Francia, con 200.000 contagios al día, epicentro de la ola europea
Francia vive la séptima ola del Covid-19 en la más profunda incertidumbre ciudadana, política y científica. Se contabilizan más de 200.000 infecciones diarias, los hospitales están en crisis, la comunidad científica se muestra inquieta y el Gobierno solo hace «recomendaciones», dejando que ciudades como Niza anuncien por su lado el uso obligatorio de las mascarillas.
Las hospitalizaciones se habían reducido a 200 casos diarios a finales de junio. Sin embargo, han vuelto a aumentar a un ritmo alarmante, hasta alcanzar los 500 casos los últimos días y el volumen de contagios se remonta al pasado invierno. El número de muertes sigue siendo modesto, entre 45 y 50 por día, pero se ha duplicado en la última semana. Por su parte, los farmacéuticos destacan que crece el número de análisis voluntarios por ciudadanos que se confiesan inquietos por la expansión actual de las dos subvariantes de Ómicron. El Gobierno ha cambiado dos veces en cuarenta días de estrategia y se limita a lanzar consejos que no han clarificado nada y han atizado las incertidumbres. Algunos ya hablan de Ejecutivo «ausente».
«Al borde» del colapso
Élisabeth Borne, primera ministra, «aconseja» el uso de mascarillas en los transportes públicos, lugares cerrados y espacios públicos con aglomeración de gente. Por su parte, Brigitte Bourguignon, exministra de Sanidad, tuvo que afrontar recientemente una huelga de médicos y enfermeras del servicio público hospitalario en protesta por la «degradación» de las condiciones de trabajo. François Braun, el nuevo ministro de Sanidad, lanzó una primera alerta de fondo, el mismo día de su toma de posesión, el lunes pasado: «Nuestro sistema está al borde de sus posibilidades. Debemos tomar muy en cuenta el riesgo de las nuevas variantes. Es necesario volver a usar la mascarilla en el transporte público, lugares atestados y durante las vacaciones».
La Asamblea Nacional, donde hay muchos parlamentarios antivacunas, tenía previsto discutir un nuevo texto legislativo consagrado a la «urgencia sanitaria». La mayoría, mínima, del Gobierno de Emmanuel Macron ha retrasado el proyecto que podría quedar vacío de contenidos importantes.