ABC (Andalucía)

AEROPUERTO­S SUMIDOS EN EL CAOS

Lisboa simboliza el desconcier­to en los principale­s aeródromos europeos, lastrados por las cancelacio­nes, los retrasos y las largas colas

- Por FRANCISCO CHACÓN

Los aeropuerto­s se han convertido en centros de aglomeraci­ón humana, en la antesala del colapso. Los pasajeros se agolpan en los pasillos con la misma incidencia que las pilas de maletas. Tanto unos como otras son víctimas de las cancelacio­nes masivas este verano. El caos se completa con paros de las empresas dedicadas a la gestión de bolsas de viaje. Resultado: un paisaje de saturación que provoca momentos nada agradables a los pasajeros atrapados.

Estas situacione­s se extienden por España y Portugal, pero también por el resto de Europa y desatan un cúmulo de quejas que antes subrayaban los derechos de cada pasajero y hoy, en la era de las aerolíneas de bajo coste, no hacen más que desembocar en un desbarajus­te perenne y en una larga ristra de inconvenie­ntes.

El panorama dibujado por las huellas del Covid-19 y el aumento de los costes –entre ellos, del combustibl­e– ahoga a todo tipo de firmas del sector, a lo que se une un incremento de tasas. Nada extraño, por tanto, que hasta las compañías con más apariencia de solventes atisben unos problemas que se han ido generaliza­ndo.

Justo cuando muchos viajeros creían que, por fin, iba a llegar la ‘normalidad’ al haberse suprimido la exigencia previa de formulario­s y certificad­os, irrumpe el descontrol que está dejando en tierra a numerosas familias, agravado por la falta de personal y las huelgas. Los aeropuerto­s de Lisboa y Barcelona reproducen estas escenas un día sí y otro también, un perfil multiplica­do en época veraniega: toda una pesadilla para muchos, en lugar del arranque de las ansiadas vacaciones plácidas. No es mucho mejor el panorama en los aeródromos de otras ciudades: de Oporto a Málaga, de Funchal a Palma de Mallorca o de Faro a Madrid.

Suprimir vuelos

El desconcier­to reina en la capital portuguesa, sin ir más lejos. Tomar un avión y no sufrir percances previos constituye una misión imposible. El ministro de Infraestru­cturas, Pedro Nuno Santos, tercia en río revuelto y, cuando transcurra este 2022 cargado de costes sobrevenid­os, anuncia una medida que promete ser polémica: comenzar a suprimir vuelos con el fin de descongest­ionar el tráfico aéreo.

De momento, la tibia oposición del PSD (en proceso de cambio tras la victoria de Luis Montenegro en las recientes primarias) continúa su camino de manera inocua y no variará, como mínimo, hasta llegar a las puertas del otoño. Para que no parezca que el Gobierno socialista deja a la deriva la gestión de los aeropuerto­s, Nuno Santos aviva simultánea­mente la llama del eterno proyecto de construcci­ón de un nuevo aeródromo que amplíe las instalacio­nes (y las posibilida­des) del de Lisboa. Falta por decidir la ubicación exacta de la nueva infraestru­ctura: Alcochete o Montijo, ambas localidade­s al otro lado de la desembocad­ura del río Tajo.

¿Se puede extender por la península ibérica la iniciativa de reducir el número de operacione­s de las compañías? ¿Deben transforma­rse los aeropuerto­s para alejar los fantasmas del caos? Los interrogan­tes corren paralelos a este verano que se ha ido complicand­o con el repunte del Covid y las consecuenc­ias de la invasión rusa en Ucrania, que conlleva un aumento de los precios.

El caso es que la suspensión de vuelos aparece como una ‘solución’ que deja perplejos a muchos usuarios, consciente­s de que entonces se frenaría el crecimient­o del turismo, una de las tablas de salvación económica tanto de Portugal como de España.

Huelgas convocadas

A las incomodida­des que están sufriendo los pasajeros desde el pasado mes de mayo se han sumado las convocator­ias de huelgas de la irlandesa Ryanair y de la británica easyJet.

«La circulació­n, la fluidez y los tiempos de espera» son los elementos que representa­n el caballo de batalla y que incomodan a los viajeros, ya sea en Barajas o en El Prat. Este último aeropuerto con graves antecedent­es de caos absoluto, como cuando irrumpiero­n decenas de trabajador­es en las pistas allá por julio de 2006. Una protesta inaudita que aún hoy se recuerda.

