Vientos de la oposición ¡
La libertad de expresión del PSOE consiste en delimitar dónde está la nuestra, la de los crispaos
POR Dios, cómo viene la prensa...! En La Moncloa cogen los periódicos cada vez con más cautela, ¿No podrían ustedes dejar de escribir, por compasión? Sánchez acusa en La Sexta a «poderes oscuros» con «intereses ocultos» de querer derrocarle. «¿Quién es ese poder oculto?», pregunta Ferreras con los ojillos entornados. «No estamos descubriendo América, Antonio. Hay poderes oscuros», responde el otro. Si los españoles han dejado de ser socialistas la culpa es de la prensa no oficialista y la oposición «negacionista», «destructiva».
Qué barbaridad esto de la libertad de expresión, se lamentan los del Sánchezgabinete. El sanchismo ya sólo parece estar con la tele y con la prensa que se agacha para el besapiés. Ahora que la estrella de Sánchez principia a convertirse en un agujero negro en el cielo, la culpa es de los juntaletras. Tanta es la libertad de expresión, y la realidad es que los españoles no están maduros para opinar porque no han leído a Coelho ni a Iván Redondo.
La libertad de expresión del PSOE consiste en delimitar dónde está la nuestra, la de los crispaos.
Contra estas rocosidades de la opinión pública luchan ahora los socialistas, se quejan de la poca consideración de los españoles. Oséase, que acaban de descubrir España, porque aquí la unidad de España, la prensa y la política siempre se ha hecho a contracorriente. Y en tales tesituras doctrinales o se hace usted alborotador o se hace el loco, pero ya nadie se hace el loco.
Se avecina viento y tormenta en el PSOE. Pero puestos a buscar culpables de su desgracia, podríamos pensar en los vientos de opinión que hoy recorren España, y concretamente en la Tramontana, que es un viento que nos enerva. Josep Pla contaba que cuando no es larga e impetuosa, esto es, ‘tramuntaneta’, tiene algunos partidarios: es un aire tónico, que te hace caminar despejado, te abre el apetito, que invita a tener una buena disposición. Pero si sopla fuerte ‘enerva’ y desespera a la gente.
¿Qué pretenden? ¿Que no haya nada sagrado e intocable? Todo lo quieren manosear estos opinadores sin escrúpulos que creen que no debe haber reservas, secretos de partido, razones de Estado. Y ahora, por culpa de estos vientos de la oposición, la mayoría del electorado asocia irremediablemente a Sánchez con un dictadorzuelo. En el fondo, el silogismo del PSOE es muy simple: si España es nuestro cortijo y los españoles son todos unos subvencionados nuestros, el votante que se opone es parte de una «minoría privilegiada», y por tanto un «poder oscuro».
Todo son complicaciones éticas y así de contaminado está el imaginario colectivo de la opinión, ya ni la propaganda del régimen consigue contrarrestar a la prensa libre. Hasta Andalucía ha dejado de ser socialista, fíjense qué poderío tienen hoy los poderes oscuros. Y digo yo que si no fuese para subvertir el orden establecido, ¿para qué iba a pedir o ejercer ningún español la libertad de expresión y de voto?