Paseo infinito junto al mar
El ambicioso proyecto que permite recorrer a pie toda la Costa del Sol está a sólo 50 kilómetros de culminarse una década después de que comenzara a gestarse
No ha pasado aún ni una década desde que el proyecto se pusiera sobre la mesa. De ahí que su estado de ejecución sorprenda a unos ciudadanos acostumbrados a convivir con obras e infraestructuras a medio gas durante años. La ambiciosa Senda Litoral con la que la Diputación de Málaga se propuso unir los 180 kilómetros de costa de la provincia ha ido dando pasos desde 2015. Hoy apenas restan 50 kilómetros para que malagueños y turistas puedan recorrer, ya sea a pie o en bicicleta, el paseo infinito que unirá junto al mar los municipios de Nerja y Manilva.
Las actuaciones que se han ido encadenando en las 14 ciudades y pueblos que se extienden por el litoral han supuesto una inversión millonaria desde que arrancara el proyecto, que a principios de julio alcanzó el 85% de ejecución. Acaba de inaugurarse un nuevo tramo para conectar las playas de La Caletilla y El Salón, en el turístico municipio de Nerja, que se suma a la apertura hace poco de varios senderos y una pasarela peatonal sobre el Arroyo Vaquero en Estepona.
Solo para este 2023, la institución provincial dispone de 7,9 millones de euros para nuevos proyectos de la Senda, de los cuales ya se han transferido 800.000 para tres tramos en Vélez-Málaga, Torrox y Marbella. Sobre el mapa, aún queda trabajo por hacer, pues faltan por conectar muchos de los tramos ya en uso tanto en el litoral oriental como occidental.
La Costa del Sol muestra un perfil poco recortado y las zonas arenosas ocupan la mayor parte del territorio. Aun así, en la estrecha franja entre las montañas y el mar existe una gran diversidad de paisajes que, además de playas, incluye acantilados, desembocaduras, calas, dunas y también tramos rocosos que complican el desarrollo de algunos de sus 167 tramos.
Concretamente, un 12% del total de la Senda ha implicado o implica un alto grado de dificultad tanto técnica, como económica y administrativa, al tener que salvar tramos sobre acantilados, arcenes estrechos, desembocaduras sin puente, zonas con construcciones residenciales en primera línea de costa o zonas hoteleras y de restauración.
Todas las infraestructuras ya existentes se han integrado en el trazado de la Senda, por lo que los recorridos más extensos se concentran en los municipios que contaban con paseos marítimos. Es el caso de Málaga capital, donde ya se puede caminar desde el puerto deportivo de El Candado hasta la playa de Guadalmar gracias a uno de los hitos del proyecto: la inauguración en 2020 de una pasarela de madera sobre el río Guadalhorce. Con 270 metros de longitud y tres de ancho de paso, es la infraestructura más larga de toda Europa con estas características. Además de salvar el obstáculo que supone el río para la Senda, permite a los paseantes acceder al entorno de la desembocadura, un paraje natural protegido de alto valor para el avistamiento de aves.
Algunos de los tramos más extensos aún por conectar son los que separan la Cala de Mijas de Fuengirola por el Faro de Calaburras; unos ocho kilómetros entre Benajarafe y Torre del Mar y toda la franja que separa Torrox-Costa de Nerja -unos seis kilómetros y medio.
Paraje de los acantilados
Sólo el paraje natural de los acantilados de Maro-Cerro Gordo se queda, por el momento, fuera de este proyecto, tal y como se refleja en el mapa de situación elaborado por la Diputación. Es la franja que conecta la provincia de Málaga con el litoral granadino, donde ya empieza a dibujarse una réplica de este paseo a orillas del Mediterráneo a través de la Costa Tropical.
La Senda Litoral, hermana pequeña de la Gran Senda de Málaga —un recorrido circular por el interior de la provincia— es una iniciativa más en la que se refleja el interés de la institución por poner en valor el turismo activo y verde. Pero al fomento del deporte y las oportunidades de negocio y promoción se une un fuerte componente didáctico y cultural. Recorrerla permite admirar la biodiversidad y los diferentes ecosistemas del entorno. Desde formaciones dunares como las de Artola-Cabopino, a humedales, roquedos y playas moldeadas por una dinámica de mareas que varía en función de la influencia atlántica o mediterránea.