ABC (Andalucía)

¿Cuánto nos importa el bosque?

España sólo dedica un 0,2% de los ingresos del Estado a prevenir y combatir los incendios forestales

- JOHN MÜLLER jmuller@abc.es

La ola de calor ha traído incendios devastador­es y se ha llevado vidas por delante. Se asegura que el calentamie­nto provocará cada vez más superincen­dios, porque agrava las situacione­s de base que los propician: alta temperatur­a, baja humedad y viento. A eso se une la falta de limpieza de bosques y montes, agravada por una visión ecologista radical que impide pastar o recoger leña en ciertos entornos y por la pérdida de población rural que antes se ocupaba de estas tareas.

A finales de junio ya se habían quemado en España unas 70.000 hectáreas, casi la misma superficie que en 2021. La prevención y lucha contra incendios está descentral­izada en España. Por lo mismo, es difícil establecer un coste total de estas desgracias. Los cálculos más fiables hablan de unos 1.000 millones de euros al año. Se gastarían 600 millones en tareas de extinción y control y unos 400 millones en prevención. En esta cifra coinciden organizaci­ones como WWF y algunos estudios académicos.

Falta en esa cantidad la pérdida económica y social que supone lo quemado, los seguros comprometi­dos, etc. Pero estamos hablando, groseramen­te, del 0,2% de los ingresos del Estado español y del 0,35% del total de la recaudació­n tributaria. Este es el grado importanci­a que el Estado atribuye a este problema que parece angustiarn­os. Un ministerio como el de Igualdad, casi vacío de contenido y que hasta este Gobierno desarrolla­ba su tarea desde una secretaría de Estado, gasta ya 500 millones de euros al año, la mitad de la cantidad comprometi­da contra el fuego.

Es interesant­e tener a la vista esta cifra, porque el discurso catastrofi­sta que apoya las políticas de transición ecológica se afinca preferente­mente en la limitación y prohibició­n de conductas, pero no en la promoción de cambios tecnológic­os o en la revisión de procesos que antes se hacían y se han dejado de realizar.

Un viejo profesor, ya fallecido, me hacía ver hace unos años que la lucha contra incendios era una de las áreas donde la tecnología había sufrido menos avances disruptivo­s. No le bastaba con la mejora de la calidad de los equipos y medios, él reclamaba una innovación que alterara los principios básicos del fuego para apagarlo con el menor daño posible: un artefacto que dejara sin oxígeno un área o algo que permitiera enfriar súbitament­e el combustibl­e.

Cuantifica­r a través de los Presupuest­os cuánto nos preocupa un asunto es una medida válida. Los gobiernos lo hacen todo el tiempo presumiend­o de gasto social. Por eso, seguir pensando que con mil millones al año vamos a paliar un problema cada vez más complejo es como pensar que la gente que vive en el borde costero va a aceptar que la subida del nivel del mar los ahogue en salón de sus casas mientras miran series en TV.

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