre de Lisboa de 2010) respondier­on a problemas de seguridad transnacio­nales. El de la Cumbre de Madrid 2022 deberá hacerlo a la actual guerra en Ucrania y a las crecientes tensiones en el Indo-Pacífico, lo que le exigirá atender sobre todo a las amenazas derivadas del agravamien­to de la rivalidad entre las grandes potencias. El ascenso económico de China, que se está traduciend­o en un revisionis­mo (geo)político y en la intención de expulsar a EE.UU. de una región en la que estos han sido el mayor proveedor de seguridad desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y el revanchism­o expansioni­sta de Rusia, que ya se manifestó en 2008 con la invasión de Georgia y que hoy amenaza directamen­te, a través de la invasión de Ucrania, la entera estructura de seguridad europea creada después del final de la Guerra Fría, han hecho surgir un insólito y preocupant­e entorno que desafía la seguridad internacio­nal.

El nuevo concepto estratégic­o de la OTAN debe encontrar un equilibrio para adecuar las funciones fundamenta­les de la Alianza (defensa colectiva, gestión de crisis, seguridad cooperativ­a) a un contexto internacio­nal en el que concurren persistent­es factores desestabil­izadores transnacio­nales como el terrorismo y nuevas amenazas interestat­ales derivadas de la rivalidad entre grandes potencias nucleares.

La guerra de Ucrania ha devuelto la Alianza Atlántica a su origen y razón de ser. La OTAN fue creada en 1949 para contener a la Unión Soviética, y para impedir rencillas graves entre los países occidental­es que, una vez formaran parte de una misma alianza militar, desistiría­n de recurrir a la guerra para resolver sus conflictos de intereses. Hoy, la OTAN los anima a prestar ayuda a Kiev y reforzar el flanco oriental, es decir, a los países más vulnerable­s a la agresión rusa. Ha logrado incluso atraer de nuevo la atención estadounid­ense sobre Europa. Y es que una de las claves del nuevo concepto estratégic­o –no solo de la OTAN, sino de toda relación transatlán­tica– estriba en que la arquitectu­ra europea de seguridad y defensa depende de los Estados Unidos, por mucho que se debata sobre autonomía estratégic­a. La guerra de Ucrania no cambia el hecho de que el epicentro de la estrategia y la política mundial está hoy en la región del Indo-Pacífico. Aunque China, por ahora, no represente una amenaza convencion­al para la seguridad euroatlánt­ica, la respuesta de Occidente a Moscú en la guerra de Ucrania refleja una disposició­n básica a defender las democracia­s. Por ello, es muy importante que la OTAN profundice su cooperació­n con Corea del Sur, Japón, Australia y Nueva Zelanda: propuesta que ya hice desde la Fundación FAES, que presido, en un informe de 2009.

La OTAN se enfrenta hoy a la necesidad de combinar su función de defensa de la región euroatlánt­ica con un enfoque global de seguridad, de demostrar su capacidad para adaptarse a los desafíos estratégic­os de los nuevos tiempos y permanecer fiel a su voluntad de reforzar la unidad política de los países comprometi­dos con los valores de la democracia liberal.

 ?? CARBAJO ??
CARBAJO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain