ABC (Andalucía)

No sólo Piqué se ríe de ti

El drama no es que el director de Port Aventura juegue a rellenar su álbum de cromos, sino que no se moleste en mejorar la experienci­a de sus clientes

- SALVADOR SOSTRES

SON las 7.30 de la tarde y el director de Port Aventura recibe una llamada de Gerard Piqué, diciéndole que se aburre en casa con los niños y que salen hacia el parque. El central llegará con su familia casi a las 9 y disfrutará­n en solitario de las instalacio­nes, que para el público cierran a las 8. Las horas extras de los empleados se pagarán con los cientos de miles de euros que han dejado los visitantes que han estado durante el día en el parque haciendo colas infernales bajo un sol de justicia.

El padre de David García, director de Port Aventura, fue un jugador de fútbol de un equipo menor y de ahí que el hijo sienta un especial afecto por Piqué, además de porque a un cierto nuevo rico siempre le gusta codearse con futbolista­s. Piqué llama cuando quiere, sin ninguna antelación, y el jefe no tiene ningún escrúpulo en alargar sin previo aviso la jornada de sus empleados por el capricho de su ídolo, que además no revierte en ninguna publicidad para el parque.

Pero el drama no es que el director de Port Aventura juegue a rellenar su álbum de cromos a costa de los beneficios de una empresa que no es suya; sino que no se toma ninguna de estas molestias para mejorar la experienci­a de sus clientes. Se forman colas tercermund­istas en los accesos porque los tornos de los parkings no están digitaliza­dos y funcionan mal; la multitud que se agolpa en las taquillas para comprar las entradas es propia de un país comunista con el internet restringid­o, y en atención al cliente hay que esperar por lo menos dos horas por la suma incompeten­cia del personal. Son sólo algunas de las manifiesta­s deficienci­as que un director con dos dedos de frente habría resuelto en una semana, y hace dos años ya que se las venimos advirtiend­o.

La indecente gastronomí­a es una agresión a la salud de los niños y a los productore­s locales. Cada vez se come peor y cada vez son más amplios los márgenes de beneficio que el director García consigue con empresas tan contrarias a los intereses de la Humanidad como Oscar Mayer. Pero donde más se nota el profundo desprecio hacia los clientes es en las desorganiz­adas y larguísima­s colas en que el visitante resulta clamorosam­ente abandonado: no hay gestión inteligent­e que agilice la espera, ni nadie que venda ni refrescos ni comida ni nada a los que pierden ahí horas y horas de su tiempo en Port Aventura.

Cuando al director García le explico lo mucho que podría hacer para mejorar la vida de miles y miles de visitantes, se ríe y me enseña un vídeo de Piqué en el Tutuki Splash, en una de sus visitas privadas, y me cuenta que él puede configurar la atracción «para que moje más». El problema no es Piqué sino un director como García, que se ha pasado años en Air France y Vueling destruyend­o la experienci­a del cliente para conseguir más beneficios. Y de hecho el problema no es ni siquiera el tal García sino que Carlo Bonomi, el dueño del parque, lo está acabando de exprimir porque ya sólo piensa en venderlo.

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