Sugestivo proyecto
En las admirables intervenciones de Leonor vemos las tendencias y maneras de la Casa Real: un poco más de «sugestivo proyecto de vida en común»
CUANDO se produjo el amago de golpe catalán, también llamado ensoñación, hubo consenso en que las cosas debían cambiar. Algo se estaba haciendo mal y era peligroso seguir por ese camino. Lo pensaban hasta los ‘moderados’, precisamente ellos, agarrados entonces a su fe en el 155.
Han pasado unos años y ¿qué cambios ha habido? Pocos o ninguno. Los políticos fueron indultados y rehabilitados como socios; la TV3 sigue siendo un medio activista, y nada ha cambiado en el modelo lingüístico y educativo, y si cambió fue a peor, como demuestran las recientes palabras del TSJC, «la imposibilidad legal de ejecutar la sentencia dictada» del 25% en español. No es que la Constitución sea papel mojado, es que también lo son las sentencias del Constitucional.
Así las cosas, ¿cómo reaccionó la terrible derecha? Surgió Vox. Los conmocionados por el golpe se agruparon allí y esos dos, tres, cuatro millones de personas fueron estigmatizados como ‘extrema derecha’ hasta discutirse su propio derecho a la expresión política. Esto es curioso: los que reaccionaron políticamente al golpe, unitaristas o españolistas, recibieron, desde ese momento, la sospecha y el maltrato institucionalizado. La presión que había sufrido el constitucionalista catalán, acogotado en octubre de 2017, se transformó en toda España en presión contra ellos. Vox era ‘inadmisible’ salvo si servía para engordar al PP, momento en el que era tolerado.
El PP recibiría también, está en trance de hacerlo, los votos de Ciudadanos. El partido que nació como exitosa contestación al nacionalismo, contestación retórica e intelectual, pues políticamente era ingenua en tanto setentayochista, se diluye y sus votos regresan al PP, al mismo PP, que para colmo es más autonomista de lo que ya era, con Feijóo pulsando la nacionalidad catalana, Moreno Bonilla cuadrándose ante Blas Infante y Ayuso-Almeida coqueteando con el Distrito Federal o la ínsula financiera.
¿Ha cambiado algo entonces? El único cambio institucional quizás haya sido la catalanización de la Casa Real con el discurso anual de Leonor, Princesa de Girona, que no Gerona, pues no puede decir Gerona ni pisarla tampoco.
En las admirables intervenciones de Leonor vemos las tendencias y maneras de la Casa Real: un poco más de «sugestivo proyecto de vida en común». Leonor será políglota, lo es ya, le falta introducir el chino, cosa que sucederá, y no es que sea ‘joven de su tiempo’, es que parece hablarnos desde un futuro de juventud preparada, conectada y con conocimientos de computación. No desde el fondo de los siglos españoles, sino desde un ideal internacionalizado y trilingüe. Por el momento, su voz es generacional, un ángel preocupado por los ‘desafíos globales’, pero percibimos la inercia hacia la ‘commonwealth’ ibérica. Aun asumiéndola, cabe preguntar: ¿habla mucho la Reina de Inglaterra en chino o español? ¿Restringe el Príncipe de Gales su título al galés?