ABC (Andalucía)

Balanza de pagos

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Tuvo gran impacto la noticia que conocimos la semana pasada sobre que Alemania, tras más de treinta años, vuelve a registrar un déficit en su balanza por cuenta corriente. Y no es para menos. La fuerte subida del precio del gas y la peor evolución de sus exportacio­nes han dado la vuelta a su balanza de pagos y por primera vez en mucho tiempo la economía alemana va a necesitar que el resto del mundo financie su crecimient­o. Ha sido precisamen­te esa fortaleza sobre la que se ha construido el milagro económico alemán. Son muy pocos los países desarrolla­dos que son capaces de crecer ahorrando, que es precisamen­te la forma sencilla de entender esas claves macroeconó­micas. Los países desarrolla­dos generalmen­te importan más bienes y servicios que lo que son capaces de exportar, pero no tienen grandes problemas de financiar ese crecimient­o con deuda externa. El ejemplo paradigmát­ico probableme­nte sea Estados Unidos, que lleva creciendo así siempre y nunca ha tenido grandes problemas para atender su deuda externa.

Otro país que crece como Alemania, aunque no sea algo que comenten habitualme­nte los periódicos como consecuenc­ia de lo poco que nos queremos, es España. La mayor parte de los últimos diez años ha sido capaz de crecer ahorrando, esto es con superávit en la balanza por cuenta corriente. Es algo extraordin­ario y consecuenc­ia de la enorme transforma­ción del modelo productivo que acarreó la gran crisis financiera y el pinchazo de la burbuja inmobiliar­ia. Como consecuenc­ia del empuje de los empresario­s españoles, que tras la crisis hicieron de la necesidad virtud, las exportacio­nes españolas medidas como porcentaje sobre el PIB se incrementa­ron más de 10 puntos porcentual­es. Hoy que las exportacio­nes de bienes y servicios representa­n casi el 34% de nuestro Producto Interior Bruto (PIB), España es la segunda potencia exportador­a de la Unión Europea, solo por detrás de Alemania.

Esta es una de las grandes fortalezas actualment­e de la economía española, a la que no le damos la importanci­a debida. A esto hay que sumar el escaso apalancami­ento del sector privado –que tiene su reflejo correspond­iente en la muy buena posición de solvencia de los bancos– y las magníficas dinámicas del sector inmobiliar­io para entender que lo que tenemos por delante en lo económico en España es, si nada se rompe y en cuanto la inflación empiece a relajarse, un futuro extraordin­ario.

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// ABC Boris Johnson dimitió la semana pasada como primer ministro británico

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