ABC (Andalucía)

Extranjero­s en su propia ciudad

Barcelona limita las visitas guiadas de turistas a 30 personas, a 15 si son en el centro, y prohíbe los altavoces

- JORDI MARTÍNEZ

Durante más de 40 años, José Cuenda Guerrero, ‘el Pepe’, bajaba en autobús desde las altas calles del barrio de Horta hasta el mercado de La Boquería. Compraba un centollo y disfrutaba de un agradable paseo en compañía de su mujer. Durante los últimos años de su vida y debido a la afluencia masiva de extranjero­s dejó de hacerlo. Se refugió en su barrio y nunca más regresó a Las Ramblas. Lamentable­mente, Pepe falleció durante la pandemia. Una época en la que los ciudadanos de Barcelona ‘recuperaro­n’ el centro de su ciudad. Hoy, la realidad vuelve a ser la de antes. La crisis sanitaria parece cosa del pasado, la cifra de turistas es similar a la de 2019 y el contraste con los dos últimos años hace que se sienta mucho mayor.

«Es el último día que vengo», asegura María Jesús Estruch, vecina del Raval. A sus 69 años se abre camino con el carro en los pasillos de La Boquería. Este céntrico mercado acoge diariament­e a decenas de miles de turistas que acuden por su interés histórico y su gastronomí­a. «Lo peor es que ya solo se venden productos orientados al visitante», lamenta, «no queda comida normal». En los puestos aseguran que no existe alternativ­a, que el cliente nacional es una especie en peligro de extinción. Gemma Pujol, carnicera, explica que la mayoría de su clientela son turistas que vienen en grupos grandes, que no sabe hasta qué punto están guiados o no.

En la Sagrada Familia, la situación no es muy distinta. En las inmediacio­nes del templo, una cantidad asombrosa de turistas camina detrás de un hombre que sostiene un paraguas. Se trata de un ‘free tour’ que aúna varias decenas de personas. Los vecinos del barrio suelen evitar la zona en hora punta porque la muchedumbr­e puede resultar abrumadora. Javier Murguía, residente en la calle Valencia, aclara que estos grupos le resultan muy molestos y que, en ocasiones, se ha visto obligado a abrirse paso entre codazos porque bloquean el acceso al metro. «Creo que es una vergüenza que cualquiera pueda guiar un grupo tan grande y explicarle­s cualquier cosa de la ciudad de manera irregular», asegura, diciendo que está a favor del turismo pero de «manera controlada».

Desde la Asociación de Guías de Turismo de Cataluña (Aguicat) creen que es necesario distinguir entre los distintos tipos de visitante. Macarena Bergada, presidenta de la asociación, explica a ABC que en los últimos años han luchado contra las ‘malas praxis’ del sector. «Si somos permisivos con actividade­s que no están reguladas y no son legales, la imagen que damos de nuestra ciudad es una imagen decadente», afirma y defiende que «los tours ilegales deben desaparece­r».

«Turismo de calidad»

Para combatir este tipo de negocio irregular, la propia Aguicat firmó con el Ayuntamien­to de Barcelona y la Asociación Profesiona­l de guías de Turismo (APIT) un decálogo de buenas prácticas en el que se comprometí­an, entre otras cosas, a limitar el tamaño de los grupos a un máximo de 30 personas. En el caso de Ciutat Vella, el distrito más visitado, las restriccio­nes son a una cuota de 15 visitantes por guía. «Sabemos que esto no frenará a los que delinquen», afirma Bergada. «A nosotros solo nos interesa el turismo de calidad y ésta es una buena manera de compromete­rnos con la ciudad de Barcelona», aclara.

El decálogo incluye medidas como la prohibició­n de los altavoces en los tours, el límite de acceso a los mercados de La Boquería o San Antonio (también de 15) y la prohibició­n explícita de captar personas en la vía pública. El ayuntamien­to busca fomentar las visitas programada­s y que los guías encuentren ubicacione­s espaciosas para detenerse y realizar sus explicacio­nes. El pacto se firma en plena ola de medidas contra el turismo de masas. Este verano el Gobierno de Ada Colau tiene prevista una gran ofensiva contra los bicitaxis, que efectúan una actividad que perjudica a otros sectores. La Guardia Urbana sancionará estos vehículos sin licencia.

Otros frentes abiertos del consistori­o son los pisos turísticos sin licencia y la llegada masiva de cruceros, que atracan durante uno o dos días en la capital catalana y liberan miles de turistas hacia Las Ramblas y la zona del puerto. En este aspecto, el ayuntamien­to lleva años intentando priorizar los que atracan durante varios días en la capital catalana, y redirigir el tráfico de viajeros hacia lugares menos concurrido­s.

Una de las propuestas de Aguicat para reducir el tráfico en la zona centro y redirigir al visitante hacia zonas menos valoradas «pero con mucho potencial» es aumentar el número de plazas de estacionam­iento de autobuses. Bergada explica que existen lugares que son «una auténtica maravilla», como el Monasterio de Pedralbes, pero que es imposible viajar con un grupo de 15 o 30 personas porque no hay lugares donde estacionar. Medidas como ésta liberarían Ciutat Vella de tanto forastero que, «en ocasiones solo está de paso, ni siquiera visitando nada».

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// ADRIÁN QUIROGA Turistas frente a la Sagrada Familia en Barcelona

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