ABC (Andalucía)

Sorolla, fundido a negro

▶ El museo del pintor revisa su producción en la que la paleta se tiñe de colores sombríos, alejada de sus luminosos lienzos

- NATIVIDAD PULIDO

La cultura en España está de luto por la muerte de José Guirao, brillantís­imo gestor, hombre culto, elegante, con don de gentes y trato exquisito, además de un fino sentido del humor. Cualidades de las que la política no anda muy sobrada que digamos. Quienes tuvimos la suerte de conocerlo lo echaremos de menos. Hasta la paleta de Sorolla, pintor de la luz y el color, del sol y el Mediterrán­eo, se ha fundido a negro. Acostumbra­dos a sus luminosos lienzos de playas, a sus amables escenas familiares, a sus blancos infinitos, llama la atención este otro Sorolla más sombrío y melancólic­o, pero no menos interesant­e. Pintó la España blanca, pero también esa España negra retratada por Solana y Zuloaga. El Museo Sorolla de Madrid abre, desde hoy hasta el 27 de noviembre, una exposición centrada en este Sorolla ‘noir’ que emplea, con igual maestría, una riquísima gama de grises y negros. El comisario, Carlos Reyero, ha selecciona­do 62 obras.

Decía Van Gogh que Frans Hals utilizó en sus lienzos al menos 27 negros distintos. Es un mundo en sí mismo. El uso que hizo Sorolla de él para sugerir estados poéticos y anímicos proviene de la tradición española (Velázquez, El Greco y Goya). El primero está presente en ‘María vestida de velazqueña’; el segundo, en un retrato inédito de Manuel Bartolomé Cossío (al fondo aparece ‘El caballero de la mano en el pecho’); el tercero, en ‘La sorpresa de Zahara’, una obra muy goyesca. Pero también viene de la pintura internacio­nal: Manet y especialme­nte, Whistler. Sorolla era un hombre cosmopolit­a.

El gris se considerab­a un color moderno, capaz de crear atmósferas líricas, como se aprecia en la galería de retratos, especialme­nte masculinos, presentes en la primera sala. Pero también los hay femeninos, como el de su esposa con mantilla negra. En una carta a Clotilde escribe: «Hoy he encargado tu traje negro en seda: será una preciosida­d por lo sencillo, y me imagino el retrato bonito que voy a hacer». Lo hizo (le puso una flor amarilla en la cintura) y hoy cuelga en el Metropolit­an neoyorquin­o. No ha viajado esta vez. Ya estuvo en la muestra ‘Sorolla y la moda’.

Aprendió que el negro intensific­a, potencia los colores y acentúa, como ningún otro, los contrastes de luz y oscuridad

Misterio y oscuridad

Hay en Sorolla un uso simbólico del negro, asociado a lo siniestro y tortuoso, a la tristeza y la melancolía, al mal y la muerte, para abordar asuntos espinosos y amargos. Es el caso de su célebre obra ‘Trata de blancas’, donde plasma el oscuro mundo de la prostituci­ón. Aparece a la derecha de la composició­n una alcahueta, de riguroso negro. O en el estudio para ‘¡Otra Margarita!’, un lienzo negrísimo en el que retoma este personaje del ‘Fausto’ de Goethe. La escena tiene lugar en un vagón de un tren: una mujer acusada de haber abortado para salvar su honra es escoltada por unos guardias civiles. Apenas se distinguen las figuras. No solo le gusta pintar a reyes (el retrato de la Reina María Cristina, estudio para ‘La Regencia’, luce espléndido tras ser restaurado), aristócrat­as, intelectua­les y a su familia; también se interesa por tipos populares, adustos, recios, de vidas duras, como ‘El segoviano’ o ‘Bebedor vasco’, así como por los nazarenos de la Semana Santa: «Tienen un misterio que conmueve».

Aprendió Sorolla que el negro intensific­a, potencia los colores y acentúa, como ningún otro, los contrastes de luz y oscuridad, y proporcion­a una dimensión emocional. Pintó barcas de pescadores varadas en la arena, cuyas sombras son violetas. Le fascinaban las estampas japonesas (se exhibe uno de los tres álbumes que coleccionó), en las que el negro define y equilibra las figuras y los objetos. «¿Qué os ha hecho el negro?», cuentan que preguntó un día Joaquín Sorolla a sus discípulos.

No le gustaban los días grises y lluviosos, porque no podía pintar al aire libre, pero le interesaba­n los matices de la luz. En uno de esos días ‘feos’ para un valenciano que llevaba la luz en el ADN fue capaz de crear una obra maestra, ‘Días grises en la playa de Valencia’, de una colección particular. Cierra la exposición un retrato inacabado de su hija María pintando. Una joya inédita de Sorolla. Negro que te quiero negro.

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// MUSEO SOROLLA ‘Clotilde con mantilla negra’ (1919-1920)

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