EL ‘OTRO’ PSOE SÍ TIENE MEMORIA
Nuevos dirigentes de la ‘vieja guardia’ del PSOE se suman a las críticas a Sánchez por pervertir la historia con su Ley de Memoria Democrática, y por pactar con Bildu para blanquear a ETA
EDITORIALES
POCO a poco algunas voces en el PSOE van alzándose contra Pedro Sánchez. La semana pasada, ABC dio cuenta de cómo varios miembros de la llamada ‘vieja guardia’ del felipismo se oponían frontalmente a la manipulación de la historia que hace el proyecto socialista de memoria democrática, sobre todo al incluir por exigencia de Bildu que en la nueva ley hubiese un reconocimiento expreso a miembros de ETA asesinados durante la ‘guerra sucia’ hasta 1983. Es decir, hasta un año después de que empezase a gobernar el PSOE. Ahora lo ha hecho también la Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición, que incluye entre sus miembros a antiguos ministros y relevantes altos cargos socialistas como Julián García Valverde, Julián García Vargas, Javier Sáez de Cosculluela, Javier Rojo, Juan José Laborda, José Rodríguez de la Borbolla o Francisco Vázquez. «No aceptamos que el pacto constitucional sea objeto de una tergiversación injusta y ajena a la verdad histórica», sostienen textualmente. Tampoco aceptan que se considere sospechoso o dictatorial el periodo que transcurrió entre 1978 y 1983, cuando ya se había aprobado la Constitución y se habían celebrado tres elecciones generales, un referéndum, dos municipales y varias autonómicas. Pero sobre todo, lo que les indigna es el hecho de que Pedro Sánchez haya tenido que blanquear a Bildu y pactar con ellos una claudicación jurídica de estas características a cambio de sus votos para otras leyes. En realidad, es una enmienda a la totalidad del PSOE contra sí mismo y contra su historia a cambio de dar la razón a la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, cuando arguye que esta ley servirá para «poner en tela de juicio la modélica Transición». Viene a ser tanto como que Sánchez deja de reconocer como modélica una Transición que cientos de dirigentes socialistas desde entonces siempre catalogaron como tal.
En cualquier caso no deja de ser llamativo que nadie de la actual dirección socialista haya siquiera puesto en cuestión la idoneidad de este texto legal, que Moncloa prevé aprobar este jueves con los votos de los nacionalistas vascos y los independentistas catalanes, aparte de Podemos y de Bildu. Rodríguez Zapatero, promotor de la ley antecesora de este proyecto, basado en el sectarismo y un revisionismo histórico desenfocado y revanchista, ha asegurado, en alusión indirecta al propio Felipe González, que no conviene criticar una norma sin haberla leído. González se limitó a sostener que «no me suena bien». Ahora, estos altos cargos, que sí conocen el texto, han expresado más irritación que disconformidad. Pero el silencio entre los socialistas controlados por Sánchez, es decir, la inmensa mayoría, dice mucho de en qué se ha convertido el PSOE. Si lo que impera es el temor a disentir, malo. Y si lo que ocurre es que los actuales dirigentes están de acuerdo con equiparar a los etarras con benéficos demócratas, y con esta sobrevenida alianza de complicidades con Bildu, peor.
Haber elegido la semana de los homenajes a Miguel Ángel Blanco veinticinco años después de su asesinato para dar luz verde a esta ley es un nuevo baldón en la ejecutoria de Sánchez al frente del Gobierno. Cuando el PSOE haga autocrítica electoral a puerta cerrada, tendrá un motivo más para saber de primera mano por qué cada vez que se asocia con partidos como Bildu pierde a más ciudadanos en las urnas.