ABC (Andalucía)

El relevo que ilusiona a la canasta nacional

▶ La generación del 2005, plata en el Mundial sub-17, recuerda a los júniors de oro que cambiaron para siempre la historia del baloncesto español

- EMILIO V. ESCUDERO

En las entrañas del Martín Carpena, nada más superar a Francia en semifinale­s, los chicos de la selección española sub-17 reciben una visita inesperada. De repente, a la fiesta del vestuario se unen Pau Gasol, Felipe Reyes, Juan Carlos Navarro y Carlos Cabezas. Miembros del equipo que se alzó con el único Mundial júnior de España e ídolos con los que han crecido durante su niñez. Estrellas de la época dorada del equipo nacional que escenifica­ron en Málaga lo que pretende ser un relevo generacion­al que impulse la ilusión en la selección para los próximos años. Porque, agotados ya aquellos júniors de oro, en la canasta nacional se abre paso otra generación que pide paso con la misma fuerza y la misma ausencia de complejos que exhibía aquella.

El grupo dirigido por Javier Zamora tuvo que conformars­e el domingo con la plata tras caer en la final (6779). En el duelo ante la todopodero­sa Estados Unidos –invicta desde que se inauguró la primera edición de la Copa del Mundo de la categoría en 2010 (44 victorias y ninguna derrota)– se llegó a soñar, pero terminó cediendo el equipo nacional ante el poderío físico de los americanos. Un apagón de tres minutos al final del tercer cuarto sepultó las opciones de la selección, incapaz de reengancha­rse luego al partido. Derrota que dejaba un mal sabor de boca entre los chavales y esa es quizá la mejor noticia para el futuro.

Porque cualquier otro equipo se habría conformado con llegar hasta ahí, pero esta generación del 2005 –con excepción de Hugo González, el benjamín del grupo con solo 15 años– sentía viva la decepción por haber perdido. Sensación de tristeza que deja entrever su ambición. «Nos quedamos con un mal sabor de boca al final porque competimos muy bien durante la primera mitad y buena parte de la segunda, pero un puñado de errores en tres minutos de desconexió­n nos han penalizado», reconocía Izan Almansa, elegido mejor jugador del torneo a pesar de la derrota.

Él es la cara visible de un equipo pleno de talento en el que todos cumplen un rol importante. El pívot murciano, formado en la cantera del Real Madrid, dio el salto hace unos meses a la liga

Overtime Elite, un proyecto privado de Estados Unidos en el que han invertido el dueño de Amazon Jeff Bezos o Kevin Durant, entre otros, y que es una especie de academia de élite para los mejores talentos del mundo. Allí se ha hecho un hueco este murciano de padre estadounid­ense que ha dominado las estadístic­as de España en el Mundial (12,1 puntos y 11,9 rebotes).

Talento y compromiso

Junto a él, la alargada figura de Aday Mara (2,20 metros y 16 años) formaba un juego interior temible para los rivales. El maño es un pívot atípico, con una capacidad de pase inusual que le hace llamar la atención de las franquicia­s de la NBA a pesar de que su presencia en el draft debe esperar aún unos cuantos años. La puntería de Lucas Langarita, el otro español en el cinco ideal junto a Almansa, el descaro del madridista Hugo González o la imaginació­n del base Conrad Martínez dibujan un paisaje magnífico para el baloncesto nacional. Esperanza que ha calado dentro de la propia Federación, feliz por la explosión de esta generación y por una organizaci­ón modélica del torneo disputado en Málaga.

«La irrupción de la generación del 2005 ha provocado una avalancha de entusiasmo por el baloncesto que recuerda mucho a la que provocaron los júniors de oro. Como en su caso, estos chicos han llegado aportando calidad, frescura y descaro, además de la ambición que caracteriz­a a los equipos campeones. Han ganado para España la primera medalla mundial en formación desde hace muchos años, pero estoy convencido de que, muy pronto, esa plata se convertirá en oro», explica a ABC Jorge Garbajosa, satisfecho por ver cómo el trabajo en las categorías inferiores sigue dando sus frutos para el baloncesto español.

La plata conseguida el domingo es la tercera en una Copa del Mundo juvenil, que se suma al bronce sub-19 de 1995 y al oro de esa misma categoría de cuatro años después, el conquistad­o por los júniors de oro en Lisboa. Que hayan pasado 23 años desde el último podio mundial de formación explica bien la magnitud del logro alcanzado por la sub-17 en el Martín Carpena.

Javier Zamora

Selecciona­dor sub-17

«Son un grupo humano maravillos­o, con un gran espíritu de lucha y muy poco egoístas en la cancha»

Jorge Garbajosa

Presidente de la Federación

«El entusiamo que genera esta nueva generación recuerda al que provocaron en su día los júniors de oro»

Izan Almansa

MVP del Mundial sub-17

«Nos quedamos con un mal sabor, porque competimos muy bien y un puñado de errores nos penalizaro­n»

Tiempo y oportunida­des

Al frente del proyecto, como capitán del barco, ha estado Javier Zamora, un técnico joven, pero con sobrada experienci­a en los banquillos. A pesar de contar con solo 37 años lleva más tiempo dirigiendo equipos que sin hacerlo. Una lesión de rodilla le alejó de las canchas y le lanzó a la pizarra con solo 18 años. Desde entonces ha pasado por todas las categorías –incluyendo una etapa en el Estudiante­s en la ACB– y ahora disfruta modelando a estos chavales mientras continúa con su carrera en Menorca, en la LEB Plata. «Son una generación estupenda. He tenido la oportunida­d de trabajar con muchos

grupos de chavales y no diría si son mejores o peores, pero sí que son especiales. Un grupo humano maravillos­o, con un gran espíritu de lucha y muy poco egoístas», explica a ABC el técnico, que reconoce que el apoyo de los júniors de oro ha sido determinan­te para alcanzar el éxito en el campeonato.

«No solo han estado en la grada, sino que han acompañado a los chavales, les han dado su apoyo y han demostrado que son tan especiales fuera de la cancha como lo eran dentro. Luego ya, si tienen algo en común ambos grupos solo el tiempo lo dirá. La generación del 80 será irrepetibl­e por muchas razones. Ellos nos han hecho vivir los mejores años del baloncesto español y, aunque creo que la comparació­n es lógica y natural, hay que dar tiempo a estos chicos y ofrecerles oportunida­des para que puedan demostrar su calidad. Se parecen en que son un grupo de talento, sin miedo y con ambición, pero no hay que cargarles con más peso del necesario en la espalda. Para mí, poder acompañarl­es en este viaje ha sido un auténtico placer que espero poder repetir en el futuro», apunta el entrenador.

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// FEB La selección española sub-17 celebra la plata en el Mundial

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