Sindicalismo de salón
Protestas selectivas y exigencias a la carta. Tras quitarse de en medio al presidente del INE le toca al patrón de patrones. Los sindicatos, el misil
LOS sindicatos han perdido la vergüenza. Y los afiliados, pues también. Por eso necesitan reivindicarse. Pero no en las calles, que eso sentaría como un tiro a Mr. Wonderful Sánchez. Mejor delante de la patronal. Es el nuevo sindicalismo de salón, con protestas selectivas y exigencias a la carta. La estrategia se repite y va por barrios. Pero si alguien molesta, fuera. Y tras quitarse de en medio al presidente del INE, que el hombre no hacía más que augurar un menor crecimiento que el de la ministra de la cuestión –Nadia Calviño–, que muchos economistas e instituciones refrendaban y que podría acabar en recesión si no hacemos algo más que gastar que es lo peor para cambiar el paso –vamos, lo que está pasando ya y hasta reconoce el presi y su vice de los mundos de Yupi–, pues ahora le toca a otro señor que no quiere dar su brazo a torcer y aprobar los planes del Gobierno sobre salarios.
Turno, pues, del patrón de patrones, Antonio Garamendi, que en ningún momento ha trasladado no querer negociar para llegar a un pacto de rentas, sino todo lo contrario. Aunque fácil no se lo ponen, de hecho la vicepresidenta de los euros le hace luz de gas mandándole órdenes del día de las reuniones totalmente inventadas.
El caso es que se avecina un otoño calentito. Tengamos o no gas o tengamos o no la luz por los cielos aún. Y los sindicatos han puesto el género dentro por el calor. Con una inflación de más del 10% siguen sin decir ni esta boca es mía. Bueno, sí, a lo más que llegan es a montarle una cacerolada a la CEOE, a ser posible en el auditorio interior, con aire acondicionado y el patio de butacas cerca. Pues... no es la primera vez que los sindicatos utilizan la táctica de concentrarse ante las sedes de las organizaciones empresariales como estrategia de presión ante una negociación del diálogo social. En diciembre pasado, recuerden, convocaron una protesta similar ante el rechazo de la CEOE a respaldar la subida del Salario Mínimo Interprofesional. ¿Y recuerdan qué pasó? Pues eso.
El caso es que ahora el Gobierno dice que va a recaudar 20.000 millones en impuestos y no baja la fiscalidad laboral, mientras proclama un pacto de rentas que consolida el modelo de unos que pagan, hasta la extenuación, y otros que gastan, sin límites. ¿Alguien ha pensado, por ejemplo, en que el Gobierno congele las cuotas sociales mientras corrige la inflación? De eso nada. Los malos de los puros y los cenáculos son los culpables. Ellos y Putin el imperialista. Algo habrán hecho. Ellos sabrán qué.
Seguro que Sánchez, sus sindicatos afónicos y sus fumadores de puros en cenáculos monclovitas estarían mucho más cómodos con algún diletante como Sánchez Llibre al frente de la gran patronal. En eso están, piano piano, y a ver si confunden a Núñez Feijóo con tanta humareda y acepta a Fomento del Trabajo como interlocutor moderado y nada relacionado con el nacionalismo catalán más viejuno e interesado.