Narciso ante el espejo
«Los reales decretos se cumplen», dice quien vulneró tres veces la Constitución
«Para que luego digan que esto de salvar a España no pasa factura…». Se atusó el nuevo pellizco de canas que jaspeaba su cabellera y que descubrió mientras repetía ante el espejo del baño el mensaje del día, en su última pelea con Ayuso a cuenta del ahorro energético de los escaparates pese a las maravillas que nos iba a deparar ‘la excepción ibérica’: «En España las leyes se cumplen, los reales decretos de cumplen…». Tras la sandez del ‘tie-free’, corbatas fuera, para afrontar el chicharrero de estas semanas, quizás intuyó que se había quedado corto y que a lo mejor debería haber ordenado que sus ministros fueran en bermudas y chanclas, así de fresquitos, y las ministras en pareo modelo Cospedal aquel verano. Porque no le había quedado bien sugerir lo de la corbata como solución para ahorrar emisiones de CO2 y a los diez minutos subirse al helicóptero para ir de La Moncloa-Torrejón (un paseíto en coche) para montarse en el Falcon, el tótem que muestra a los españoles quién manda.
Así que camino de la puerta volvió a atusarse el pelo ante otro de los espejos de La Moncloa y volvió a ensayar: «En España las leyes se cumplen, los reales decretos de cumplen…», con ese mensaje iba a dejar muerta a la presidenta madrileña, el diablo se viste de Zara, pero en ese momento torció el gesto y recordó los tres rejones tres que lleva en el lomo después de sendas sentencias que declaraban inconstitucionales los reales decretos del estado de alarma y el cierre del Parlamento por las bravas. Ilegales las tres medidas, fuera de la ley su Gobierno en el momento más crítico para los derechos y las libertades de los españoles desde el 23-F. Tres sentencias que le acompañarán siempre y que a cualquier político con principios le atormentarían. «Pero eso del TC lo arreglo ya mismo, en septiembre, como arreglé en su día RTVE, el CIS, el INE, Indra, la Fiscalía ‘pues eso’ y lo que haga falta. El Estado soy yo».
No le duró mucho el ceño fruncido cuando se detuvo ante el espejo, el tercero en tres minutos, del recibidor del palacio para comprobar antes de salir el impecable estado de ‘Pedro el guapo’ y el repertorio del día: «En España las leyes de cumplen, los reales decretos de cumplen…». Y entonces volvió a achinar los ojos de desagrado cuando recordó que se le había pasado decirle a Aragonès el otro día que está feo que haya dicho que la Generalitat se pasa por el arco del triunfo las sentencias del 25 por ciento del castellano. Más aún, no solo no se lo reprochó sino que además le sacó el separatista la enésima canonjía para Cataluña antes de que haga efectivo el nuevo golpe de Estado que ha prometido.
«En España las leyes se cumplen, los reales decretos se cumplen…», musitó entre labios por último mientras desde el asiento de atrás se echaba un último vistazo en el retrovisor del coche oficial. Esa España donde los condenados por corrupción son «justos y honrados»… siempre que hayan presidido el PSOE.