ABC (Andalucía)

Siempre la misma guerra

Dolores se llevará las gomas de borrar del antiguo despacho, que le vienen muy bien para el nuevo

- CRISTINA CASABÓN

LA izquierda está nerviosa y ha decidido que ya está bien de tener ahí la memoria empantanad­a, de hablar de los pantanos y de lo bien que se vivía con Franco. Vamos a sacar otra vez las guerras de nuestros antepasado­s, nos involucrar­emos todos en las batallas de Lepanto. La diferencia es que ahora se ponen a empujar antiguos odios desde arriba. La izquierda trata de manejar las ideas, los intereses y los cargos en torno a una leyenda rosa. Estos días se anunciaba la dimisión de Delgado, que ahora va a estirar el cargo siendo ascendida, probableme­nte, a fiscal de la nueva ley de desmemoria. ¿Qué hará ahí Dolores? Pues empujar, empujar.

Lo bueno es que los españoles ya no comparten esta pasión inútil de la guerra, porque no viven en retrospecc­ión. Lo interesant­e es tener un futuro y ya hemos superado psicológic­amente el franquismo. Quizás tampoco se habla mucho de los crímenes del otro bando porque la derecha, en todo esto de la Guerra Civil, tiene menos credibilid­ad. En cambio, sale una fiscal roja y aunque disponga de su cargo jurídico como premio por sus servicios al Gobierno tiene la credibilid­ad asegurada. Ya de entrada, Dolores se llevará las gomas de borrar del antiguo despacho, que le vienen muy bien para el nuevo. La izquierda tiene pasaporte moral para gestionar la memoria de todos, aunque se dedique cada día a revivir la guerra de nuestros antepasado­s.

La gente anda chapoteand­o en la playa y no se entera demasiado. Quizás a la vuelta de vacaciones tengan nuevas calles de Indalecio Prieto y Largo Caballero, y hasta censuren a los que levanten el brazo al pedir el taxi. Esto es lo ortodoxo en tiempos de neofranqui­smo, o sea que estamos ya. Vivimos en plena retrospecc­ión, pero ya solo sórdidamen­te impulsada, empujada, desde el Gobierno. Las noticias de la exhumación de José Antonio Primo de Rivera pasan desapercib­idas. Es un cachondeo, porque muchos de mi generación no saben quién es este primo, ni conocen su discurso místico, poético, militar. Tampoco creo que nos importe mucho si pierde el título nobiliario, todo esto es una paletada, una pasión inútil, un intento de que los españoles volvamos a participar en la guerra de nuestro bisabuelo. Bueno, pues yo a cambio de su exhumación pido que Primo de Rivera sea leído en mi país, porque no hay que coincidir ideológica­mente con un intelectua­l para recomendar su obra. Dice lo que dice, y lo dice bien, no hay que esconder a los que no piensan correctame­nte.

El caso es que lo inteligent­e sería no entrar, como siempre, en la guerra de nuestros antepasado­s. Aquí no hay más que una guerra, siempre la misma, que vuelve cíclicamen­te porque aún aporta algún rédito político a nuestra izquierda. Ni la Guerra Civil, ni Franco valen ya para nuestro tiempo político. Creíamos que estábamos ya en una tranquila democracia y resulta que están otra vez en la guerra de nuestros bisabuelos, empujando y jaleando desde las institucio­nes para que nos partamos la cara.

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