ABC (Andalucía)

SIN FUSTE El ‘cococinar’

El ‘kokocinar’ ideal vasco dará alas a las figuras del cocinillas

- HUGHES

EL Gobierno vasco ha aprobado un decreto regulando las nuevas condicione­s de habitabili­dad de las casas, que ahora tendrán cocinas más grandes. Más libertad para la mujer, diría un salvaje, pero no, es más bien lo opuesto: se trata de sustituir la cocina pequeña donde solo cabía la mujer por otra en la que pueda haber más de una persona.

Esto es pasar de la cocina chiscón, unipersona­l, donde la mujer pierde su identidad hecha ella misma cocina, robot doméstico, paridora de platos, individuo-estancia, pasar o evoluciona­r hacia otra cosa: la cocina amplia que hiciera posible un cocinar los dos, una cocina vivida en paridad, un ideal, como esas películas americanas en las que hombre y mujer cocinan en pareja, a ser posible tomando una copa de vino tinto mientras charlan de sus cosas. Ese cocinar compartido sería como una extensión de la vida sexoafecti­va: la buena comunicaci­ón se expresaría en la cocina con total naturalida­d, en un reparto de las tareas armónico, equilibrad­o y hasta sexi. Sería el cocinar entre dos, el cococinar (o ‘kokocinar’ eusquérico).

Acabar con la cocinita introduce sin embargo un problema: el cocinilla. Durante milenios, el hombre ha dejado la cocina en manos de la mujer, pero también quiso colaborar, y cuando quiso colaborar, ¿qué encontró? El rechazo. El hombre que merodea en la cocina es visto por la mujer como un intruso y como una molestia: es el cocinillas, el hombre entrometid­o y supervisor que estorba más que ayuda. En la nueva cocina ampliada vasca esta figura podrá encontrar el espacio que necesitaba, lo que no aliviará la situación de la mujer.

Los expertos en igualdad afirman que ahora el problema principal para el reparto equitativo de tareas es definir la gerencia. El hombre colabora, pero es muy cuco y se queda en lo auxiliar; se hace pinche de la mujer, pinche de cocina, y la ‘gerente’ del hogar sigue siendo ella, la que piensa, dirige y planifica, lo más duro.

Acabar con la cocinilla tradiciona­l hacia el ‘kokocinar’ ideal vasco dará alas a las figuras del cocinillas y del ‘hombre pinche’, dos nuevas cargas para la mujer.

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