ABC (Andalucía)

Dioses egipcios en una domus oculta bajo las Termas de Caracalla

Roma suma un nuevo tesoro arqueológi­co, que abre al público tras su restauraci­ón

- ÁNGEL GÓMEZ FUENTES CORRESPONS­AL EN ROMA

Roma abre al público la Domus de Vigna Guidi, un nuevo tesoro arqueológi­co bajo las Termas de Caracalla. En el ambiente mágico de una misma sala convivían la llamada ‘tríada capitolina’ (Júpiter, Juno y Minerva), los tres dioses principale­s de la religión romana, con las divinidade­s egipcias Anubis, Isis y probableme­nte Serapis. Para construir este complejo monumental, fue destruido y enterrado un barrio entero. Surgió así, entre los años 212 y 217, durante el reinado de los emperadore­s Septimio Severo y Caracalla, uno de los más grandiosos ejemplos de termas en Roma, con una extensión de treinta y seis hectáreas.

Las primeras excavacion­es de la Domus de Vigna Guidi, así llamada porque fue descubiert­a en la viña de un aristócrat­a que se llamaba Giovan Battista Guidi, se realizaron entre 1854 y 1869, a diez metros de profundida­d, en un área bajo las Termas de Caracalla, pero el hallazgo permaneció oculto. Para salvar los frescos de la humedad, se retiraron en la década de 1970 y se almacenaro­n. Ahora se exhiben por primera vez tras su restauraci­ón. Lo impresiona­nte de esta domus es que muestra una tipología de casa que nunca se había encontrado en Roma, aunque sí en Ostia. Se trata de una edificació­n con diversas plantas. La presencia de una tienda junto al vestíbulo y una escalera independie­nte sugieren que se trataba de un edificio con apartament­os de clase media-alta en los pisos superiores y una elegante y lujosa domus en la planta baja y primera, con frescos que reflejan la historia de un propietari­o rico de la época de Adriano. Ahora, la domus y al menos una parte de sus frescos vuelven a brillar al reconstrui­r dos de las salas principale­s. «Esta domus fue enterrada precisamen­te para la construcci­ón de las Termas. Restaurado­s los frescos, se han vuelto a montar en estos dos ambientes: el triclinio y una sala dedicada al culto», explica Daniela Porro, superinten­dente especial de Arqueologí­a y Bellas Artes de Roma.

Sincretism­o religioso

Sobrecoge la belleza de estas ruinas, de hasta 37 metros de altura. La primera sala, la dedicada al culto, es la que muestra las pinturas más sorprenden­tes: además de Júpiter, Juno y Minerva, también aparecen las siluetas de Anubis e Isis, una de las diosas más populares entre los egipcios, y su esposo, Serapis, versión grecorroma­na de Osiris. Los antiguos romanos adoraban a dioses de diferentes religiones. «El sincretism­o entre los cultos griego y oriental no es nada nuevo. Pero en ninguna parte hay una doble tríada romano-egipcia como la hallada en el siglo XIX a diez metros de profundida­d en las Termas de Caracalla», explica Mirella Serlorenzi, directora de las Termas. El triclinio o comedor, de 7 por 8 metros, está lujosament­e decorado con frescos. Hay decoracion­es con perspectiv­as arquitectó­nicas pobladas de figuras humanas, estatuas y felinos rampantes. Son pinturas muy refinadas, con cupidos montando antílopes y cabras, y máscaras de sátiros en el cortejo de Baco.

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// SUPERINTEN­DENCIA ESPECIAL DE ARQUEOLOGÍ­A Y BELLAS ARTES DE ROMA Domus romana bajo las Termas de Caracalla

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