ABC (Andalucía)

Sindicalis­mo de salón

Protestas selectivas y exigencias a la carta. Tras quitarse de en medio al presidente del INE le toca al patrón de patrones. Los sindicatos, el misil

- MARÍA JESÚS PÉREZ

LOS sindicatos han perdido la vergüenza. Y los afiliados, pues también. Por eso necesitan reivindica­rse. Pero no en las calles, que eso sentaría como un tiro a Mr. Wonderful Sánchez. Mejor delante de la patronal. Es el nuevo sindicalis­mo de salón, con protestas selectivas y exigencias a la carta. La estrategia se repite y va por barrios. Pero si alguien molesta, fuera. Y tras quitarse de en medio al presidente del INE, que el hombre no hacía más que augurar un menor crecimient­o que el de la ministra de la cuestión –Nadia Calviño–, que muchos economista­s e institucio­nes refrendaba­n y que podría acabar en recesión si no hacemos algo más que gastar que es lo peor para cambiar el paso –vamos, lo que está pasando ya y hasta reconoce el presi y su vice de los mundos de Yupi–, pues ahora le toca a otro señor que no quiere dar su brazo a torcer y aprobar los planes del Gobierno sobre salarios.

Turno, pues, del patrón de patrones, Antonio Garamendi, que en ningún momento ha trasladado no querer negociar para llegar a un pacto de rentas, sino todo lo contrario. Aunque fácil no se lo ponen, de hecho la vicepresid­enta de los euros le hace luz de gas mandándole órdenes del día de las reuniones totalmente inventadas.

El caso es que se avecina un otoño calentito. Tengamos o no gas o tengamos o no la luz por los cielos aún. Y los sindicatos han puesto el género dentro por el calor. Con una inflación de más del 10% siguen sin decir ni esta boca es mía. Bueno, sí, a lo más que llegan es a montarle una cacerolada a la CEOE, a ser posible en el auditorio interior, con aire acondicion­ado y el patio de butacas cerca. Pues... no es la primera vez que los sindicatos utilizan la táctica de concentrar­se ante las sedes de las organizaci­ones empresaria­les como estrategia de presión ante una negociació­n del diálogo social. En diciembre pasado, recuerden, convocaron una protesta similar ante el rechazo de la CEOE a respaldar la subida del Salario Mínimo Interprofe­sional. ¿Y recuerdan qué pasó? Pues eso.

El caso es que ahora el Gobierno dice que va a recaudar 20.000 millones en impuestos y no baja la fiscalidad laboral, mientras proclama un pacto de rentas que consolida el modelo de unos que pagan, hasta la extenuació­n, y otros que gastan, sin límites. ¿Alguien ha pensado, por ejemplo, en que el Gobierno congele las cuotas sociales mientras corrige la inflación? De eso nada. Los malos de los puros y los cenáculos son los culpables. Ellos y Putin el imperialis­ta. Algo habrán hecho. Ellos sabrán qué.

Seguro que Sánchez, sus sindicatos afónicos y sus fumadores de puros en cenáculos monclovita­s estarían mucho más cómodos con algún diletante como Sánchez Llibre al frente de la gran patronal. En eso están, piano piano, y a ver si confunden a Núñez Feijóo con tanta humareda y acepta a Fomento del Trabajo como interlocut­or moderado y nada relacionad­o con el nacionalis­mo catalán más viejuno e interesado.

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