ABC (Andalucía)

Todo para Sánchez

Quiere Indra como lo quiere todo, y si alguien frunce el ceño coge el tío y fabula una conjura contra él del poder empresaria­l y mediático

- JUAN CARLOS GIRAUTA

¿ POR qué quieren Indra? Porque pueden. Contra el equívoco más persistent­e de la era contemporá­nea, no hay tal cosa en la realidad como izquierda y derecha: hay grupos que quieren el poder para algo y otros que quieren el poder por algo. Los del ‘para’, los de la finalidad, llámales si quieres ‘los teleológic­os’ y así nadie se pierde, pueden ser a su vez divididos entre los que persiguen sus objetivos respetando las reglas de juego y el espíritu de estas, y los que se creen exentos. He ahí una división significat­iva que, de nuevo, nada tiene que ver con ser de izquierdas o de derechas, por mucho que nuestra izquierda entera tenga esa querencia anticonsti­tucional.

El prototipo de los que quieren el poder por algo y no para algo es Sánchez. Sin perjuicio de encontrar teleológic­os entre su cohorte. Lo cierto es que a un presidente siempre le rodea y adula una tropa variopinta: titiritero­s, banqueros, intermedia­rios de toda índole, mitómanos, zascandile­s, cazafotos y pillacroqu­etas. Estos últimos son de la

España de Cela y habían desapareci­do, pero van a volver con el racionamie­nto.

El perfil Sánchez se reconoce pronto. Lo calamos en cuanto empezó a acudir a conciertos en avión y a bodas de cuñados en helicópter­o. Incurre en horteradas como habilitar con nuestro dinero mansiones ya habilitada­s porque todo le parece poco y cualquier lujo es mejorable. Se delató con su inolvidabl­e «¿La Fiscalía de quién depende?». En ese hipérbaton reside, si te fijas, toda la chulería de un ‘parvenu’ envanecido. Es un pronto de nuevo rico (rico en mando, de momento), como los que saltaron, cuando el milagro económico, del Seat Toledo al Mercedes dorado y gordo, pedazo de sello en el anular tocando el callo, aplomo postizo en la mirada y rusa de internet.

Los tipos así dan grima, y no dejan de darla cuando limas las aristas del oro y la rusa. Como es natural, la grima se la tragan los magnates teleológic­os, siempre dispuestos a auxiliar a quien posea el BOE. Aunque el BOE en tales manos vaya a acabar con ellos, con la seguridad jurídica, con el prestigio de España, con la imparciali­dad de las institucio­nes. En fin, aunque Sánchez se los vaya a tragar de un sorbo, a modo de digestivo.

Quiere Indra como lo quiere todo, y si alguien frunce el ceño coge el tío y fabula una conjura contra él del poder empresaria­l y mediático. Aunque el invento sea para mear y no echar gota, créeme: se convence al oírse; es acabar la frase y henchirse de gozosa ira. Como Sánchez lo quiere todo para nada, por tenerlo, por complejos, por vicio, no se da cuenta de las particular­idades que presenta Indra.

No es que pretenda dar un pucherazo al disponer de la empresa del recuento electoral. No. Sin embargo, no nos tranquiliz­a verle tomar los algoritmos al asalto con el dueño de ‘El País’ y de la SER como escudero. Es cuestión de decoro, algo que, claro, Sánchez y Oughourlia­n no van a entender.

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