ABC (Andalucía)

Poderes ocultos

Sánchez se permite el desahogo de presentars­e como paladín de la resistenci­a a esos ‘poderes ocultos’ a los que sirve con abyección servil

- JUAN MANUEL DE PRADA

REFERIRSE a los ‘poderes ocultos’ que manejan los hilos de la política nacional era considerad­o por los dispensado­res sistémicos de bulas y anatemas un síntoma infalible de conspiraci­onismo. Pero, de repente, es el propio doctor Sánchez, con los labios todavía manchados después de besuquear las almorranas del decrépito Biden, quien se ha vanagloria­do de capitanear «un Gobierno muy incómodo y molesto para una serie de poderes ocultos que tienen intereses oscuros».

Hace falta, desde luego, una jeta de feldespato para proferir tales dislates; pero hace falta, sobre todo, tener la seguridad de que te estás dirigiendo a una horda de zombis a la que puedes mear tranquilam­ente en la jeta y hacerles creer que está lloviendo (¡pese al cambio climático!). El tipo que denuncia los «intereses oscuros» de esos «poderes ocultos» acababa de compromete­rse a duplicar el gasto en ‘defensa’, para regocijo de la industria armamentís­tica, que según nos enseñase Eisenhower en su célebre discurso de despedida como presidente de los Estados Unidos es el «poder oculto» por excelencia.

Pero el tipo que se pavonea de capitanear «un Gobierno muy incómodo y molesto» para los «poderes ocultos» no se conforma con ser un felpudo de la industria armamentís­tica. Ha acatado todas las directrice­s del abuelito Soros, con quien se reunió en secreto en La Moncloa, cuando aún no le había dado tiempo a cambiar el colchón donde sesteaba Rajoy. Ha ordenado destruir centrales térmicas o nucleares que agigantan la debilidad energética española, para satisfacer la burbuja especulati­va de la ‘transición ecológica’ que interesa a los ‘poderes ocultos’. Ha financiado con decenas de millones saqueados al erario público los planes maltusiano­s de Bill Gates.

Ha acelerado los planes de destrucció­n antropológ­ica diseñados por esos mismos ‘poderes ocultos’, para asegurarse que los pueblos chapoteen en el sopicaldo penevulvar, mientras son convertido­s en rebaño misérrimo, según los objetivos de la Agenda 2030. Ha sido, en fin, el caniche más lamerón de esos ‘poderes ocultos’ con ‘intereses oscuros’; pero, consciente de que se dirige a zombis embrutecid­os, a quienes puede seguir sojuzgando mientras mantiene en un estado de ‘pobreza sostenible’, se permite el desahogo de presentars­e como paladín de la resistenci­a a esos ‘poderes ocultos’ a los que sirve con abyección servil.

El doctor Sánchez empieza a parecerse al piamontés Simonini, el protagonis­ta de ‘El cementerio de Praga’, la novela de Umberto Eco, un falsario que se inspiraba en los folletines de Alejandro Dumas y Eugenio Sue para imaginar complots inexistent­es y urdir fantasiosa­s intrigas. Ya sólo resta que el doctor Sánchez, del mismo modo que falsificó su tesis, falsifique unos ‘Protocolos de los sabios de Sión’ (que ahora habrán de ser necesariam­ente de Moscú), para convencern­os de que existe una confabulac­ión de ‘poderes ocultos’ contra su Gobierno de progreso. Y los zombis lo creerán, mientras cae sobre sus cabezas una lluvia refrescant­e.

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