Jesuita y científico experimental
El jesuita y sacerdote ha fallecido a los 77 años, después de dedicar décadas al sacerdocio
on muchos los integrantes de la Compañía de Jesús que han destacado y destacan por el cultivo de la investigación científica, al igual que otros muchos lograron la excelencia en Teología, Espiritualidad y trabajo pastoral. La muerte del profesor Guillermo Giménez Gallego SJ proporciona la ocasión propicia para glosar cómo la vocación religiosa se puede acompañar de un compromiso con la búsqueda de la verdad, también a través del cultivo de las ciencias experimentales.
Guillermo Giménez ingresó en el Noviciado jesuita de Córdoba en 1963. Desde entonces, recorrió la exigente trayectoria de maduración y discernimiento propios de orden en la que sintió su llamada. En las etapas de noviciado, juniorado y magisterio, efectuó sus estudios de Filosofía y Teología, pero también de Ingeniería Técnica y de Ciencias Biológicas, en la que llegó a doctorarse. Centros y universidades de Alcalá de Henares, Madrid y Granada fueron ámbitos apropiados para su formación, tan completa y envidiable como la que proporciona el profundizar en todas esas disciplinas.
Tras un periodo de investigación en Estados Unidos (1984-88), se integró definitivamente en España en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Desarrolló investigación de alto nivel sobre los factores de crecimiento de fibroblastos, una familia de proteínas con propiedades de gran interés y con impacto en procesos, como la generación de nuevos vasos sanguíneos y también en el desarrollo de tumores. Su acierto en la investigación se basa, como suele suceder, en la elección acertada de un sistema experimental, con ello fue capaz de crear una escuela científica con destacados discípulos. Así lo atestiguan las bases de datos de investigación que todo el mundo puede consultar.
Pero Guillermo también supo responder a otras llamadas, siempre con la humildad y discreción que le caracterizaron. Durante un largo periodo de tiempo fue director de un emblemático instituto del CSIC, el Centro de Investigaciones Biológicas (hoy CIB Margarita Salas).
Con sabiduría y prudencia orientó y asentó las tareas de un centro que buscaba su papel en el momento en que otros institutos del CSIC despuntaban con una mayor especialización. Giménez entendía bien las capacidades y las inquietudes del prójimo investigador. Siempre tenía a mano un consejo o un asesoramiento acertado para quien lo precisara, de lo que da fe el autor que con emoción escribe estas líneas.
Guillermo Giménez recibió premios y reconocimientos, como el de académico de número de la Real de Farmacia (ingresó en 2004). También pudo desempeñar trabajo pastoral, y como sacerdote jesuita diversas tareas como superior cuando le fueron encomendadas. Su vida encarna de lleno la máxima ignaciana de los ejercicios espirituales: «En todo amar y servir». A ello consagró sus abundantes talentos, para amar y servir con eficacia. Ya descansa en paz.