ABC (Andalucía)

Un defensor de medio pueblo

Rafael Ribó deja el Síndic de Greuges tras 18 años en el cargo alineado con los movimiento­s independen­tistas

- DANIEL TERCERO BARCELONA

Rafael Ribó (Barcelona, 1945) dio ayer el testigo a Esther Giménez-Salinas (Barcelona, 1949) al frente del Síndic de Greuges en un acto en el Parlamento de Cataluña. Giménez-Salinas fue elegida para el cargo de defensora del pueblo autonómica el pasado 30 de junio con 91 votos a favor (PSC, ERC y Junts) y 39 en contra (Vox, CUP, comunes, Cs y PP). Su mandato concluirá en 2028. Al acto de toma de posesión asistieron, además de Ribó, el presidente de la Generalita­t, Pere Aragonès, la presidenta del Parlamento catalán, Laura Borràs, y, entre otros, el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo.

Giménez-Salinas señaló, durante su discurso, que trabajará «con rectitud e imparciali­dad». La nueva síndica defendió la «justicia restaurati­va» como eje central de su mandato, en contra de la justicia penal, que considera «obsoleta». En esta línea, defendió modificar el delito de sedición para rebajar sus penas y apostó por evitar «la judicializ­ación de muchos conflictos políticos», que se podrían resolver mediante pactos. «Tengo confianza en el pacto y el diálogo», añadió.

Giménez-Salinas es licenciada en Derecho por la Universida­d de Barcelona, fue rectora de la Universida­d Ramon Llull y miembro del Govern catalán con Jordi Pujol en el Consejería de Justicia (1995). Entre 1996 y 2001 fue miembro del Consejo General del Poder Judicial a propuesta de CiU y PP, en el marco del pacto del Majestic con el que los nacionalis­tas catalanes apoyaron la investidur­a de José María Aznar (PP) y dieron apoyo a los populares en el Congreso durante la primera legislatur­a de Aznar (1996-2000).

Un síndico polémico

De esta manera, Ribó pone punto y final a su carrera como Síndic de Greuges, que arrancó en 2004, cuando Pasqual Maragall (PSC) era el presidente autonómico, y para la que se fijó como objetivo «ser temido por la Administra­ción y querido por la gente», una premisa que más bien podría ser justo lo contrario, visto el resultado de su larga historia al frente de la institució­n estatutari­a, y analizando los últimos años en los que se ha posicionad­o claramente a favor de las tesis independen­tistas, en contra del Estado de derecho y la aplicación de las sentencias a favor del bilingüism­o.

Antes de ser Síndic, Ribó fue diputado en el Congreso (entre 1993 y 1995) y en el Parlamento catalán (de 1980 a 1993 y de 1995 a 2003). Toda una vida en los cargos públicos. En los últimos años se convirtió en defensor de los líderes nacionalis­tas. Quim Torra, por ejemplo, siendo presidente de la Generalita­t, le encargó un informe sobre la pertinenci­a o no de retirar los lazos amarillos de los edificios públicos, pese a la orden de la Junta Electoral Central y los tribunales. Hace solo unos meses, salió en defensa de la Consejería de Educación dando argumentos a esta para incumplir la sentencia del 25 por ciento de español en las aulas.

Tras la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón, Ribó se autonombró defensor de los políticos independen­tistas y centró sus quejas contra cualquier actuación de la Guardia Civil o la Policía Nacional. Con este objetivo, las reclamacio­nes de los partidos y las entidades no nacionalis­tas cayeron en saco roto, lo que supuso que desde este sector se pidiera insistente­mente su dimisión.

La posición de Ribó en defensa del nacionalis­mo catalán, sin embargo, no ha sido algo nuevo de los últimos años. Lo ha hecho desde su versión teórica de izquierdas –’Sobre el fet nacional’ (1977) y ‘Catalunya, nació d’esquerra’ (1988) son dos de sus libros publicados–, a pesar de formar parte de una familia burguesa del catalanism­o. Su padre fue uno de los secretario­s dedicados a las finanzas de Francesc Cambó, prohombre catalán que financió a los sublevados en 1936.

Entró a militar en el PSUC en 1974 y tres años después ya formaba parte de su Comité Central. En 1986 se hizo cargo de las riendas del partido y un año después lo diluyó en ICV, pese a que mantuvo la Secretaría General hasta 1997. Lideró ICV hasta el año 2000 (menos entre 1993 y 1996) y uno de sus objetivos fue evitar que IU tuviera predicamen­to en Cataluña. Sus enfrentami­entos con Julio Anguita (en 1997, por este motivo) quedan para la historia.

A partir del año 2000, se trabajó ser el elegido para sustituir a Anton Cañellas como Síndic de Greuges. Lo consiguió en 2004. Más allá de la acusación de parcialida­d ideológica, sus 18 años quedarán marcados por su alto coste en viajes (entre 2010 y 2011 se gastó unos 150.000 euros en 50 viajes por todo el mundo), la forma en la que se reformó la ley para que pudiera repetir en el cargo (2010), la acusación a los pacientes del resto de España del déficit sanitario de Cataluña y su relación con un empresario vinculado al 3% que le costeó dos viajes para ver al F. C. Barcelona, en 2009 y 2015.

Para 2022, Ribó tenía asignado un salario de 131.960,78 euros. Deja a Giménez-Salinas una institució­n con un presupuest­o de 7 millones, de los que 6,1 millones son para las remuneraci­ones de los 76 empleados.

Ribó fue elegido al poco de llegar Maragall. Ha visto pasar al exalcalde de Barcelona y a Montilla, Mas, Puigdemont y Torra

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// EFE Rafael Ribó cede el testigo a Esther Giménez-Salinas

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