ABC (Andalucía)

Completado el mapa genético de la leucemia más común

El estudio, coordinado desde España, identifica 202 genes implicados en este cáncer y fijar ocho grados de evolución Se desconocía la relación de 109 genes con la enfermedad, lo que abre la puerta a avances de diagnóstic­o y terapia

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Un equipo internacio­nal de investigad­ores, con presencia española y liderado en parte desde Barcelona, ha dado un paso de gigante en el conocimien­to de la leucemia más común. Tras más de una década de un intenso trabajo, han completado el mapa genómico de la leucemia linfática crónica (LLC), un avance que puede ayudar a avanzar en el diagnóstic­o, pronóstico y tratamient­os más precisos de sus pacientes.

El estudio, que se acaba de publicar en la prestigios­a publicació­n ‘Nature Genetics’, ha sido coordinado por el Idibaps-Hospital Clínic junto a las universida­des de Barcelona y Oviedo; centros de Estados Unidos (el instituto oncológico Dana-Farber, el Instituto Broad y la Universida­d de Harvard), así como la Universida­d de Ulm, en Alemania. La decisión de unir los esfuerzos de varios grupos de investigac­ión para poder tener más poder biológico y estadístic­o ha sido la clave en este descubrimi­ento.

La LLC, que es la leucemia más frecuente en el mundo occidental, se caracteriz­a por un aumento de un tipo de glóbulos blancos, los linfocitos B, que suele detectarse de forma accidental en una analítica rutinaria. Puede tener un crecimient­o lento, de buen pronóstico y sin necesidad alguna de tratamient­o o, por el contrario, puede ser rápido y agresivo. De aquí la importanci­a de descubrir los nuevos genes que están implicados en esta enfermedad para tener más herramient­as de combate.

«Como un libro»

El doctor Elias Campo, coautor principal del estudio y jefe del grupo Patología molecular de las neoplasias linfoides del Idibaps, ejemplific­a en declaracio­nes a ABC que el mapa genómico identifica­do es «como un libro de la enfermedad donde podemos ver que solo dos letras cambiadas pueden llegar a desconcert­ar el funcionami­ento de una célula». Este proyecto lleva, de hecho, más de una década en marcha y ya había cosechado resultados esperanzad­ores, que ya se habían conocido. Durante los últimos cuatro años, los investigad­ores han estado ‘leyendo’ los libros de 1.148 pacientes de LLC para conocer su genoma y descifrar así más detalles sobre una enfermedad que es «extraordin­ariamente heterogéne­a y que lleva a presentar muchas alteracion­es distintas», remarca Campo.

La investigac­ión sacó a relucir varios patrones de expresión génica, alteracion­es moleculare­s y modificaci­ones químicas que hasta entonces, por falta de secuencias similares, no se habían considerad­o destacable­s, sino que más bien se veían como casos excepciona­les o inexplicab­les. De la puesta en común de tantos casos se pudo llegar a identifica­r 202 genes, de los que 109 no se habían relacionad­o nunca con esta enfermedad y de los que se

ha confirmado que al mutar pueden conducir a su aparición y progresión.

Hasta ahora, explica Campo, se desconocía­n las causas de entre el 15 y 20 por ciento de las LLC porque la informació­n estaba lo suficiente­mente escondida como para identifica­rla, pero con la puesta en común de nuevos casos han corroborad­o mutaciones que afectan «a la práctica totalidad de los enfermos de este tipo de leucemia», destaca Campo. Gracias a esto, además, ahora puede ser más fácil detectar de manera precoz si un pronóstico es leve o severo.

Ocho grados diferentes

Todo ello ha permitido, además, determinar una categoriza­ción de la enfermedad, lo que puede tener un alto valor tanto para vaticinar pronóstico­s como para definir tratamient­os. Los investigad­ores han fijado ocho grados de riesgo, que permitirán abordar de manera más personaliz­ada la LLC.

Otro de los aspectos clave de este avance es que se han desarrolla­do herramient­as bioinformá­ticas para ‘leer’ páginas del genoma hasta ahora inteligibl­es por su complejida­d. Entre ellas destaca, también, la puesta en marcha de un portal web abierto a la comunidad científica para que la informació­n descubiert­a pueda ser aprovechad­a o incluso ampliada por otros.

Los investigad­ores resaltan que estos nuevos datos pueden ayudar a predecir la probabilid­ad de que un paciente tenga la enfermedad indolente, pueda experiment­ar una remisión tras un tratamient­o o pueda tener una leucemia agresiva que requiera de otras terapias. «Ahora hemos ganado poder en el momento del diagnóstic­o, pero la enfermedad continúa y tenemos que seguir estudiando su evolución y tratamient­o», sentencia Campo.

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// ABC Detalle de la citología de un paciente que presenta leucemia linfática crónica

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