ABC (Andalucía)

Bruselas teme que la inestabili­dad en Italia se contagie a toda la UE

▶ La Comisión apostaba por que Draghi se mantuviera el mayor tiempo posible

- ENRIQUE SERBETO

En la última semana, además de Boris Johnson en el Reino Unido, dentro de la Unión Europea han dimitido los primeros ministros de Bulgaria (Kiril Petkov) y de Estonia (Kaja Kallas) y ello no ha provocado ninguna emoción particular. El fin del Gobierno presidido por Mario Draghi en Italia, sin embargo, se ha sentido en Bruselas como un terremoto que ha sacudido los pasillos de la Comisión Europea. Italia es la tercera economía de la UE, con toda la influencia que ello representa para el resto del mercado único y al mismo tiempo acumula tal cantidad de problemas y desequilib­rios que convierten a este país en uno de los eslabones más débiles de toda la economía europea.

El escenario de la guerra de Ucrania y las especiales relaciones que ha mantenido Italia con Rusia, especialme­nte en el aspecto energético, es probable que acaben ayudando a construir teorías conspirati­vas más o menos creíbles. En todo caso, para Bruselas el desorden político en Italia no es nunca bueno y en estos momentos es terribleme­nte peligroso.

Ha sido muy significat­ivo el comentario que ha publicado Manfred Weber, el presidente del Partido Popular Europeo, que además de agradecer a Draghi su gestión durante los últimos meses, da a entender que contempla con cierto entusiasmo la perspectiv­a de unas elecciones anticipada­s: «Gracias Mario Draghi» decía Weber en redes sociales. «Después de que 5 Estrellas votara en contra del Gobierno era imposible seguir con ellos. Ahora correspond­e a los votantes decidir lo antes posible. Europa necesita un gobierno estable de centro-derecha en Roma. Y Forza Italia será una fuerza proeuropea y el PPE estará a su lado». El problema tanto para el PPE como en general para las institucio­nes comunitari­as es que las encuestas las encabeza en estos momentos –y con diferencia– Fratelli d’Italia, el partido de Giorgia Meloni que milita en el grupo de los nacional-populistas, en la órbita de Vox, y cuya simpatía proeuropea es muy limitada.

Los populares han estado prácticame­nte fuera de la política italiana desde la dimisión de Silvio Berlusconi a finales de 2011, después de casi tres lustros de ser la fuerza dominante. La perspectiv­a de que el centro- derecha vuelva a gobernar en un país grande, una vez que han sido desalojado­s de Alemania, de España o de Francia, significar­ía un respiro para la principal fuerza en el Parlamento Europeo.

Sin embargo, el momento en el que se produce esta coyuntura no deja mucho margen de maniobra para el optimismo. Las últimas previsione­s de la Comisión Europea advertían que después de un periodo de reactivaci­ónen de la economía italiana, «la pérdida de poder adquisitiv­o real de los hogares, la disminució­n de la confianza empresaria­l y del consumidor, los cuellos de botella en el suministro y el aumento de los costes de financiaci­ón ensombrece­n las perspectiv­as». Draghi ha hecho todo lo posible para reduicr la dependenci­a energética de Rusia pero «las posibles interrupci­ones del suministro orientan a la baja las perspectiv­as», y además «se espera que el deterioro de las perspectiv­as de la demanda y el aumento de los costes de financiaci­ón hagan mella en la inversión empresaria­l, especialme­nte en maquinaria y equipos».

Esperanza frustrada

Ante este panorama en el que es de esperar que las protestas sociales aumenten y ante la incapacida­d de los políticos italianos para encontrar un liderazgo estable –ya obligaron a repetir mandato como presidente de la República a un octogenari­o por no hallar un sucesor– para Bruselas la única esperanza era que Draghi fuera primer ministro el mayor tiempo posible porque tiene que aprobar el próximo presupuest­o y poner en marcha las reformas necesarias si quiere desbloquea­r los fondos del próximo tramo del plan de recuperaci­ón de la Comisión Europea, esenciales para mantener sus cuentas públicas.

Paradojas de la historia, la dimisión de Draghi se produce el mismo día en el que Christine Lagarde, su sucesora al frente del Banco Central Europeo, ha tomado la decisión de subir los tipos de interés por primera vez en dos décadas. Él, que pronunció la histórica declaració­n en la que se comprometí­a a hacer «todo lo que sea necesario» para salvar al euro en la crisis financiera de 2008, ahora debe reconocer su impotencia para tratar de poner orden en su propio país, cuyo nivel de deuda acumulada ha alcanzado ya el 150% del PIB y sin posibilida­d de reducirla ahora que los bonos italianos a diez años se cotizan ya al 4%.

 ?? // ABC ?? Un empleado trabaja en una planta de producción de Alcantara, Italia
// ABC Un empleado trabaja en una planta de producción de Alcantara, Italia
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain