ABC (Andalucía)

El G-7 invertirá 600.000 millones para frenar la influencia de China

La suma pretende impulsar el desarrollo de países con ingresos medios y bajos

- ROSALÍA SÁNCHEZ

La imagen de familia de la cumbre del G-7 dio ayer para muchas bromas. Boris Johnson sugirió aligerarse de ropa para los fotógrafos. «¿Con o sin camisas? Tenemos que demostrar que somos más duros que Putin», dijo, en referencia a las imágenes propagandí­sticas del presidente ruso en las que posa a pecho descubiert­o. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, siguió con el chiste y propuso por su parte «una exhibición a caballo con el torso desnudo». «La equitación es una buena opción», zanjó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que evitó opinar sobre ropa.

Pero en el interior de los salones del castillo de Elmau, en Baviera, el tono resultó bastante más serio.

Johnson advirtió contra los intentos de encontrar una solución negociada que «podría prolongar la inestabili­dad mundial», un tirón de orejas a las llamadas telefónica­s que mantuviero­n el canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, con el presidente Vladímir Putin. El ‘premier’ ha rechazado desde el inicio de la invasión cualquier diálogo con el «dictador» y «ha subrayado que cualquier intento de arreglar el conflicto ahora solo servirá para que Putin se crea en el derecho de manipular a países soberanos y a los mercados internacio­nales para siempre», según un portavoz del Gobierno británico.

El toque de atención llegaba algo tarde, porque Scholz ya ha roto públicamen­te con esas conversaci­ones, aunque las delegacion­es intercambi­aron opiniones sobre la cuestión de si Rusia será invitada o no a la próxima reunión del G-20, que se celebrará en noviembre. En una bilateral con Macron, Johnson trató de llevar al francés por el camino de la exclusión total de Putin, para reforzar una imagen de unidad que se verá puesta a prueba a partir de ahora. «Debemos mantener conversaci­ones muy francas», dijo. «Va a haber cansancio de la población y de las clases políticas», añadió, y se refirió a la inflación prolongada y al agotamient­o de la opinión pública. «Una victoria de Rusia nos hará mucho más daño que la inflación».

La primera sesión del G-7 se centró en la crisis energética y la inflación. «Hay una caída de las tasas de crecimient­o en algunos países, un aumento de la inflación, escasez de materias primas e interrupci­ón de las cadenas de suministro­s», constató Scholz. «Todos estos son no pequeños desafíos, pero estoy muy seguro de que lograremos enviar una señal de unidad y acción decisiva desde esta cumbre».

La segunda sesión se dedicó a las inversione­s en infraestru­ctura global, como puertos, ferrocarri­les, redes eléctricas y atención médica. En este marco, se acordó un gran plan impulsado por Estados Unidos para contrarres­tar el avance de China. La iniciativa, que movilizará 600.000 millones de dólares, pretende impulsar el desarrollo en países de ingresos bajos y medios, para fortalecer la economía global y la cadena de suministro­s. Para ello, será creado un fondo público-privado al que EE.UU. aportará al menos 200.000 millones en cinco años y que financiará proyectos de protección del clima y seguridad energética, como plantas de fabricació­n de baterías, además de expansión de tecnología 5-G y 6-G e inversione­s en mejoras sanitarias, vacunas y equipamien­to médico. Un ejemplo es el cable submarino de 17.000 kilómetros que la compañía estadounid­ense SubCom construirá para unir Singapur a Francia, pasando por Egipto y el Cuerno de África.

Prohibir el oro ruso

La cena conjunta se reservó para política exterior y de seguridad. Scholz adelantó que «la unidad en la solidarida­d con Ucrania será total» y que «Alemania siempre actuará conjuntame­nte con Estados Unidos». «Tenemos que permanecer juntos», dijo en presencia de Biden. A esa hora, Alemania no contaba ya con que triunfase su propuesta sobre un abandono temporal de los biocombust­ibles, que consumen recursos que pueden destinarse a la alimentaci­ón, debido a la resistenci­a de EE.UU. y Canadá.

Por el contrario, una de las medidas que sí prosperó fue la prohibició­n de la compra de oro ruso, el segundo mayor producto ruso de exportació­n después de la energía. Además, Biden promovió un tope al precio del petróleo ruso importado y, al cierre de esta edición, solo el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, esperaba «conocer datos sobre el impacto directo posible y los efectos secundario­s de la medida», además de pedir con urgencia «hechos, no palabras» contra el bloqueo de los puertos del mar Negro. Michel acusó a Putin de estar «jugando a los juegos del hambre».

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// AFP Los líderes del G-7 durante la cumbre celebrada en el castillo de Elmau, en Baviera, Alemania
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