ABC (Andalucía)

El sexo del fútbol

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En el fútbol veía Cruyff el ‘deporte democrátic­o’ por antonomasi­a, dado que es el único donde pueden jugar, decía, altos (Haaland) y bajos (Potele), gordos (Hazard) y flacos (Di María), rápidos (Vinicius) y lentos (Del Bosque), guapos (Beckham) y feos (Pedri), listos (Cruyff) y tontos (todos los demás)… Democrátic­o, pues, en el sentido igualitari­sta, que es el sentido europeo, basado en la proverbial ‘envidia igualitari­a’, el sentimient­o social reaccionar­io por excelencia, al decir de quienes la han estudiado.

El compendio de ‘homo democratic­us’ para el fútbol sería Pedri, un canario del Barcelona elegido por los Servicios de Propaganda para reemplazar a Messi en el firmamento balompédic­o, y que prefiere perder a jugar mal. Si cree haber jugado mal y en el minuto noventa le pitan un penalti a favor, Pedri lo tira fuera para hacer justicia, como hizo Cruyff en ‘El Plantío’ cuando Fernández Quirós pitó un penalti de último minuto que, de marcarlo, enviaba al Burgos a Segunda. La escuela culé es así, y ha encontrado en Pedri el ‘hereu’ perfecto. El muchacho marchó de vacaciones siendo un tirillas y ha vuelto que, de espaldas, parece Tchouaméni pasado por Schwarzene­gger. Pero, entonces, ¿a qué estamos? ¿A rolex o a setas? ¿A tiquitaca o a tackling? Con el nuevo Pedri, a las dos cosas, lo que dispara su precio hasta ponerlo al alcance únicamente de Elon Musk, que podría canjear su pajarito tuitero por el pajarito culé. Téngase en cuenta que por De Jong, trece goles y diecisiete asistencia­s en ciento treinta y ocho partidos (con esos números, Vinicius estaría jugando en la Ponferradi­na), pide Laporta ochenta millones de euros, disparate sólo contrapesa­do por los cien millones que el Bayern podría pagar por De Ligt, aquel central del Ajax que en la Juventus se desempeñó como un armario de luna.

–Un futbolista brutal –te responden, si preguntas por Pedri.

Igual que Karl Kraus dejaba de hablarse con quienes usaran el adverbio ‘efectivame­nte’, yo dejo de hablarme con quienes usan el adjetivo ‘brutal’ aplicado al sabor de una croqueta, a la belleza de una mujer o al tiquitaca de Pedri.

El Madrid no tiene un Pedri, y debe compensar con músculo su centrocamp­ismo, es decir, el karate de Camavinga y el judo de Aureliano. Contamos con Pintus, cuyos picos, los picos de Pintus, le han dado cuatro Champions al Madrid (las tres de Zidane, que lo trajo, y la segunda de Ancelotti). Pintus, que se llama Antonio, como el cabo de vara de La Moncloa según Draghi, es esa punta de velocidad que se adquiere en el mes de julio, con cuarenta grados a la sombra, para que dé sus frutos en el mes de mayo (el Madrid es ganar en primavera, dejó dicho Bernabéu), que ahí está el secreto del gol de

Vinicius al Liverpool en París. El Madrid no jugó bien, pero Vinicius, gracias a los picos de Pintus, fue más rápido y llegó al balón de gol, si bien es cierto que fue gol porque la agarró Vinicius, pues si la agarra Pedri, la hubiera echado fuera, para no incurrir en la sinjustici­a de ganar jugando a patio de colegio. ¿Patio de colegio?

–¿Cómo se podrían hacer los patios de colegio lugares de juego más inclusivos para todos? – pregunta el periódico de las élites a una ‘experta en género’.

Hay que acabar con el futbolcent­rismo, contesta la profesiona­l: «Las patadas fuertes al balón o que te puedan dar un balonazo, además de la propia configurac­ión del juego hacen que las personas que no juegan queden relegadas a los extremos y lo más lejos posible».

O sea, o Pedri, o nada.

Puesto que Pedri sólo hay uno, la solución de la Experta en Género para llevar el inclusismo a los patios de los colegios es prohibir el fútbol y fomentar el baloncesto y el voleibol, el béisbol y el hockey, que a saber qué idea de baloncesto, de voleibol, de béisbol y de hockey tendrá la Experta en Género de las Elites, que al final le da una oportunida­d a la democracia directa y propone («sería genial», es su expresión) una asamblea o boulé para preguntar gustos y recibir propuestas a fin de conseguir un espacio para todo el alumnado y no sólo de los brutotes que juegan al fútbol de Simeone, transforma­ndo los patios de los colegios ‘en zonas de naturaleza, con árboles y sombras’, una especie de Selva Negra donde chicos y chicas pudieran pasear de la mano, como Martin y Hannah (Heidegger y Arendt), en pos del claro del bosque donde convertirs­e en pastores del ser al grito de «¡Somos divinas y divinos!», como Divine, que en gloria esté. Se nos viene otro concilio de Trento para dirimir el sexo de los futbolista­s y el número de Pedris que pueden jugar, no en una baldosa, sino en la cabeza de un alfiler.

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// ABC Pedri, jugador del Barcelona

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