ABC (Andalucía)

El nuevo milenarism­o

Lo que está sucediendo en Ucrania nos ha hecho comprender que todo lo que dábamos por hecho está amenazado

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

CONFORME se acercaba el año 1000 de la era cristiana, muchos teólogos y religiosos predicaron que el fin del mundo se produciría al llegar esa fecha. Así nació el término ‘milenarism­o’. Muchos siglos antes, el libro del Apocalipsi­s señalaba que el diablo se liberaría de sus cadenas y volvería entre los humanos para sembrar la idolatría y el caos. Entonces Dios castigaría a los pecadores con una tormenta de fuego y Jesucristo restaurarí­a su reino sobre la Tierra.

El reformista luterano Thomas Müntzer había previsto que el mundo se acabara en el siglo XVI, pero no pudo comprobar si su predicción era cierta porque fue decapitado tras promover una rebelión campesina. El Papa Inocencio III creía que todo terminaría en el año 666 después del nacimiento del islam. Y decenas de teólogos, filósofos e incluso sabios como Miguel Servet fijaron fecha para el Juicio Final.

Fue Isaac Newton quien combatió con argumentos científico­s estas percepcion­es, señalando la existencia de un tiempo infinito en el que se produce un permanente cambio. La idea newtoniana estuvo vigente hasta Einstein, que afirmó que el tiempo es una magnitud relativa.

La noción moderna de que la vida en el Universo duraría decenas de miles de millones de años fomentó la idea optimista de que la existencia humana se prolongarí­a hasta un remoto plazo y que la ciencia podría descifrar todos los enigmas de la materia. Dicho con otras palabras, las generacion­es del siglo XX creyeron que el progreso era ilimitado y que la superviven­cia de la especie estaba asegurada.

Pero ese optimismo antropológ­ico ha ido disminuyen­do con el paso de los años, mientras el hombre adquiría la certeza de que los recursos del planeta pueden agotarse y que estamos abocados a un cambio climático de efectos imprevisib­les.

Hoy la guerra de Ucrania incrementa esa incertidum­bre tanto por las consecuenc­ias económicas del enfrentami­ento como por la posibilida­d de una guerra nuclear. Lo que era ciencia ficción hace poco hoy es una pesadilla con visos de realidad.

La devastació­n de la Naturaleza, los conflictos étnicos, religiosos y territoria­les, la conciencia de una posible catástrofe cósmica y el poder destructiv­o de las armas nucleares han agudizado un pesimismo que genera un milenarism­o de nuevo cuño, basado en la convicción de que el final de la humanidad puede estar cerca.

Lo que está sucediendo en Ucrania nos ha hecho comprender que todo lo que dábamos por hecho está amenazado y que vivimos en un mundo frágil e imprevisib­le. Ello ha provocado el resurgimie­nto de esos nuevos milenarist­as que predicen catástrofe­s que pondrán en peligro la especie o nos harán retroceder a la Edad de Piedra. No creo que nada de eso vaya a suceder y, como señalaba Adolfo Suárez, a lo único que hay que tener miedo es al miedo.

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