Botijos usados, el nuevo negocio del frío en internet
Se han convertido en una cerámica de culto en la redes, donde se llegan a pagar más de 200 euros por algunos ejemplares de segunda mano fabricados en alfarerías de la región
A veces las ofertas en web por los búcaros superan en precio a las de los frigoríficos que están en mal estado
Al igual que la manguera es el parque acuático del pobre, el botijo o búscaro, es la nevera del andaluz sin posibles, la alternativa en barro a la eficiencia triple A del congelador no frost. Y también un objeto relativamente cotizado en internet, el gran escaparate de los búcaros usados de la región. En el portal de milanuncios son numerosas las ofertas de cerámica contra la sed con membrete andaluz. Algunas de ellas no desentonarían en una puja de Sotheby’s.
El precio de determinados botijos andaluces de segunda mano acredita que no están hechos para alojar una sencilla agua del grifo. Con Solán de Cabras, como mínimo, habría que llenar un búcaro modelado en la fábrica de cerámica y azulejos de Granada que se vende en internet a 100 euros. De la misma provincia parte la oferta de una botija con dos siglos de antigüedad cuyo valor de mercado, a fin de equiparar tiempo y dinero, asciende justo a 200 euros.
Cambio por tele
Un vendedor del municipio jiennense de Arquillos vende su botijo por 90 euros, si bien precisa que aceptaría cambiarlo por una televisión de 32 pulgadas o por una bicicleta estática. Otro vendedor de la provincia, en este caso de Andújar, oferta 2 botijos de piña hechos a mano por 60 euros. En Úbeda, el propietario de una lechera y una botija de cerámica con el cuello «un poco roto» vende ambas por 45 euros. Puntualiza que las encontró en una cueva.
Un enorme botijo (56 centímetros de alto por 40 de diámetro) con el dibujo de un futbolista del Málaga se vende por 75 euros en Antequera. Por 5 euros más oferta dos botijas un vecino de Jerez de la Frontera. Esas quitan la sed, no como bodegón con botijo que por 15 euros vende un vecino de Almería. Por el mismo precio se vende un botijo y un macetero en el municipio jiennense de Jódar.
Hay botijos aún más baratos. En Almería, el propietario de uno con forma de pájaro lo vende a 11 euros. Por tres menos oferta un residente de Estepona un búcaro con estampado azul sobre fondo blanco. Entre ambos precios, a 9 euros, vende un malagueño un botijo ilustrado con la Virgen del Rocío. En Úbeda se vende un botijo grande, de 37 centímetros de altura por 20 de diámetro, por apenas 8 euros. El propietario aclara que requiere una limpieza por fuera.
El sistema de enfriamiento del botijo no es complejo. El agua se filtra por los poros de la arcilla y en contacto con el ambiente exterior se evapora, enfriando la que queda dentro, la calidad del barro y su curación para eliminar el sabor a arcilla marca las diferencias.
Para el botijo, segunda residencia del agua, el frigorífico es el mayor de sus rivales. Compiten ambos en internet, donde se vende por 200 euros la nevera averiada de un vecino de Granada, que advierte al comprador de que el electrodoméstico está en perfecto estado, pero su problema, aclara, «es que no enfría». En Sevilla se oferta por 90 euros un frigorífico que sí que funciona. Tiene, sin embargo, un defecto: «Lo que pasa es que está un poquito sucio».
El competidor eléctrico
En Baeza el propietario de un frigorífico que adolece de un fallo en el evaporador lo vende por 5 euros. Sin defecto se vende una nevera de fabricación alemana en Granada por 180 euros y por 30 euros menos se vende en Brenes un refrigerador de apenas un año de uso porque ssu dueño requiere uno de mayor tamaño, si bien menor que el de la cámara frigorífica que un vecino de Nerva vende por 450 euros con el gas «recién echado».
También parte de Nerva la oferta de una nevera de butano casi nueva cuyo propietario adquirió por 1.000 euros y vende por 500. Por la mitad oferta un frigorífico «enorme y muy nuevo» un vecino del municipio gaditano de San Fernando, en tanto que en la población onubense de Ayamonte se vende por 60 euros un botellero cuyo motor se enciende, pero no enfría. Su dueño aclara que no lo ha llevado a arreglar «a ningún sitio».