Postureo anti-OTAN
La izquierda tiene nostalgia de la España que pudo ser y se ha quedado a vivir en los años de las americanas de pana con coderas
A Lrelevancia internacional de España es tan pequeña y la chapuza en el Magreb tan inquietante que podemos decir que nuestra política exterior, o lo que sea, es hoy prácticamente inexistente. España, gracias a Antonio, es hoy un país insolvente, endeudado y por lo tanto completamente irrelevante en el escenario internacional. Lo que llaman política exterior no es más que una colección de fotos en cumbres internacionales, así que en lugar de tener voz propia y ambición internacional tenemos un bonito álbum de fotos.
Y lo de Podemos y Yolanda podría denominarse política-ficción. Los revolucionarios anti-OTAN se han quedado ya en una especie de recaderismo del régimen, con lo cual, además de ser unos predicadores, son un coñazo. Ahora que vienen los mandamases a Madrid, todas las hijas bastardas de Iglesias se callan y cumplen con el recado socialista: no estropear la foto con Biden y no escenificar crisis parecidas a la del envío de armas a Ucrania.
Los de la contracumbre dicen que la OTAN puede ser calificada como una de las mayores organizaciones terroristas a nivel mundial. Esto deja a la izquierda del Gobierno como unos ‘voyeurs’ del poder, lógicamente. Conscientes de ello, Enrique Santiago, el líder del PCE y diputado de Unidas Podemos y cuatro cargos intermedios pretenden estar al plato y a las tajadas, o sea, en la contracumbre y en el Gobierno. Pero nada de primeras espadas, entre las ministras urge la utopía hasta donde peligre el sillón. Al final todo esto iba de sillones y butacas para plantar las posaderas.
La contracumbre se ha celebrado este fin de semana en la sede madrileña de CC.OO., plasma así la lucha del hombre que vive de la institución, el obrero de palo, contra las instituciones. ¿Y qué tiene que ver el sindicalismo español con la política internacional? La izquierda tiene nostalgia de la España que pudo ser y se ha quedado a vivir en los años de las americanas de pana con coderas, de la Movida, el discurso anticapitalista y todo eso. Sin ese tinglado no hay sindicatos. Hay quien cree, a estas alturas, que España puede apostar por la no beligerancia o que la OTAN puede desactivarse mediante simposios humanistas y sindicalismo.
Mientras tanto, los socialrrealistas saben que no podemos aspirar a ser un país no alineado y tener algo de relevancia internacional al mismo tiempo, y nuestro César Visionario lleva meses ensayando la marcha triunfal con Biden frente al espejo. ¡Eso sí que es ascender, muchacho! La contracumbre, por tanto, resbalará por la historia de España sin dejar huella ni producir emoción. Démonos, pues, por otanizados y a pasar página, que hace tiempo que entramos en el mundo caqui de la militancia gracias a los juegos de palabras de la izquierda. A las recaderas del régimen se les ha puesto cara de ratón sentimental, o de funcionaria con un pie en el paro. Si no fuese porque prefieren el sillón ya nos habrían pedido ingresar en el Pacto de Varsovia.