Nuevas y viejas violencias
Serra denuncia como «violencia política contra las mujeres feministas» las críticas por su viaje a Nueva York
De todo esto salimos más pobres, no más fuertes, pero con un máster en violencias bajo el brazo, para colocarnos en un ministerio de progreso. Lo imparte a distancia Isa Serra, taxonomista de un nuevo catálogo de agresiones que deja atrás los paradigmas penales que, anclados en un régimen del 78 que incluso para el PSOE vino a perpetuar el franquismo, nos impiden avanzar por la senda de la democracia real. Invitada al viaje de paso del ecuador legislativo organizado por Irene Montero, la portavoz de Podemos asegura –superado el ‘jet lag’, pero con sueños atrasados de hace un siglo– que las críticas sufridas por las beneficiarias de la correría neoyorquina son una expresión de «violencia política contra las mujeres feministas». Esto entra en examen, por lo del máster. De carácter inmaterial, la ‘violencia política’ no consiste en que Yolanda Díaz prohíba a las excursionistas igualitarias la entrada a la fiesta inaugural de su magno proceso de escucha. Todas fuera. La ‘violencia política’ tampoco se corresponde con el desprecio que exhibe la mitad socialista del Gobierno cuando reconoce que la mesa de seguimiento del pacto de coalición solicitada por Podemos no tiene fecha, y que se tranquilicen un poco, como Aragonès con su otra mesita. Todos fuera. La ‘violencia política’, por no seguir, no tiene nada que ver con el tono cuartelero que Margarita Robles utiliza para desempoderar y ridiculizar a las ministras de cuota. Todas fuera, o a fregar, como dijo una vez la titular de Defensa. La ‘violencia política’ es lo que diga Serra cuando se sienta herida y nos recuerde, violentada, que todo en Podemos, desde el 15-M que lo parió, no fue otra cosa que sentimiento.