ABC (Andalucía)

Feminismos de pacotilla

Cuando los políticos hablan de feminismo, de la mujer y del mercado laboral, parece que se dirijan a universita­rias nacidas en los años 60

- MARIONA GUMPERT

POR fin llegó la dimisión de Lastra. La esperábamo­s desde las elecciones andaluzas y todo apuntaba a que sería en julio, mes en el que Sánchez acostumbra a cortar cabezas. Su Gobierno se parece cada vez más a una serpiente en proceso de mudar la piel: en breve sólo nos quedará Pedro I el Guapo. La reacción de la oposición ante la retirada de Lastra no ha podido ser más lamentable: en un intento de ridiculiza­r el feminismo dominante lo único que ha conseguido es persistir en el típico error de la derecha, a saber, comulgar con los marcos establecid­os por el progresism­o sobre lo que se puede decir y lo que no. Se habló de techos de cristal y del derecho a la baja por maternidad. Las madres autónomas o las trabajador­as de la pequeña y mediana empresa se habrán echado a reír. Por no llorar.

Si la oposición escuchara a sus posibles electoras, en lugar de intentar rebatir la sinrazón del feminismo dominante, descubrirí­an que la baja por embarazo y maternidad es el animal mitológico favorito de las autónomas: ¿cómo mantener un pequeño negocio cuando una es su vórtice y tiene, además, un recién nacido que atender? Respecto de las pymes, es un secreto a voces que son reacias a contratar a mujeres en edad de ser madres. El Gobierno trató de evitar esta inercia imponiendo a los hombres bajas por paternidad, olvidando que existe una pequeña diferencia entre hombres y mujeres: ellos no gestan ni lactan. A la baja por maternidad de la mujer se le suma el posible cese de actividad por complicaci­ones del embarazo. ¿A quién contratará, lógicament­e, el empresario? Números y biología. ¿Cuánto tiempo va a seguir obviando el feminismo esta última? ¿Dejará algún día de considerar­la un hándicap en lugar de una bendición? Comprendo que se vea como una condena si de lo que se trata es de competir laboralmen­te contra los hombres, algo que explica que cada vez se retrase más la maternidad. De esta forma se entiende mejor el descenso de nacimiento­s (hay menos oportunida­des de tener más de un hijo si se empieza con 43, como Lastra) y el aumento de embarazos de riesgo, con sus bajas prolongada­s correspond­ientes.

¿Es esto culpa de los hombres? No. ¿De las mujeres? Tampoco. Es una realidad que va a estar siempre ahí. Cuando los políticos hablan de feminismo, de la mujer y del mercado laboral, parece que se dirijan a universita­rias nacidas en los años 60: «Chicas, no os dejéis someter, salid de casa, realizaos». Las que vinimos al mundo en los 80 hacia delante nos quedamos atónitas: «Ah, ¿tenían esa opción?, ¿podía mantenerse una familia con un único sueldo?». Quizás el problema de la oposición es que sabe que no tiene tampoco mucho que ofrecer a las que queremos vivir nuestra maternidad en paz. Disfrutar de ella tranquilam­ente es un invento burgués que murió hace tiempo ya. D.E.P.

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