La «nueva» legislatura
Ni la del agua ni la del hidrógeno verde, esta será la legislatura de la verdadera confrontación
El presidente prologó ayer cómo será la legislatura de la «nueva mayoría»: un muermo. Su discurso de la investidura anunciada no pasará a los anales del parlamentarismo por brillante; precisamente por eso, todo el pescado está vendido o congelado para vocearlo cuando la Cámara entre en hibernación por aburrimiento.
Moreno se reserva la literatura, lo personal, lo íntimo y trascendental para su toma de posesión, un acto en el que mostrará el sábado el músculo de la mayoría absoluta en la explanada del Palacio de San Telmo que, inevitablemente, empezará a adquirir ínfula versallesca.
El diálogo para el Parlamento, como su nombre indica. Otra cosa es que en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas quede alguien interesado en esa terapia democrática. Las caras de nostalgia de Marín y sus consejeros naranjas, mientras apuraban el último roce de la piel verde de los sillones perdidos, no se distinguen de las de la «nueva minoría», cuyas reacciones de carril sorprendieron tanto como el discurso del presidente. La queja de Espadas porque Moreno había hecho un discurso «de mayoría absoluta tanto en el fondo como en la forma», indica que no es consciete del desierto que le queda por barrer. No menos cándida fue la otra ‘líder’ de la oposición, como se autodefine Macarena
Olona, al reconocer su escasa influencia cuando admitía que no está en condiciones de exponer el sentido del voto de su grupo en la investidura porque no lo han concretado los órganos del partido. Hoy llegará el telegrama.
La disfluencia de izquierdas coincidió (¡milagro!) en su primer análisis al reclamar Nieto y Rodríguez medidas concretas ante la crisis. No se quieren enterar de que es la crisis de España y la Humanidad pero no la de la verde Andalucía de Moreno, que igual quiere buscar su propio camino para avanzar que pide a Sánchez un plan coherente «que aparte los muros ideológicos para centrarse en el interés general de la mayoría». Como ven, la inocencia está repartida de forma más proporcional en la
Cámara que los escaños. Si ese va a ser el tono de la reunión del día 28, a Moreno le van a robar otra vez la cartera en La Moncloa. El «nuevo tiempo» que anuncia de «colaboración leal» con el Gobierno de la Nación, a sabiendas de que no habrá reciprocidad, va durar muy poco, porque ni la del agua ni la del hidrógeno verde... ésta será la legislatura de la verdadera confrontación.
El discurso sirve como lista de deberes a los consejeros de un Gobierno cuya estructura se vislumbra en el guion de las 32 páginas que ayer recetó para todos ‘los dolores’. Once leyes, otro puñado de planes y medidas más ambiciosas en recorte fiscal que en el tiempo de espera para la consulta del médico de familia. Entre las mejores noticias ‘concretas’, la de los cribados de cáncer o la decisión de poner el nombre de Javier Imbroda al futuro centro de FP Aeroespacial de La Rinconada. Ni eso fue motivo para unir a la Cámara en un aplauso. Por mucho que se empeñe Moreno, no está en su mano. Mientras esa inercia no cambie no habrá un verdadero «modelo andaluz» de hacer política.
Moreno se reserva la literatura, para su toma de posesión, cuando muestre el músculo de la mayoría en la explanada del Palacio de San Telmo que, inevitablemente, empezará a adquirir ínfula versallesca