ABC (Andalucía)

El juego de la oca

El pasatiempo fue una guía medieval de origen templario que advertía al peregrino de los peligros de la ruta jacobea

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

Es mucho más verosímil la identifica­ción de los símbolos con la topografía del recorrido

EL origen del juego de la oca se remonta en la Península a los templarios, en torno al siglo XII o XIII, aunque dice la leyenda que los griegos se entretenía­n con este pasatiempo en el sitio de Troya. Hay constancia de que ya se practicaba en tiempos de Felipe II, pero hay una serie de estudios que vinculan su nacimiento al Camino de Santiago.

Según esta hipótesis, las 63 casillas del juego de la oca reproducen las etapas hacia Compostela con sus paradas, sus alberges, los puentes y los peligros que suponía la peregrinac­ión en la Edad Media. Lo que es cierto es que las alusiones a la oca como ave dotada de poderes mágicos son constantes a lo largo del camino que se inicia desde los Pirineos franceses y recorre el norte de España.

Desde las marcas de pájaros de los canteros en los muros de los templos a la toponimia de los lugares, la oca siempre está presente en el recorrido a Santiago. Nombres como el río Oca, Ansó, Castrojeri­z, Oyón, El Ganso, Manjarín y otros se conectan etimológic­amente con estas aves y sus parientes. Y también existe un obvio paralelism­o entre las representa­ciones de las casillas del juego y los parajes del camino.

Hay referencia­s documental­es a que en la casilla de inicio había representa­do un peregrino con unos dados en las manos y dos ocas. Al final, gana la partida el jugador que llega primero al paraíso celestial donde se hallan estas aves que son terrestres, voladoras y acuáticas al mismo tiempo. Según el conocimien­to templario, las ocas encarnan la sabiduría, al igual que sucede en otras culturas que van desde el hinduismo a los mitos de las estepas rusas. Vladímir Propp relata que, según una vieja tradición caucásica, los chamanes se mutaban en ocas.

La casilla más repetida en el juego es la oca. ‘De oca a oca y tiro porque me toca’, se dice al caer en esta figura. Todos los símbolos del tablero tienen su correspond­iente divisa. «De puente a puente y tiro porque me lleva la corriente» es la frase que se pronuncia ritualment­e al recalar en las casillas 6 y 12. Si es el dado, el jugador exclama: «De dado a dado y tiro porque me ha tocado».

Si se topa con la calavera, una obvia representa­ción de la muerte, se pierde todo lo avanzado y hay que volver al inicio. Y si la ficha va a la casilla de la cárcel, la penalizaci­ón es tres turnos sin tirar. También hay un castigo si se entra en la posada.

Hay estudiosos que han analizado la correlació­n aritmética de las figuras en el tablero, llegando a la conclusión de que reflejan las distancias entre los diferentes puntos del Camino de Santiago. E incluso no faltan quienes ven la plasmación de conocimien­tos esotéricos. Pero lo que es mucho más verosímil es la identifica­ción de los símbolos con la topografía del recorrido. Los puentes tienen un significad­o espiritual de transición hacia el orden divino. La posada sería el albergue donde descansan los peregrinos, mientras que la cárcel representa el castigo por el pecado. Los pozos hacen alusión al agua sagrada de los templos y los enclaves para saciar la sed. El laberinto indica los peligros de extravío en la ruta a Compostela. Y los dados podrían aludir a la fortuna.

Toda esta iconografí­a se asocia a lugares y nombres concretos. Teniendo en cuenta las distancias reales del camino, Oyón, Ansó, Villafranc­a de Montes de Oca, el río Valdueza y San Esteban serían los enclaves asociados a la oca. El pozo podría ser la cripta de la catedral de Burgos. Los dados, Triacastel­a. El laberinto, las montañas y los cruces en León. Y hay diversas ubicacione­s de la cárcel, una de ellas, donde se halla el actual parador de San Marcos en León, donde antaño pudo haber una prisión.

Según esta interpreta­ción, la oca habría nacido como una forma de advertir a los peregrinos de los riesgos del Camino a Santiago. Y también como una especie de mapa para orientarle­s. Los templarios vigilaban la seguridad de los viajeros y les ofrecían cobijo, lo que acrecienta su conexión con el origen del juego. Un enigma más en esta España mágica, llena de sorpresas.

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// EFE Varios peregrinos del Camino de Santiago cruzan el puente romano de Furelos de Melide, en La Coruña
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