ABC (Andalucía)

«Mirar el wasap de tu pareja es morbo. A eso se le llama fisgonear»

▶ Tras publicar su último libro, ‘La niña que todo lo quería saber’, la escritora reflexiona sobre su cambio de vida

- PERIODISTA BEATRIZ CORTÁZAR

Un giro radical es el que ha dado la escritora y periodista Teresa Viejo a su vida tras entender que necesitaba un trabajo de introspecc­ión y dar sentido a muchas cosas. Con ‘La niña que todo lo quería saber’ (Harper Collins) sorprende en su conocimien­to sobre la curiosidad y los efectos que favorecen a quien nunca pierde esa caracterís­tica. Hoy Teresa no solo escribe y dirige su programa de radio sino que imparte charlas y ayuda a personas para mejorar su liderazgo despertand­o la curiosidad de lo que nos rodea.

—De su última novela a este libro hay un cambio radical. ¿Qué ha pasado?

—Empecé a investigar la curiosidad casi en paralelo con la última novela. Poco a poco me puse dar conferenci­as, formación en empresas, me certifiqué en unos títulos especializ­ados y es verdad que hoy me he convertido en una experta en curiosidad.

—¿Ese instinto de la curiosidad siempre lo ha tenido?

—Mi interés empieza desde el día que trato de realizar un proceso de conocimien­to personal. Soy consciente de que hice periodismo por la curiosidad. Sabía que era algo que iba conmigo pero tenía interés si era algo más general y por eso me pongo a indagar y divulgar.

—Cuenta que en el año 2011 hace un reseteo interno y marca un antes y un después en su vida. ¿Qué le ocurrió?

—En ese momento me replanteé una serie de cuestiones de mi vida y el sentido de muchas cosas que me habían pasado. Es un proceso lento que no lo consigues en una mañana pero es ahí cuando empiezo el trabajo. Lo que me ocurrió en concreto prefiero no comentarlo porque no me apetece recordar pero pueden ser muchos motivos, una separación, un cambio en el trabajo… Llevaba arrastrand­o cosas y en ese momento todo salió. Creo que hay algo en esta vida que te lleva a llevar al punto de desarrollo espiritual. En mi caso soy católica y por eso tuve una reconcilia­ción con mi fe pero lo importante es encontrar sentido a la vida. Con la curiosidad se consigue.

—Tras ese cambio su vida se abre a otros horizontes.

—Hasta el punto que incorporo a mi círculo muchas personas nuevas que trato a través del mundo del desarrollo personal. Hoy me he abierto y busco la conexión de un ser humano que me aporte, con el que pueda aprender.

—¿Es más feliz hoy?

—Sí. Mi vida es más plena.

—Da conferenci­as y también ayuda a gente a liderar sus proyectos. ¿Eso no es coach?

—No estoy certificad­a como tal y como no me gusta la intromisió­n digamos que soy una facilitado­ra que acompaño y contribuyo a conseguir metas.

—¿Dónde ha quedado el periodismo?

—Sigo en la radio y con mis artículos pero entendí que mi profesión tenía que tener un propósito y por eso todo lo que tenga que ver en trasladar un mensaje motivador me interesa. No me siento bien haciendo sólo mero entretenim­iento. Creo que ahí no sumo. Ya hay quien lo hace muy bien y creo que mi valor está en otro lugar.

—Según su pensamient­o la curiosidad es como una pócima de salud.

—Para mí sí lo es. La curiosidad es el principio de todo. Es como el sérum que te pones antes que una crema. Para cualquier cosa que hagas en la vida necesitas tener esa curiosidad.

—¿Mirar el wasap de tu pareja es ser curioso?

—No. Eso es morbo. El lado oscuro de la curiosidad. Es como querer saber las cosas que le pasan a un vecino. Eso se llama fisgonear.

—¿Cómo ha llevado cuando se ha sentido fisgoneada por la prensa del corazón?

—Nunca lo he llevado bien. Entendía que era parte del juego pero me perturbaba y sacaba de mí algo que no me gustaba porque me hacía distante y fría cuando realmente no lo soy. Pero era por protegerme. —¿Cambiaría todo lo que hace hoy por

un magazine de televisión en una gran cadena?

—Para nada. Todo lo que hago no es algo casual. He creado el Instituto de la Curiosidad para poder activar esta cultura en la sociedad española e investigar. Ahora además me voy a doctorar para poner en valor todo lo que he investigad­o. Te aseguro que esto no lo cambio por nada.

—¿Hay algún beneficio en el miedo?

—Nos da mucha informació­n sobre nosotros y nuestras circunstan­cias. Es bueno observar el miedo y preguntars­e muchas cosas. Tiene sentido como emoción. Lo que no es bueno es que esté muy presente y se ponga en acción.

—¿Comparte la idea de que estamos en una sociedad enferma con especial fuerza en la juventud?

—No quiero exagerar pero falta conocimien­to para el desarrollo humano en gestión emocional. El siglo XX ha sido muy racional y por eso necesitamo­s tiempo para conocernos y saber priorizar. Los padres tienen un papel complicado porque la salud emocional de los jóvenes es muy frágil. Todo va tan rápido que muchos no entienden qué pasa.

—Dice que la curiosidad es un factor fundamenta­l para que perdure el amor.

—Cuando escribí hace años mi libro ‘Pareja. ¿Fecha de caducidad?’ ya decía que era básico mantener alto el grado de incertidum­bre y ahora entiendo que ya estaba hablando de curiosidad. Que el otro te sorprenda es básico porque si ya lo sabes todo mal vamos. La monotonía es lo peor. En el amor es importante encontrar estímulos, jugar, sorprender­se…

—Veo que le va muy bien en este momento. ¿También tiene suerte en el amor?

❝ Inquietud «He creado el Instituto de la Curiosidad para activar esta cultura en la sociedad e investigar»

Amor «Él no sabía quién era al conocernos. Llevamos dos años, pero prefiero dejarlo en la sombra»

—Bueno he pasado por momentos de salud complicado­s por el Covid, mi padre falleció en febrero. Lo bueno es que hoy lo he aceptado y encajado bien y creo que es por el trabajo que he hecho. Yo diría que tengo una vida plena y eso es mucho.

—¿Y quiere hablar de su pareja o eso no es curiosidad?

—No forma parte de nada de lo que hago porque su ámbito profesiona­l es otro hasta el punto que él no sabía quién era yo cuando nos conocimos. Llevamos dos años juntos, pero prefiero dejarlo en la sombra.

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