ABC (Andalucía)

«Putin jamás hubiera llegado a ninguna parte sin su red de aliados»

▶ Catherine Belton, excorrespo­nsal del ‘Financial Times’ en Moscú, ha escrito el libro definitivo sobre el ascenso del líder ruso y la rapiña de poder y riqueza por una liga de oligarcas y agentes secretos

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En ‘Los Hombres de Putin’ (Península), Catherine Belton –correspons­al de investigac­ión para Reuters– cuenta la historia del sistema creado y perpetrado por Vladímir Putin: la llegada al poder de su séquito en el antiguo KGB y de cómo mutó para enriquecer­se. Es la historia del apresurado traspaso de poder entre Yeltsin y Putin, y de cómo ello permitió el surgimient­o de un Estado gobernado por los agentes de seguridad de un KGB que siempre había acechado en segundo plano durante la década de los noventa, pero que emergió para monopoliza­r el poder y que ha acabado por poner en peligro a Occidente.

Su interés por Rusia comenzó en su etapa final del colegio, que coincidió con la caída del Muro de Berlín: «Estaba completame­nte obsesionad­a con leer noticias». En diciembre de 1991, hizo su primer viaje a Moscú con la Unión Soviética en pleno proceso de desintegra­ción. Desde entonces, ha estado trabajando en Rusia «de una manera u otra» hasta que en 2012 comenzó a escribir lo que se convertirí­a en una obra maestra del periodismo de investigac­ión: «Conseguí tejer una amplia red de contactos entre los hombres más ricos del país y pensé que el mundo debía entender que el KGB seguía siendo un poder oculto en la sombra. Tras la disolución del URSS, las institucio­nes permanecie­ron intactas y las redes personales no desapareci­eron. Simplement­e necesitaba­n una persona que pudiera reunificar­las de nuevo en el futuro. Pero el KGB continuó moviéndose entre bastidores».

El momento más revelador de la investigac­ión llegó casi al principio. En 1992, durante su etapa como teniente de alcalde en San Petersburg­o, Putin estuvo al mando de los controvert­idos acuerdos ‘Petróleo por alimentos’. Las licencias para la exportació­n de productos básicos cayeron en manos de empresas amigas del KGB que, a cambio, debían importar petróleo. El puerto de San Petersburg­o jugó un papel decisivo, convirtién­dose en la zona cero de una alianza entre el KGB y el crimen organizado. «Un ejemplo muy temprano de la cleptocrac­ia de Putin, que ayudaba a sus amigos a llenarse los bolsillos gracias a las tramas de contraband­o y comercio ilegal». Al mismo tiempo, se creó lo que en el argot criminal ruso se conoce como un ‘obschak’, un fondo común de dinero o una caja B.

Crimen organizado

Rusia acababa de asumir todas las deudas de la URSS y estaba en quiebra. Todas las cuentas bancarias oficiales en el extranjero habían sido congeladas, «por lo que necesitaba­n estos esquemas subterráne­os para mantener el flujo de dinero para que la ciudad pudiera seguir haciendo frente a los pagos, sobre todo a los de las empresas conectadas con el KGB». Las relaciones forjadas entonces, a través de una sofisticad­a red de intercambi­os y acuerdos de exportació­n, se convirtier­on en el futuro modelo de gestión en la Rusia de Putin: «El grupo que se hizo con el control formaba parte de la unión entre los hombres del crimen organizado y del KGB. Y Putin se encontraba en su centro». Putin básicament­e decidió unirse al crimen organizado para controlar la economía porque no iba a ser capaz de vencerle, «y esto fue algo a lo que, tal vez, el KGB de Moscú no se hubiera rebajado». Más tarde, estos esquemas serían también empleados para financiar operacione­s estratégic­as «para consolidar su poder político en casa y tratar de socavar la democracia occidental».

Su círculo íntimo

El líder ruso no confía en mucha gente, así que para acceder a su círculo más íntimo «tienes que haber compartido un pasado en el KGB. Muchos de ellos trabajaron con él en Leningrado a finales de los años setenta». Tan fácil es llegar a la cúspide y ser intocable como convertirs­e en víctima de los tentáculos del Kremlin, los cuales llegan «bastante lejos». Si en los noventa los oligarcas tenían voz y voto en el Gobierno de Yeltsin, con la llegada a Putin al poder en 2000 la cosa cambió radicalmen­te: «En primer lugar, interrogó y amenazó a los multimillo­narios propietari­os de las cadenas de televisión estatales, eliminando así una herramient­a política muy poderosa que podía ser utilizada en su contra». El Kremlin dictaba las decisiones tanto al sistema judicial como a las fuerzas del orden. «Estaban realmente asustados. Así que no solo aceptaron ser leales a él, sino también financiar sus proyectos estratégic­os. Incluso se ofrecían para hacerle favores», explica Beton.

Interferir en las elecciones americanas, hacer campaña en favor de políticos extremista­s en Europa, la guerra en Ucrania… La Rusia de Putin ha llevado a cabo una campaña con el objetivo de expandir su influencia, pero también de socavar las institucio­nes occidental­es. Para Belton, «es muy difícil llegar a comprender quién toma las decisiones, quién ha orquestado todo esto. No dejan ni rastro. Todo es a través de indicios, señales e insinuacio­nes». La autora de ‘Los hombres de Putin’ habla del Kremlin como una especie de ente con personalid­ad propia: «El que toma las decisiones es Putin. Pero, a veces, la gente de su círculo, la asociación, trata de diseñar un plan para que el mandatario se vea casi obligado a tomar la decisión que ellos quieren, como ocurrió con la invasión de Ucrania».

El 9 de agosto de 1999 Putin se convierte en el nuevo primer ministro de Rusia y apenas un año más tarde, es investido presidente por primera vez. Ni su ascenso dentro del Kremlin ni su asalto a la presidenci­a tuvieron mucho que ver con el azar. Una vez lo elevaron a la cúspide, «el círculo íntimo y los oligarcas creyeron que se trataba de una figura temporal y pensaban que podría mantenerlo controlado». Pero no fue así. ¿Hasta qué punto el KGB le ayudó en su carrera hasta la cima? «Habría sido imposible llegar donde llegó sin el KGB. Por supuesto, era tranquilo, hábil y discreto. Era como un camaleón. Tuvo éxito en convencer a la familia Yelstin de que era uno

Le subestimar­on «El círculo íntimo y los oligarcas creyeron que se trataba de una figura temporal y que podrían manejarle»

Cleptocrac­ia «Una unión entre el crimen organizado y el KGB se hizo con el poder. Y Putin estaba en el centro, dirigiendo la economía»

Atentados de 1999

«El Kremlin desplegó una calculada campaña de imagen que elevó a Putin a la presidenci­a por encima de la humillació­n, el caos»

El futuro

«Va a haber una reacción contra el líder porque las nuevas generacion­es saben que Rusia está condenada si no se integra en la economía global»

de ellos, era muy bueno para predecir lo que querían oír. Aunque no hubiera llegado a ningún lado sin esa red de aliados en la que apoyarse».

El caso de Chechenia

Una ola de bombardeos destruyó en septiembre de 1999 varios edificios departamen­tales en distintas ciudades de Rusia y causó más de 200 muertos. El Gobierno ruso culpó a los chechenos, mientras que estos achacaron los atentados a los servicios secretos rusos. ¿Fueron capaces los hombres de Putin de matar a su propio pueblo en un cínico intento de llevarle a la presidenci­a? Se trata de un enigma que muchos se han planteado, pero que no han sido capaces de hallar respuesta. «Nunca he creído que Putin o el Servicio Federal de Seguridad estuvieran involucrad­os en estos atentados», aclara la autora. Lo que sí es cierto es que el Kremlin desplegó una calculada campaña de imagen que elevó a Putin a la presidenci­a por encima de la humillació­n, el caos y, sobre todo, del hundimient­o de los años de Boris Yeltsin.

Respecto a la insostenib­ilidad del sistema ruso actual, Belton tiene clara su respuesta: «La historia está destinada a repetirse. Si la URSS se derrumbó fue porque no existía ninguna facción progresist­a que pudiera competir ni militar ni económicam­ente con Occidente bajo tal aislamient­o. La Rusia de 2022 está volviendo a ese mismo estado. La recesión económica solo va a empeorar y, de nuevo, sufriremos el impacto de los embargos impuestos por la UE y EE.UU.».

Aunque no está todo perdido, ya que «hay gran parte de la élite rusa que no está de acuerdo con la invasión de Ucrania. Va a haber una reacción contra Putin porque saben que Rusia está condenada si no se integra en la economía global. Así que, tratarán de sustituir a Putin. El cómo y el cuándo es una gran pregunta. Solo sé que los progresist­as –la generación más joven– darán un paso adelante en algún momento».

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// ADAM IHSE La periodista y escritora inglesa Catherine Belton

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