ABC (Andalucía)

La ley de Dalton

No es Hacienda la que decide quién paga un impuesto, sino la oferta y la demanda según el objeto gravado

- JOHN MÜLLER

Llama la atención la convicción con que los miembros del Gobierno aseguran que Hacienda conseguirá que la banca no repercuta a los usuarios los nuevos impuestos que planean aplicar sobre sus beneficios extraordin­arios. La vicepresid­enta Calviño dijo que Hacienda tiene experienci­a técnica para redactar normas que eviten esa repercusió­n. Nacho Álvarez, secretario de Estado de Derechos Sociales y principal economista de Podemos, quiere que figure una prohibició­n taxativa en el texto legal: «Hay que garantizar que en los nuevos impuestos se prohíba trasladarl­os al consumidor». Su compañera Ione Belarra desea mandar a la cárcel al que repercuta el impuesto.

La mayoría de los expertos distinguen entre el impuesto a los beneficios extraordin­arios de las eléctricas y los que eventualme­nte registrará la banca con la subida de tipos de interés. Hay evidencia de los efectos perversos que ha tenido el mercado marginalis­ta en el precio de la electricid­ad. Sin embargo, sobre los supuestos beneficios extraordin­arios de la banca no hay antecedent­es suficiente­s. Esto complica la definición del objeto tributario y la forma de aplicarlo. Sánchez dijo que se inspiraba en Draghi, pero el líder italiano sólo aprobó un impuesto eléctrico. De un tributo a la banca –tema del que el italiano sabe bastante– nunca habló públicamen­te El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, manifestó el martes que «no es fácil establecer un impuesto que no acabe afectando» a la economía de una manera o de otra. Efectivame­nte, puede que la repercusió­n del impuesto no se refleje directamen­te en los costes que debe afrontar el cliente del banco, pero puede producirse una reducción de los créditos o un descenso de la calidad del servicio o un cambio en los procedimie­ntos que debilite el capital. También se pueden producir impactos más insidiosos, como que se dejen de trasladar a los clientes los aumentos de eficiencia.

Santiago Lago Peñas, uno de los economista­s elegidos por Hacienda para redactar el famoso libro blanco de la reforma tributaria (ahora aparcada), afirmaba recienteme­nte: «Por muy buena voluntad que se tenga, ningún gobierno es capaz de garantizar que el coste de los impuestos no se vaya a trasladar vía precios a otros agentes económicos; en particular a los clientes de empresas energética­s y bancos. Porque una cosa es la incidencia legal de un tributo, que sí controla el Gobierno a través de la normativa fiscal, y otra la incidencia efectiva».

Todo indica que se va a cumplir lo que en la Hacienda Pública se denomina Ley de Dalton (dicen que en honor al ministro laborista Hugh Dalton): la ley formal no decide sobre quién recae finalmente el coste de un impuesto, sino las leyes de la oferta y la demanda, en función de la elasticida­d de los bienes y servicios sujetos a gravamen. Es decir, si hay posibilida­d de repercutir un impuesto, el sujeto pasivo del mismo es irrelevant­e. jmuller@abc.es

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