ABC (Andalucía)

«Hay que evitar el odio de quienes consideran héroes a los etarras»

► Fue el líder sereno que convirtió la ira de su pueblo en un ejemplo de unidad y valentía contra ETA

- Alcalde socialista de Ermua entre 1991 y 2018

Carlos Totorika

Carlos Totorika (66 años) fue alcalde de Ermua durante casi tres décadas. Su figura y comportami­ento ejemplar aquellos días estarán siempre ligados al secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, que rememora para ABC.

—¿Cómo recuerda lo que ocurrió hace 25 años?

—Fueron momentos duros, con mucha angustia y la dificultad de gestionar la presión ambiental, la ira y el disgusto de toda una sociedad. También fue una gran pelea contra ETA en la que superamos el miedo.

—¿Qué sintió cuando comunicó que habían asesinado a Miguel Ángel?

—A la gente le salió una rabia, ira y angustia inmensas. A mí me preocuba mucho porque había ganas, y era humanament­e muy comprensib­le, de pillar a alguno de HB y darle una paliza. Conseguimo­s convertir todo aquello en una energía positiva.

—¿Qué le trasladaba­n los vecinos durante aquellos días?

—Sentíamos que nosotros teníamos que dar pasos para dejar claro qué pensaba Ermua y desde luego no iba a ser con silencio o resignació­n. Nos sentíamos todos amenazados en nuestros derechos y libertades, como no compartir esa ideología fanática de que la patria lo justifica todo, incluso matar.

—¿Por qué Ermua se levantó contra ETA de esa forma tan admirable?

—Entre otras cosas porque pusimos en valor el factor humano de ese crimen desde el minuto cero. ETA cosificaba a sus víctimas con la teoría del conflicto político y toda esa basura que difundían la banda terrorista y Herri Batasuna.

—¿Y por qué más?

—Como todos los municipios vascos, sufríamos dianas con el nombre de personas o pintadas amenazador­as, pero aquí las borrábamos, aunque no fuera fácil. Gracias a eso no sufríamos la presión que se vivía en la mayoría de localidade­s vascas. —¿Ayudó también la idiosincra­sia sociológic­a de la ciudad?

—Ermua tiene una gran variedad de orígenes y la pusimos en valor apoyando los centros de Andalucía, Extremadur­a, Galicia, Castilla y León y Castilla-La Mancha. Siempre apoyamos el orgullo de la tierra donde uno nace. Eso también marcó la diferencia, porque una de las fortalezas de HB y ETA era machacar con que sólo se podía ser vasco siendo nacionalis­ta y aplaudiend­o sus salvajadas.

—¿Cómo le cambió aquello?

—Me confirmó que la defensa de las libertades es un bien que nunca se puede dar por seguro, sino que toca trabajarlo en diferentes momentos. Y este fue uno de ellos.

—Usted mantuvo la serenidad en un momento muy difícil, incluso yendo a apagar el fuego que algunos prendieron en la sede de HB.

—No tuve grandes dilemas por mis valores desde niño basados en el respeto y en que la violencia es inadmisibl­e. No podía permitir que sucedieran esas cosas. Por eso dije desde el principio que, en la medida de lo posible, no debíamos odiar. Aunque nos lo pidiera el cuerpo, que nos lo pedía, pero así no se puede construir.

—¿Pensó en dejar la política o alguien de su familia se lo pidió?

—No. Y mi familia ya me conoció en esa faceta, no me presionó para ello.

—¿Esta tragedia hizo a Ermua más libre que el resto del País Vasco?

—Sí y prueba de ello es que, tras cada asesinato posterior, había una manifestac­ión con miles de personas porque la gente se sentía libre. Nos podían matar, pero por lo menos les queríamos decir que eran asesinos, cosa que en otros municipios no se pudo hacer durante mucho tiempo.

—¿Qué queda del espíritu de Ermua?

—Se ha manoseado mucho, pero la gente experiment­ó la satisfacci­ón de superar el miedo con esas movilizaci­ones. Creo que los movimiento­s sociales tienen un periodo de caducidad, responden a una coyuntura, pero aquello fue decisivo en la lucha contra ETA.

—¿Cuál sería el mejor homenaje para Miguel Ángel y su pueblo?

—Que aquellas movilizaci­ones merecieron la pena y sentaron las bases para derrotar a ETA. Y que aprendamos la lección para construir una sociedad plural. Es una tarea pendiente, por eso hay que seguir trabajando en la verdad histórica para evitar ese odio de quienes consideran héroes a los etarras que salen de la cárcel.

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