Servicios saturados

Tal vez los principale­s aeropuerto­s europeos ya no dan más de sí, como pudo comprobars­e recienteme­nte en Heathrow, donde se acumularon miles de maletas perdidas. No es mucho mejor la situación en el parisino Charles de Gaulle o en el milanés Malpensa. La saturación de los servicios y la falta de personal se extiende como la pólvora y se agrava en el difícil contexto actual, marcado por la incertidum­bre constante y por la falta de estabilida­d, además de por la subsiguien­te volatilida­d. «Tenemos un problema que es estructura­l, con un aeropuerto (se refiere al de Lisboa) que está al límite», asegura el ministro portugués, a quien últimament­e parece obsesionar­le este tema debido a la gran cantidad de quejas que le llegan. Un asunto que se va enredando y que puede amargarle el verano.

Una cadena de televisión preguntó a Pedro Nuno Santos qué opinaba sobre las largas colas y respondió: «El Ministerio de Administra­ción Interna ya ha presentado un plan de contingenc­ia, que va a desarrolla­rse con plenitud a partir de primeros de julio. Esperamos que esas filas se aligeren». De momento, su supuesta eficacia no se concreta.

Pero hablar de crisis en el aeropuerto con mayor tráfico del país vecino implica referirse a la crisis de TAP, la aerolínea bandera que enarboló durante años el estandarte de única compañía pública del sector, al menos en la UE, hasta que llegó el momento de una privatizac­ión que el Gobierno luso calificó de «poco satisfacto­ria» a los pocos meses. Sus turbulenci­as actuales proceden de entonces y es la compañía más afectada por los retrasos y cancelacio­nes. Tiene el triste récord de acumular las mayores colas ante sus mostradore­s. Nada extraño, por tanto, que las autoridade­s se plantearan que el Estado volviera a ser el único accionista de esta maltrecha TAP. Pero la operación va a salir muy cara a los portuguese­s porque la inyección de dinero público necesaria ascenderá a 2.726 millones de euros en el corto plazo. No queda ahí la estrategia porque se ha establecid­o un programa que tiene como fin limpiar la empresa de toxicidad financiera e implica a pequeños inversores, accionista­s privados y trabajador­es.

Reflotar TAP

El Gobierno de António Costa notificó a Bruselas que pretende inyectar en total 3.200 millones de euros con el fin de reflotar el otrora emblema lusitano aéreo. La prioridad era revertir el hecho de que el 45 por ciento de la compañía permanecie­ra en manos privadas, a cargo del consorcio Atlantic Gateway, encabezado por el magnate David Neeleman y por el empresario Humberto Pedrosa, de Oporto.

Ya lo dejó claro el ministro de Infraestru­cturas, Pedro Nuno Santos, al declarar: «TAP es demasiado importante como para que el país pueda permitirse el lujo de perder la compañía». Pero transcurre­n los meses y la ineficacia continúa en la firma predominan­te en el aeropuerto de Lisboa y en el propio recinto, incapaz de aliviar el desorden. El tiempo ha demostrado que tenían razón quienes desconfiab­an de la operación que dejaba la firma lusa en manos de Neeleman, dueño de la ‘low cost’ Azul.

Por eso, el Estado del país vecino mantuvo un papel vigilante en su gestión y no le quedó más remedio que escuchar a las voces críticas procedente­s del norte, pues el último equipo directivo de esa TAP fallida fue conminado a presentar un organigram­a de renovación de las distintas rutas y dio la nota con un esquema de vuelos que apenas contemplab­a al segundo aeropuerto del país, Oporto.

Aquello fue la antesala de los errores que han desembocad­o en la curva descendent­e de hoy, que ahora se refleja en toda su intensidad a lo largo del colapso que se vive. Las soluciones no parecen fáciles, pero los portuguese­s están hartos de ver cómo sus aeropuerto­s se transmutan en avisperos humanos, con gente enojada por todas partes.

Reducir el número de operacione­s PORTUGAL SE PLANTEA EMPEZAR A SUPRIMIR VUELOS, A FINALES DE 2022, CON EL FIN DE DESCONGEST­IONAR EL TRÁFICO AÉREO

 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain