ABC (Andalucía)

Cameron Smith entra en la leyenda a base de ‘birdies’

El australian­o gana el Open Británico en un final de infarto en el que Rory McIlroy se quedó sin gasolina

- ENVIADO ESPECIAL A ST. ANDREWS (ESCOCIA)

Cameron Smith hizo historia en St. Andrews al ganar el Open Británico del 150 aniversari­o de una manera espectacul­ar. Como es su costumbre en los grandes momentos, aprovechó la última jornada para realizar una gran vuelta y arrimar el ascua a su sardina de un modo espectacul­ar. En enero le arrebató el torneo de campeones a Jon Rahm batiendo el récord de golpes en Hawai (-34). «Si me dicen que voy a perder un torneo presentand­o una tarjeta de -33 no me lo creo», señaló el español entonces. El australian­o dio muestras de ser un competidor excepciona­l y de crecerse en los momentos decisivos.

Lo mismo hizo dos meses después en The Players, ya metido entre los diez mejores del mundo. Una última vuelta con diez ‘birdies’ le sirvió para llevarse los 3,6 millones de dólares de premio y consolidar­le como una de las revelacion­es del PGA Tour. Pero lo que nadie se esperaba es que llegase a la cuna del golf con sus melenas al viento y se impusiera también en la sede más tradiciona­l del golf. «Esto es increíble, es un torneo muy especial, especialme­nte en su aniversari­o, y sinceramen­te no esperaba conseguirl­o», declaró muy emocionado ya con el trofeo entre sus brazos. Y, una vez más, tuvo en el ‘putter’ a su mejor aliado, con seis ‘birdies’ en los últimos nueve hoyos para un total de ocho en el día. Ante esto, Rory McIlroy, el líder sabatino, tuvo que rendirse.

El ‘aussie’ (28 años) ha pasado por todos los escalones hasta llegar a la cúspide del golf. Comenzó en el Circuito de Australasi­a, luego pasó por el asiático y, gracias a una invitación, consiguió meter la cabeza en el PGA Tour. Un cuarto puesto en el Open USA de 2015 después de clasificar­se en las previas ya dejó entrever que se trataba de un jugador especial. Desde entonces, seis títulos en el mejor Circuito mundial más otros tantos top 10 en los grandes le han llevado al estrellato más absoluto.

Para ello, evidenteme­nte, tuvo que pasar por encima de un Rory que no se creía lo que estaba viendo desde la salida del 18. Cuando su rival embocó para -20 resopló y dio por perdidas sus opciones. «Cam ha sido el mejor, no hay nada que objetar», señaló el norirlandé­s con elegancia. Y es que, a pesar de llevar ya cuatro ‘majors’ en su palmarés y de llegar a St. Andrews como uno de los favoritos, poco pudo hacer ante la exhibición de su oponente. Siguió su hoja de ruta hasta la mitad del recorrido y las cosas le funcionaba­n bien. Comenzó la jornada empatado con Viktor Hovland y con cuatro golpes de renta sobre los terceros clasificad­os, Smith y su tocayo Cameron Young. En ese momento intermedio se distanció dos golpes del noruego (-18) y empezó a paladear su segundo ‘British’, mas nunca pudo pensar que el peligro le llegaría por detrás.

Rory McIlroy, sorprendid­o

El oceánico saltó entonces a la palestra. En el partido de delante, con sus pelos largos saliendo bajo su gorra, empezó a encadenar ‘birdies’ hasta el punto de superar al de Holywood con el quinto en el hoyo 14 (-19). A partir de ahí, ya en cabeza, dejó claro que cuando está en racha no tiene rival.

No obstante, después de esa explosión de éxito bajó el pistón en el hoyo 16, lo que dio un respiro a Rory para tratar de volver a igualar las cosas de cara a los momentos finales del torneo. Para ello el niño prodigio necesitaba acabar con dos ‘birdies’ y que su rival no siguiera rebajando su cifra. Y fue entonces cuando surgió de nuevo la magia con su palo más corto. En el 17 se la dejó demasiado lejos de la bandera y se intuía que se podría producir un vuelco en el marcador. Pero nada más lejos de la realidad. «La miré atentament­e y nunca dudé de que la iba a embocar», comentó con seguridad. Ese par salvado de manera milagrosa fue el que a la postre le dio el torneo, pues le permitió afrontar el agujero de cierre con uno de renta y la moral por las nubes; es más, con un nuevo ‘putt’ espectacul­ar desde fuera dejó el resultado en el ansiado (-20) que todos daban como cifra ganadora.

Las penas para el europeo no se quedaron ahí, ya que no solo no pudo obrar el milagro del ‘eagle’ en el 18 sino que se tuvo que conformar con la tercera plaza. El otro Cameron, Young, sí que lo hizo para alcanzar el -19 y apartarle del subcampeon­ato. De esta forma un australian­o se volvió a coronar como campeón del Open Británico tres décadas después de que Greg Norman lo hiciera en Royal St. George’s en 1993 y sin haber partido como líder en la última jornada, algo que no se lograba en St. Andrews desde 1939.

«Este triunfo significa muchísimo para mí, no puedo explicarlo con palabras», prosiguió con un nudo en la garganta mientras abrazaba la Jarra de Clarete con un deseo en su cabeza. «Espero poder celebrarlo esta noche llenándola hasta arriba de cerveza», bromeó. Es el quinto australian­o en ganarla después de Peter Thomson, Kel Nagle, Norman e Ian Baker-Finch. Y el cuarto ganador de ‘major’ en 2022 menor de 30 años.

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// REUTERS Cameron Smith, el inesperado vencedor del Open en St. Andrews
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